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Un estudio realizado en las cuevas vascas sugiere que el arte rupestre paleolítico fue multifuncional

  • Investigación

Fecha de primera publicación: 21/06/2024

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Panel principal de la cueva de Santimamiñe (Bizkaia) | Foto: Iñaki Intxaurbe

Investigadores de la Universidad del País Vasco y de la Universidad de Cantabria han publicado recientemente un estudio en la revista científica Archaeological and Anthropological Sciences que propone un carácter multifacético para el arte parietal en las zonas profundas del subsuelo. El trabajo se enmarca en la tesis doctoral que Iñaki Intxaurbe está llevando a cabo en el Departamento de Geología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco, bajo la dirección de los profesores e investigadores Martin Arriolabengoa (Universidad del País Vasco) y Diego Garate (Universidad de Cantabria).

Gracias al uso combinado de métodos computacionales, como la tecnología 3D, los sistemas de información geográfica y la estadística multivariante, los investigadores han podido comprobar que las figuras rupestres del periodo Magdaleniense (hace entre 18,5 y 13,5 mil años) se agrupan en cuatro clústeres, según sus características espaciales e iconográficas.

“Dos grupos parecen antagónicos en cuanto a su función. Mientras que en unos se cuidó su puesta en escena, sugiriendo una finalidad comunicativa (fueron realizados para ser vistos), en otros se buscó todo lo contrario (son figuras ocultas y de muy poca visibilidad, situadas en zonas recónditas y de acceso difícil). Esto sugiere que en el segundo grupo solo la ejecución fue importante, y no su comprensión por la sociedad”, explican los autores del estudio.

En el primer grupo, “una explicación chamánica parece plausible: son manifestaciones gráficas realizadas por adultos (por situarse en lienzos altos) en áreas que favorecían su visibilidad, posiblemente acompañadas de relatos, ya que se encuentran en espacios que podrían acoger a un número medio o grande de personas”. El segundo grupo parece responder a otros motivos, como los ritos de paso. “Es habitual encontrar estas figuras (el clúster de figuras "ocultas") en áreas más cercanas al suelo, incluso cuando había otras posibilidades. Esto podría sugerir a individuos juveniles y niños como sus autores, coincidiendo con la información extraída de otros elementos contextuales (huellas de pies desnudos de niños y adolescentes, tamaño de los trazos realizados con los dedos, etc.)”.

Otro clúster de figuras lo componen elementos grabados y esculturas realizados por las sociedades Magdalenienses en la arcilla, exclusivos de las zonas profundas y más recónditas de las cavernas. “Aunque su ubicación en áreas de difícil acceso pueda responder a cuestiones de conservación (la preservación de elementos gráficos tan frágiles como estos parece más plausible en zonas de acceso complicado), el hecho de que este patrón se repita en cuevas selladas después de su visita prehistórica (Erberua, La Garma, Fontanet, etc.) sugiere que fue una elección cultural premeditada y consciente”, continúan.

El último grupo lo componen los signos abstractos, que parecen actuar de manera distinta al arte rupestre figurativo (que representa animales y/o humanos), apareciendo de manera aleatoria a lo largo de la cueva decorada. Los autores del estudio resaltan la necesidad de incluir un mayor número de este tipo de figuras (presentes en cuevas como Armintxe, El Pindal o Cullalvera) para establecer inferencias estadísticas válidas.

De esta forma, la información que han extraído de cuevas decoradas vascas como Santimamiñe (Bizkaia), Ekain (Gipuzkoa) o Etxeberri (Zuberoa) les ha permitido identificar diferentes grupos de figuras: algunas fueron creadas para ser vistas, utilizando diversas técnicas y seleccionando ubicaciones con buena visibilidad, accesibilidad o capacidad para albergar personas, mientras que otras buscaban lo contrario. “También existe una correlación entre las técnicas utilizadas y su ubicación en las cuevas, quizás para economizar recursos. En las zonas más cercanas a las entradas emplearon más tiempo en realizar las figuras, mientras que en las zonas profundas prefirieron hacerlas rápidamente, tal vez para asegurarse el combustible para regresar a la superficie a salvo. Estos datos apoyan la existencia de diferentes usos para los sectores profundos de las cuevas durante el período Magdaleniense”, concluyen los investigadores del estudio.

Referencia bibliográfica