XVIII Seminario Fernando Buesa
Palacio de Congresos Europa (Auditorio Francisco de Vitoria)
Avenida de Gasteiz, 85. Vitoria-Gasteiz
La visibilidad de las víctimas del terrorismo en España es uno de los factores determinantes en el cambio de percepción de la sociedad y en el propio final de esa lacra que hemos padecido. La humanización de la víctima, su descosificación, tuvo que ver con el esfuerzo de entidades que mostraron a la sociedad que ese era su problema, que algo tenía que hacer. Desde que en 1981 aquellas mujeres valientes (Ana Mª Vidal-Abarca, Sonsoles Álvarez de Toledo e Isabel O’Shea) fundaron casi en la clandestinidad la Asociación de Víctimas del Terrorismo hasta que a comienzos del siglo XX se asistió al fenómeno de creación de numerosas entidades de homenaje y recuerdo de las víctimas, mucho camino se ha andado a favor de la dignificación de su causa. En última instancia, la institucionalización de ese proceso a través de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, en 2001, proporcionó un nuevo estatus a ese asociacionismo, de la mano de una legislación que normalizó la situación de ese mundo.
De esta manera, las casi cuarenta asociaciones, fundaciones y entidades de diverso tipo que constituyen el movimiento de víctimas del terrorismo pueden presentar un balance histórico al cabo de cuatro décadas de sus primeras experiencias y de dos de su extensión y generalización. A pesar de la estabilización del sector, lo cierto es que los cambios producidos –singularmente, la desaparición definitiva de ETA- obligan a evaluar esa trayectoria y a repensar en muchos casos el papel y funcionalidad de estas asociaciones. La indiscutible realidad de las muchas tareas y necesidades que todavía quedan por cubrir, tanto en las demandas de las víctimas como en la tarea social de la no repetición del mal –la deslegitimación radical del terrorismo como fórmula de acción política-, choca en ocasiones con rutinas y dinámicas que es preciso revisar.
El XVIII Seminario de la Fundación Fernando Buesa Fundazioa se propone, así, como una oportunidad para evaluar desde dentro y desde fuera la actividad de nuestras entidades de víctimas, así como para encontrarnos y reflexionar juntos acerca de todo lo que en este tiempo hemos hecho y logrado, y todo lo que todavía nos queda por delante y por conseguir, para las víctimas y para toda la sociedad.