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In memoriam: Pedro Arriola

  • Crónica

Fecha de primera publicación: 20/05/2024

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El pasado 7 de mayo nos sorprendía la noticia del fallecimiento de nuestro compañero Pedro Arriola Aguirre a la edad de 66 años. Noticia inesperada que nos ha golpeado fuerte a todos los que tuvimos el privilegio de conocerle y aprender de él. Se fue pronto, de forma discreta, sin avisar, dejándonos a los que le apreciábamos con la tristeza de no haberle podido despedir como se merecía.

Pedro fue fundador de los estudios de Geografía en la Universidad del País Vasco. Primero fue alumno de Eugenio Ruiz Urrestarazu y Rosario Galdós, profesores del Colegio Universitario de Álava, marchando luego a Valladolid a completar la especialidad de Geografía, donde llegó a asistir a las inolvidables clases de don Jesús García Fernández. A su vuelta de la ciudad del Pisuerga, formó parte junto con los profesores citados del primer núcleo de docentes que habrían de implantar la licenciatura de Geografía, más adelante grado en Geografía y Ordenación del Territorio en el País Vasco.

Geógrafo urbano y profesor titular de Geografía Humana del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la UPV/EHU, Pedro era una persona de contrastes. Franco y auténtico, su humor peculiar, en momentos incluso hasta insolente, dejaba entrever una inteligencia sagaz. Brillante y sin dobleces, también fue una persona de gran sensibilidad y comprometida, especialmente con sus alumnos y alumnas. En el despacho compartido con los profesores Mª José Ainz y Joseba Juaristi, donde colocó en las estanterías una imagen de San Pancracio -regalada, según es costumbre, por alguna amistad- para que velara por la difusión de nuestro trabajo profesoral, preparaba sus clases a conciencia. Era meticuloso y ordenado en su discurso, pero también capaz de improvisar chascarrillos y anécdotas, sabiendo adaptarse a su audiencia y embelesar con sus palabras.

Insuperable cronista de esta discreta capital que le vio nacer, todos aquellos que, gracias a él, aprendimos a mirar la ciudad de Vitoria-Gasteiz con nuevos ojos y contagiarnos de su pasión por ella, le estaremos siempre agradecidos. A fuerza de recorrer sus calles y de horas y horas en los archivos municipales, sabía leer y tomar el pulso a sus barrios como nadie. Vitoria-Gasteiz fue su laboratorio durante su vida académica, pero cuando terminó su etapa de profesor, continuó manteniendo esa curiosidad infinita y esa íntima relación con ella. A ella dedicó una de sus primeras investigaciones, ‘Aspectos del crecimiento periférico de Vitoria-Gasteiz’, donde se adentraba en cuatro enclaves marginales periféricos de la ciudad, sentando las bases para su posterior trabajo sobre la producción de suelo urbano durante el proceso de industrialización que fue su investigación doctoral.

Como investigador, puede decirse que fue un geógrafo de trabajo de campo y archivo, dedicando muchas horas a los fondos de los archivos de la ciudad y también recorriendo los barrios de la ciudad. Como anécdota, en una época en que alguien con una cámara fotográfica no podía ser confundido con un turista -y aún menos en el barrio de Abetxuko- la Guardia Civil le incautó el rollo de película en algunas ocasiones, por estar relativamente cerca de su cuartel.

De su tesis, dirigida por el profesor Ortega Valcárcel, catedrático de la Universidad de Cantabria, derivó su libro más extenso titulado ‘La producción de una ciudad-máquina del capital: Vitoria-Gasteiz 1956-1980’, obra de referencia de todos los que han querido acercarse al espacio urbano de Vitoria-Gasteiz. Observador perspicaz, supo exponer su visión crítica y sustentarla en argumentos precisos, aportando una profunda comprensión de la teoría de la urbanización capitalista, pero sin perder nunca ese enfoque entre sociológico e histórico que supo combinar tan bien junto con el análisis geográfico. Además, participó activamente en la elaboración del Catálogo de Cartografía Histórica del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y en la dirección del Proyecto Mehici (Memoria Histórica de la ciudad) junto a muchos de sus compañeros de la Facultad de Letras. Su reconocimiento como experto en la ciudad le llevo a ser miembro del Consejo Consultivo del Proyecto de Rehabilitación del Casco Antiguo en representación de la UPV/EHU y miembro del jurado de diversos concursos urbanísticos, como el de la Manzana de los Anda.

Además de su labor investigadora, Pedro se dedicó a la divulgación, impartiendo conferencias, dando clases en las Aulas de la Tercera Edad, guiando paseos de Jane por la ciudad y colaborando con numerosos medios de comunicación. De gran locuacidad, la radio fue un medio que dominó y era invitado asiduo de Radio Vitoria. No había interlocutor que comprendiese mejor que él los procesos que dieron forma e identidad a las calles y rincones de esta ciudad. Compañero generoso, siempre estuvo dispuesto a acoger a colegas de otras universidades que acudían a la ciudad para aprender de su alabado modelo de crecimiento urbano’

En su último libro “Así creció Judimendi’ fusionó ese ánimo divulgador con un análisis riguroso del desarrollo urbanístico del barrio de Judimendi, barrio al que ha estado unido desde su niñez. En esa obra, que tantos desvelos le causó, supo entretejer las historias y cotidianeidad de los moradores de ese peculiar espacio de la ciudad con su especial visión geográfica y personal. Esa publicación contribuye a dejar constancia de la evolución del barrio a lo largo del tiempo, recopilando recuerdos de sus vecinos y sus propias vivencias y anécdotas, y relacionándolas con las dinámicas y procesos urbanos que le han ido dando forma desde su origen de cementerio judío. Ese libro, que escapa de las exigencias académicas, es un testimonio de su profundo amor a ese barrio, entendiéndolo no solo como elemento urbanístico, sino como una entidad con cuerpo y alma. Su capacidad para capturar la esencia del barrio y su saber hacer transmitiendo esa personalidad única de Judimendi, quedarán como un legado imborrable para todos sus convecinos, que agotaron sus dos ediciones en pocas semanas.

Descansa en paz, compañero, agradecidos de habernos cruzado en tu camino.

Itziar Aguado y Joseba Juaristi