Carmen Núñez Lahuerta, investigadora del Departamento de Geología desde el verano de 2024, es una de las firmantes del artículo The earliest human face of Western Europe, publicado por Nature. Ella nos cuenta su papel en el descubrimiento como parte del equipo que estudia pequeños vertebrados.
CIENCIA EN PRIMERA PERSONA
Carmen Núñez Lahuerta y la cara más antigua de Europa occidental
- Reportajes
Fecha de primera publicación: 27/03/2025

El pasado día 12 de marzo se publicó en la prestigiosa revista Nature un trabajo liderado por la doctora Rosa Huguet, investigadora del Institut Catalá de Paleoecología Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA), de Tarragona. En este trabajo se presenta el análisis multidisciplinar de la cara humana mas antigua de Europa occidental, con entre 1,1 y 1,4 millones de años, que se recuperó en 2022 en el nivel TE7 del yacimiento de la Sima del Elefante, en la Sierra de Atapuerca (Burgos).
Tras un profundo estudio se ha podido asignar el fragmento de cara, con sigla ATE7-1 a Homo affinis erectus, una especie mas primitiva que Homo antecessor. Esta última es la única especie humana definida en la Península Ibérica, y que procede del yacimiento de la Gran Dolina, en la misma Sierra de Atapuerca a unas decenas de metros de la Sima del Elefante, y con una edad de unos 860.000 años. Homo antecessor se caracteriza por tener una cara frágil de facciones más modernas, y sin embargo los restos recuperados en la Sima del Elefante, bautizados como “Pink”, corresponden con una cara con facciones más primitivas, que recuerda a Homo erectus especialmente en la forma de la nariz, que es más plana y poco desarrollada.
Pero debido a la naturaleza fragmentaria del registro fósil no se ha podido hacer una asignación completa a la especie Homo erectus, de ahí el término affinis, que viene a significar que ATE7-1 es un hominino afín a H. erectus, pero no se puede descartar al completo que los restos de Pink pertenezca a una especie diferente. Tal vez en el futuro aparezca más material de este hominino y podamos realizar una asignación completa a una especie, pero esta es una problemática común en paleontología. En cualquier caso, estas diferencias sí nos permiten afirmar que Pink llegó a la península mucho antes que H. antecesor, y que dos especies humanas diferentes han habitado la misma durante este periodo de la historia de la Tierra que denominamos Pleistoceno Inferior.
Además de los restos de la cara, se han hallado otras evidencias de presencia humana en este nivel TE7 del yacimiento, como son herramientas líticas y restos de grandes animales con marcas de corte. Y este hallazgo se suma al de una mandíbula también humana, asignada a Homo sp., recuperada dos niveles por encima, en TE9.
En este trabajo, liderado por el IPHES-CERCA, además del estudio paleoantropológico, se incluyen otros análisis y estudios, como el proceso de conservación del resto humano, la geología de la cueva, o el paleontológico y paleobotánico. En él participamos varios investigadores de diferentes instituciones y disciplinas, incluyendo un equipo que se encarga del estudio de los pequeños vertebrados del que formo parte. En mi caso, me he encargado del estudio de los restos de aves del nivel, que son uno de los grupos más abundantes en la asociación fósil del nivel TE7, aunque mi andanza en Atapuerca comenzó hace unos años.
Comencé mi trabajo en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca en 2011, cuando aún estaba cursando el 4º curso de la licenciatura en Geología, en la Universidad de Zaragoza. En ese momento los yacimientos de la Sierra de Atapuerca ya eran bien conocidos mundialmente, especialmente los localizados en la Trinchera del Ferrocarril (Sima del Elefante, Galería, y Gran Dolina), y la Sima de los Huesos.
Entré en el equipo de la mano de la doctora Gloria Cuenca Bescós, quien posteriormente dirigió mi tesis doctoral, que comencé en 2014. Desde ese momento empecé no solo a participar en las campañas de campo de Atapuerca, sino que también comenzó mi investigación de estos yacimientos. En 2019 terminé la tesis doctoral en la Universidad de Zaragoza, y desde entonces he pasado por la Universidade NOVA en Lisboa, el IPHES-CERCA en Tarragona y, actualmente, trabajo en el Departamento de Geología de la Universidad del País Vasco. A pesar del continuo cambio de centros de investigación, no he dejado de investigar sobre estos yacimientos, ni he dejado de participar en sus campañas de campo.
Mi trabajo durante las campañas de campo consiste en el lavado del sedimento que se extrae durante la excavación. El objetivo de este procesado es la recuperación de los restos de los pequeños vertebrados como roedores, quirópteros, musarañas, anfibios reptiles o aves (estos últimos son mi objeto de estudio). Para poder realizar esta actividad precisamos una gran infraestructura, ya que lavamos más de una tonelada de sedimento al día. Para ello transportamos los sacos de sedimento de los yacimientos a nuestra estación de lavado, donde tenemos réplicas de las cuadrículas de cada uno de los yacimientos. Así evitamos la mezcla de distintas muestras, que dividimos por yacimiento, nivel, cuadro, y profundad. De esta manera tenemos un control muy preciso de las faunas que aparecen en cada área de la cueva, cada 10 centímetros de profundidad.
Ponemos a remojo las muestras para facilitar el disgregado de las arcillas que acompañan a los restos fósiles, y posteriormente hacemos pasar el sedimento por una torre de tamices con luz de malla descendente. Al finalizar este proceso obtenemos lo que denominamos concentrados. Estos concentrados están formados por cantos y rocas procedentes de fuera o de las propias paredes de la cueva, y restos fósiles de vertebrados (huesos y cáscaras de huevos). Una vez que estos concentrados están bien secos procedemos al triado, donde separamos los restos de los distintos grupos de estos pequeños vertebrados y los fragmentos de huesos de vertebrados más grandes, que embolsamos con el etiquetado pertinente y hacemos llegar a nuestros colegas de la excavación.
La razón de este trabajo tan minucioso y delicado es el gran potencial que tienen estos pequeños vertebrados para dar una datación relativa de los niveles y para poder reconstruir el paisaje en el momento en el que se formaron los yacimientos. Cuando la campaña de campo termina, nuestro trabajo de investigación continúa: los colegas del equipo de estudio de estos pequeños vertebrados nos dedicamos a estas dos tareas. Conocemos las preferencias de hábitat de la mayoría de las especies de pequeños vertebrados que aparecen en estos yacimientos, bien por que pertenecen a linajes que existen actualmente, o bien porque en algunos casos las mismas especies aparecen actualmente en los ecosistemas, lo que nos permite extrapolar la información en función de las proporciones entre las diferentes especies.
Este grupo de animales además presenta una gran ventaja frente a las especies de mayor tamaño, ya que son muy abundantes en las asociaciones fósiles. En la mayoría de los casos su acumulación en los niveles estratigráficos se debe a su depredación por parte de aves rapaces, que suelen acudir siempre a los mismos posaderos a expulsar sus egagrópilas (bolas formadas por los restos que las aves no pueden digerir), produciendo enormes acumulaciones de pequeños huesos.
Por otro lado, algunas especies de pequeños vertebrados, especialmente los roedores, tienen unas características que los hacen muy útiles como “fósiles guía”. Los roedores se reproducen muy rápido, lo que facilita una alta tasa de evolución, que se traduce en cambios anatómicos que los paleontólogos podemos estudiar. Tras muchos años de estudio y de comparación entre distintos niveles, distintos yacimientos, y otros tipos de dataciones absolutas, conocemos muy bien que especies aparecen en cada momento. Así que, si identificamos una asociación de roedores con unas especies concretas, podemos dar una edad aproximada al nivel que estamos estudiando.
Durante nuestro trabajo de campo, pudimos recuperar varios miles de restos de estos pequeños vertebrados en el proceso de lavado y triado. En total lavamos 2,15 toneladas de sedimento, procedentes del nivel estratigráfico del que se recuperaron los restos humanos. El estudio de los roedores, liderado por el Dr. López-García, nos ha permitido dar una edad al nivel TE7 de entre 1.1 y 1.4 millones de años, con la presencia de taxones como Allophaiomys lavocati, Arvicola jacobea o Castillomys rivas, entre otros. El estudio conjunto de estos roedores junto con los anfibios y reptiles (liderado por el Dr. Blain), los murciélagos (liderado por la Dr. Galán, que también fue investigadora de la UPV/EHU) y las aves (mi parte del trabajo), nos ha permitido conocer como era el paisaje en el que habitaba Pink hace más de un millón de años. Se trataba de un paisaje relativamente húmedo, de bosque abierto y con cursos de agua, es decir, un entorno con una gran disponibilidad de recursos para esta población humana. Esta interpretación además esta apoyada por los datos paleobotánicos obtenidos del mismo nivel.
El estudio comparado entre estas faunas del nivel TE7 donde se recuperaron los restos de Pink, datado en entre 1.1 y 1.4 millones de años, y del nivel TE9, datado con 1.2 millones de años, y donde se recuperó la mandíbula nos ha permitido hallar algunas diferencias, pero también algunas similitudes. Las especies que aparecen en ambos niveles son en general las mismas, por lo que indicarían una cronología similar (que es congruente con los datos que teníamos), y un ambiente en general similar también. Sin embargo estas especies aparecen en proporciones diferentes, por lo que hemos podido matizar como era el paisaje en ambos momentos, y sabemos que entre el nivel TE7 y el nivel TE9 se produce una reducción en las áreas de bosque y un aumento de las zonas secas, pero siempre dentro de un clima templado.
Como he comentado antes, las aves, que son mi objeto de estudio, son uno de los grupos mas abundantes en el nivel TE7, gracias al lavado de sedimento y a la excavación directa, se han recuperado cientos de restos. La mayoría de los mismos, con mucha diferencia, pertenecen a la especie Corvus pliocaenus. Se trata de una especie de cuervo extinta, de tamaño similar pero ligeramente menor que el cuervo actual, Corvus corax, pero con las patas algo mas largas. Actualmente estamos estudiando estas diferencias anatómicas entre las dos especies para dilucidar a que se deben estas adaptaciones.
También hemos recuperado en el nivel TE7 de la Sima del Elefante pequeñas aves Passeriformes, que se conocen comúnmente como aves cantoras, patos, codornices, palomas, una especie de perdiz extinta, y aves rapaces. Entre estas aves rapaces se puede destacar la presencia de Halieetus albicilla, o pigargo. Esta especie de ave rapaz de gran tamaño es común hoy en día en otras zonas de Europa situadas más al norte, aunque durante el Pleistoceno es relativamente común en todo el continente.
Este descubrimiento marca un antes y un después en nuestra comprensión de la evolución humana en Europa. Aunque aún quedan muchas preguntas por resolver, el hallazgo de "Pink" y su contexto paleoambiental abren una ventana al pasado por la que nos podemos asomar para entender mejor la evolución humana, y que nos proporciona nuevas posibilidades para futuras investigaciones. Atapuerca sigue siendo un punto caliente de conocimiento sobre nuestro pasado, y el trabajo conjunto de los equipos de investigación promete desvelar aún más misterios sobre nuestros ancestros y los paisajes que habitaron.
Galería de imágenes
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Las muestras de sedimento se depositan en cubos con agua para facilitar su posterior lavado. El tiempo durante el que están a remojo depende del tipo de arcillas del nivel del que procede la muestra. Foto: C. Nuñez Lahuerta. -
La campaña de procesado de sedimento de Atapuerca se realiza a orillas del río Arlanzón, a su paso por la localidad de Ibeas de Juarros. Foto: C. Nuñez Lahuerta. -
Cada puesto de lavado, formado por varios tamices, es ocupado por una persona que procesa las muestras de una en una, evitando así la mezcla de materiales. Foto: C. Nuñez Lahuerta. -
Varios miembros del equipo trabajan en la zona de lavado a la vez para agilizar el proceso, ya que se lavan más de 1.000 kg de sedimento cada día. Foto: C. Nuñez Lahuerta. -
Cada día de la campaña los miembros del equipo se ocupan de poner a punto todos los elementos necesarios para poder llevar a cabo las actividades. En la imagen, la preparación de la motobomba con la que extraemos el agua del río. Foto: A. Fagoaga