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José Enrique Antolín

El impacto del turismo en la ciudad

Soziologiako irakaslea. Gizarte eta Komunikazio Zientzien Fakultatea

  • Cathedra

First publication date: 31/10/2024

José Enrique Antolín
Photo: Fernando Gómez. UPV/EHU.

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El turismo constituye un componente central de la economía, la vida social y la geografía de muchas ciudades, siendo un elemento clave de las políticas de desarrollo urbano. Su impacto es importante, tanto en las comunidades receptoras como en las emisoras. En estas deja huella en su desarrollo territorial, provoca impactos ambientales, modifica los espacios de acción, influye en la cultura e identidad de los anfitriones, en la estructura social, etc.

Como es evidente, el turismo afecta a una gran diversidad de actores y espacios de actuación. Si bien se ha convertido en eje de desarrollo socioeconómico de muchas ciudades (empleo, desarrollo de empresas…), es cierto también, por otra parte, que la forma como se está desarrollando, está siendo cuestionada por parte de la población. Las recientes manifestaciones en Canarias, Barcelona, Málaga o Atenas, son una muestra de este escenario.

Un análisis, de dichos impactos, podría quedar definido en los siguientes puntos.

1. La ciudad como producto de venta

Una de las fuentes de ingresos más importantes para el renacimiento urbano pasa por desarrollar el sector turístico. Este renacer supone vender la ciudad como un escenario atractivo. Hay ciudades que históricamente siempre han sido un polo de atracción turística, París, Nueva York, Londres, Roma, Barcelona, Madrid… Lo nuevo aparece con la crisis urbana de los ochenta y noventa (crisis industrial, crisis demográfica…) cuando las ciudades tienen que redefinirse y el sector servicios y el turismo se plantean como una salida a la misma. Simultáneamente, aparece una nueva demanda turística, que no está centrada solo en sol y playa (turismo tradicional), sino que demanda nuevas cosas; demanda cultural (visitas a museos), descubre la relevancia de la gastronomía, o vinculada a grandes eventos (festivales de música, actos deportivos…).

Se seleccionan aquellas partes de la ciudad (normalmente localizadas en el área central de la misma) que puedan resultar más atractivas para la nueva demanda turística. Suelen ser los cascos viejos (vinculado con la ciudad primigenia) y los ensanches (se da una arquitectura de calidad, que refleja la evolución de las elites urbanas). Importantes partes de la ciudad se quedan al margen, aunque tengan un componente histórico importante: por ejemplo, en Bilbao, el movimiento obrero localizado en el barrio de San Francisco y su relevancia para entender la evolución de la ciudad.

Paralelamente, se recurre a la historia para reinventar la ciudad (real o ficticiamente) y poderla hacerla turísticamente interesante. Esto pasa por reconvertir dichos espacios de consumo en espacios diseñados que sirvan para transmitir experiencias únicas y de autenticidad: la comida en el País Vasco (txakoli, pintxos…), el barrio de la Alfama de Lisboa y el fado (hace tiempo que dejó de cantarse), Little Italia en Nueva York (hace tiempo que la comunidad italiana se trasladó a Brooklyn), etc. Estas experiencias intensas se transmiten a través de los selfis, con infinidad de fotografías en las que la catedral, el edificio histórico, el museo… siempre quedan detrás de mi propia imagen, porque lo importante es transmitir que yo he estado.

El problema es que este perfil de consumidor turístico, no se plantea el impacto que genera a los residentes: ruido, basura, lo que suponen el piso turístico en el que estoy… Él es simplemente un consumidor. Él viene a consumir en un espacio seleccionado (previa información de una oficina de turismo), cuya gestión le corresponde a la administración pública competente (permisos de terrazas, horarios de cierre, peatonalización...) No es tanto un problema educacional por parte del turista (se le culpabiliza con frecuencia, para evitar responsabilidades) como un problema de gestión pública (de política urbana).

Estas afecciones solo afectan a determinadas partes de la ciudad. La mayoría de esta se mueve al margen de este proceso de turistificación. La cuestión es que el turismo cada vez juega un papel más importante en el crecimiento de la ciudad. En el año 2022 el turismo aportó un 5,5% del PIB de la Comunidad Autónoma del País Vasco (Observatorio Turístico de Euskadi).

2.  La vivienda y los pisos turísticos, el auge de una nueva clase media que viaja

Después del Covid-19, aparece una nueva demanda de turista de clase media, viene en familia o en grupo y reduce su nivel de gasto alquilando un piso turístico (se hacen la comida, el desayuno…). Su número es cada vez más relevante: la mitad de la oferta de alojamientos en Málaga son pisos turísticos. Este boom de los pisos turísticos hay que verlo desde un punto de vista de las características que se están dando en el mercado de la vivienda. Presentan una mayor rentabilidad que un alquiler normal y una mayor flexibilidad en cuanto a las condiciones del contrato que se realiza con el inquilino. Gran parte del mercado tradicional de la vivienda se ha trasladado al mercado del alquiler de corta duración.

Unos pisos turísticos que necesariamente no son para turistas, hay que verlos dentro de un mercado de alquileres de corta duración (cambia la función social de la vivienda: de residencial se pasa a una actividad económica); nueve meses como piso de estudiantes, tres meses como piso turístico, luego lo oferto a inmigrantes o trabajadores temporales de paso… La característica es que puedo trabajar con unos inquilinos que están sujetos a continuos cambios (económicos y temporales) sin que legalmente tenga especiales consecuencias.

3. Hostelería y alojamientos

Una de las características del proceso de turistificación es que gran parte del proceso va vinculado a modificaciones socioeconómicas y urbanísticas importantes en las zonas de atracción turística. Parte del mercado tradicional va siendo sustituido por franquicias, especialmente en el campo de la hostelería (Gambrinus, Cañas y Tapas, Entre vinos, Sum…) donde los bares tradicionales van desapareciendo, especialmente por la presión de los alquileres (rentistas). Paralelamente el mercado tradicional (alimentación, servicios…) va acabándose en la medida que el perfil de los clientes va cambiando: dejan de ser residentes, para convertirse en turistas ocasionales.

A la vez, nos encontramos una progresiva transformación de espacios residenciales que se van convirtiendo en hoteles, apartahoteles, albergues o viviendas turísticas. La oferta de vivienda tradicional se reduce, la calidad de vida se degrada, ruidos, suciedad…

4. ¿Hacia dónde va la ciudad?  La consistencia del modelo turístico

Los efectos de la afluencia masiva son visibles en muchos de los principales destinos turísticos tanto en el estado (Barcelona, Madrid, Sevilla…) como en otras ciudades europeas: Brujas, Salzburgo, Oxford, Carcasona Siena… Los visitantes colapsan las vías de acceso al casco histórico, saturan las plazas de aparcamiento… La presión turística resulta especialmente problemática en determinados espacios de la ciudad (área central), se generan graves conflictos de gestión (movilidad, aparcamiento…). Esto provoca el rechazo o expulsión de la población local que rehúsa utilizar la “ciudad que invaden los turistas”.

A la hora de abordar el tema del impacto turístico en el marco urbano, hay que tratar dos temas que están de fondo: la capacidad de carga y la función que asignamos a la vivienda.

  • La capacidad de carga de la ciudad. En estos momentos encontramos una sobrecarga turística: cuando la demanda supera la capacidad de un destino para gestionar afluencias masivas. Se entiende por “capacidad de carga” el máximo de población turística que puede acceder a una ciudad sin que se produzca una degradación económica, social y de convivencia, evitando hipotecar futuros escenarios. Su definición y evaluación, ayudará a estructurar la ciudad: número de licencias y permisos para la construcción de hoteles, hostelería, desplazamiento y movilidad interna… Esto permitirá gestionar los planes urbanísticos de forma más coherente.

 Diversos organismos internacionales han generado durante los últimos años cierta doctrina en relación con la necesidad de controlar o regular el uso turístico de los recursos culturales y urbanos, en aras de garantizar su conservación haciendo, hincapié también en la necesidad de garantizar la calidad de la experiencia de la visita (Carta del Turismo Cultural, ICOMOS, 1999). El Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO y la Organización Mundial del Turismo recogen de forma explícita en diferentes documentos estas preocupaciones: ‘Handbook Tourism Congestion Management at Natural and Cultural Sites (OMT, 2005), Tourism at World Heritage Cultural Sites. The Site Manager’s Handbook (ICOMOS-OMT, 1993)’.

  • ¿Cuál es la función que asignamos a la vivienda? La vivienda es una necesidad social básica. Existe además un déficit muy importante entre la población especialmente joven e inmigrante. ¿Qué sentido tiene redefinirla como una actividad económica? Cuando se plantea la vivienda como actividad económica, se está sacando parte del parque de vivienda residencial a un negocio. Además, es un negocio que se basa en la externalización de costes, se basa en que la comunidad de residentes asuma una serie de costes (ruido, trasiego de personas…).

La conclusión que se plantea es que abordar la turistificación de la ciudad es un tema complejo, en la medida en que gran parte de las ciudades han hecho del mismo una de las fuentes de su renovación urbana. Y las preguntas que surgen son varias: ¿hasta cuándo podemos seguir manteniendo el modelo? ¿Existen otros alternativos a la turistificación? ¿Vamos hacía una explosión de la burbuja turística como están apuntando diversos estudios? Son preguntas que surgen y están sin resolver, el tiempo lo dirá.