Lo que aprendí en la UCI
Gotzon Toral
Ikus-entzunezko Komunikazioko irakasle erretiratua
Dicho sea sin ánimo de alarmar a nadie que, de aquella, la facultad no estaba en las ultimas sino en estado naciente: la Unidad de Ciencias de la Información fue la sopa primordial en la que nació todo esto. Para cuando el Ministerio reconoció nuestra facultad con todas las de la ley, eramos ya una facultad de hecho: ciclo completo de la licenciatura, mas de mil estudiantes...
Me piden que hable de lo que tuve que ver con aquella anomalía. Advierto que está muy sobrevalorada la experiencia. Lo mismo que la juventud ahora, pero esa es otra historia. Con el tiempo, aun sin darse uno cuenta, adecentas los recuerdos para hacer un relato más presentable. En realidad, como decía el maestro, la experiencia es un cúmulo de errores, lo que de verdad cuenta es lo que haces con tus vivencias.
Aquella primera UCI (Unidad de Ciencias de la Información) fue un sueño que tomó forma de la mano de un pequeño grupo de estudiantes que cursábamos primero y segundo curso en Barcelona. Había que convencer a las autoridades de Bilbao y de Barcelona con un proyecto para empezar las clases aquí, disponer de aulas, contratar al profesorado, y echar a andar por nuestra cuenta. Todo mi afecto para Ramón Martín Mateo, el buen rector, que confió desde el principio en cuatro pipiolos. Bajo su tutela comenzamos la selección del profesorado. Hoy resulta punto menos que inexplicable. Así nació también la primera universidad europea en Bolonia.
Hay un anecdotario irresistible y toda una historia no escrita. Encontrar profesorado de Semiótica parecía imposible. Luciano Rincón hacía uso de aquel concepto, pero no entró al lio. Comisiones de estudiantes organizaban el día a día y las Semanas de la Comunicación, con ilustres como Juan Cueto que se vino en moto desde Gijón, incondicional, y aun nos invitó a la sencilla comida que le habíamos preparado en un restaurante de barrio. Las decisiones se adoptaban en asambleas abiertas que ocupaban la mayor parte del calendario escolar. Allí se debatió la primera subida salarial que reclamaba el profesorado.
De entonces acá, las transformaciones que ha vivido la facultad han ido a la par de la propia evolución social: aumento de personal y equipamientos, nuevas licenciaturas, programas de estudios, reformas y contrarreformas...Después de todo lo pasado, que no es poco, ni ha sido menos conflictivo, guardo el mejor recuerdo de la lección inaugural que dio nuestra facultad aún en la UCI, con un alumnado que no espera a que se lo den todo hecho y haciendo piña todos en la gestión de un proyecto común. Aquellos viejos valores se reciclan hoy en el discurso del emprendimiento, el trabajo en grupo y la innovación como palancas de la excelencia universitaria.
Está claro que son otros tiempos. Las incertidumbres aumentan en esta sociedad que hemos dado en llamar de la comunicación, pero esta lección inaugural sigue siendo una de las enseñanzas más importantes que aprendí en mi facultad, a donde volví como profesor, tras más de una década de experiencia profesional.
El recuerdo es un material volátil que se ha de contrastar, como el buen periodismo. Esta celebración de los años pasados es una oportunidad para hacer un buen ejercicio de memoria. Un repaso individual y colectivo para reflexionar sobre lo que hemos hecho y lo que cabe hacer con la ya larga experiencia que acumula nuestra querida facultad.