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Maialen Garmendia y Carmelo Garitaonandia

El uso de internet por menores en los tiempos del confinamiento (1)

Profesores de la UPV/EHU, miembros del grupo de investigación internacional EU Kids Online y del proyecto europeo Safer Internet Center-Spain 2.0

  • Cathedra

First publication date: 01/07/2021

Maialen Garmendia y Carmelo Garitaonandia
Maialen Garmendia y Carmelo Garitaonandia. Foto: Nagore Iraola y Mikel Mtz. de Trespuentes. UPV/EHU.

La Covid-19 fue declarada pandemia mundial por la Organización Mundial de la Salud el 11 marzo de 2020, declaración a la que siguieron rápidamente drásticas medidas de confinamiento en la mayoría de los países europeos, y en España en particular con la proclamación del Estado de Alarma esa misma semana. Como reacción, la transformación digital se aceleró sin precedentes en todas las edades y en todos los ámbitos de la vida social. A su vez la pandemia afectó a la vida de la mayoría de los niños y las niñas en Europa. El confinamiento que se declaró supuso la transferencia de la mayoría de las actividades “offline” al mundo “online”. Desde entonces, la escolarización, el tiempo libre, los contactos sociales y la vida familiar de niños y niñas se llevaron a cabo principalmente en el hogar, a través de medios digitales. Adoptar nuevas herramientas y servicios, pasar una buena parte del tiempo en Internet cambió drásticamente su vida diaria. Es cierto que el mundo online ofrece nuevas oportunidades y nuevas posibilidades, sustituyendo las interacciones cara a cara. Sin embargo, el confinamiento abrió la puerta a riesgos online bien conocidos: ciberacoso, contenidos inapropiados, pornografía (2), uso excesivo, discursos de odio por razones de raza, religión u orientación sexual, desinformación, mal uso de datos personales, etc.

Los peligros y los riesgos online

Probablemente, la primera preocupación de los progenitores en el confinamiento fue el tiempo que sus hijos e hijas pasaban online. Y ciertamente, su consumo ascendió a una media de entre seis y siete horas y media diarias, si bien la mitad de ese tiempo se dedicaba a actividades escolares. En todo caso, sólo una cuarta parte de los menores declararon un consumo online excesivo que les llevara a tener problemas con la comida o con menos horas de sueño.

El acoso online y offline están con frecuencia interconectados. En muchos casos, el acoso online es una continuación del acoso que se ha iniciado cara a cara, frecuentemente en la escuela. Aquellos que están involucrados en formas de acoso online a menudo también están involucrados en formas de acoso offline (Garmendia, Jiménez & Larrañaga, 2019; Cassidy et al., 2011; Hinduja & Patchin, 2011; Olweus, 2012). Con el confinamiento, se ha acentuado el ciberacoso, y una media del 44 % de los menores que lo han sufrido dicen que el fenómeno se ha incrementado con la pandemia.

Igualmente, la exposición a discursos del odio (por motivos religiosos, ideológicos, de raza o de orientación sexual) se ha incrementado también, al menos para tres de cada diez menores.

Así mismo, aproximadamente una quinta parte ha visto más imágenes gore o violentas que antes del confinamiento.

El contenido online de autolesiones muestra unas cifras más bajas. Casi la mitad de los menores (45 %) declararon haber visitado páginas para chatear o ver formas de autolesionarse o lastimarse físicamente. Casi una quinta parte constató un aumento de este tipo de experiencias lesivas durante el confinamiento.

La mediación parental para mitigar los riesgos online de sus hijos e hijas

La gran mayoría de los padres habla con sus hijos e hijas sobre lo que hacen en el mundo digital, qué páginas visitan, las redes que usan, qué amigos tienen, qué actividades realizan… Su interés no difiere mucho de las preguntas que les hacen sobre su vida en el “mundo real”. Una media del 90% de los progenitores de los países estudiados (Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Eslovenia, España, Irlanda, Italia, Noruega, Portugal, Rumania y Suiza) también les sugieren a sus hijos e hijas las formas de utilizar Internet con seguridad.

Una mayoría de ellos (en torno al 85%) limitan o prohíben el acceso a ciertos tipos de contenido (entre otros, contenido violento, gore, delgadez extrema o sexual).

Sin embargo, es menos frecuente que los progenitores usen medios técnicos para bloquear, filtrar, realizar un seguimiento de los sitios web o aplicaciones que utilizan sus hijos. Entre un tercio y un algo más de un cuarto en Eslovenia, Noruega y Austria. Los que están a la cola del ranking son Irlanda (9,9 %) y España (8,7 %).

En relación con el ciberacoso, en los hogares frecuentemente prevalece el silencio de los menores porque piensan que sus progenitores les van a privar del acceso a Internet, o que, si lo denuncian, los acosadores se van a implicar con más saña o, simplemente, porque creen que no va servir de nada. Cross et al. en su investigación (2009) afirmaron que, en el caso del 46% de los estudiantes acosados cibernéticamente que se lo dijeron a un adulto, su situación empeoró o no mejoró después de decirlo.

 

(1) Los datos de este artículo están basados en el siguiente informe técnico de la European Commission: Lobe, B., Velicu, A., Staksrud, E., Chaudron, S. and Di Gioia, R. (2020), How children (10-18) experienced online risks during the Covid-19 lockdown - Spring 2020, EUR 30584 EN, Publications Office of the European Union, Luxembourg, 2021, ISBN 978-92-76-29763-5, doi:10.2760/562534, JRC124034.
(2) La fiscalía alemana anunció el 3-05-2021 que había disuelto un sitio web utilizado para compartir material que mostraba abuso sexual infantil y que tenía un seguimiento internacional de más de 400.000 miembros. Lo describió como "uno de los sitios de pornografía infantil más grandes que operan en la dark net" (NYT, 4-05-2021).