Karlos Santamaria eta haren idazlanak
Discurso del nuevo Doctor Honoris Causa, Prof. D. Carlos Santamaría
Theoria, 16-17-18 zk., 1992
Lehendakari Jauna, Jaun Andreok.
Quisiera, en primer lugar, dar las gracias más cumplidas al Rector y a los señores profesores de esta Universidad, por haberme concedido este Doctorado «honoris causa», que tanto me honra, y de modo muy particular al profesor Larrazabal, mi padrino en este acto de investidura, cuya sabia y generosa exposición acabamos de escuchar.
Mi agradecimiento también, muy efusivo, a las dignas autoridades y a las personas todas que habéis querido acompañarme en este solemne acto académico.
Oso onak, oso maitagarriak izan zarete nerekin. Nere eskerrik bero beroenak guztiei!
Estamos en la Universidad del País Vasco, que tanto queremos y en la que tantas esperanzas tenemos puestas. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para decirles unas breves palabras acerca de ella, de su pasado y de su posible futuro.
En primer lugar, me parece que puede ser útil recordar aquí, sobre todo a los más jóvenes, que los comienzos de la misma no fueron nada fáciles. Al contrario, tuvo que pasar mucho tiempo y hubo mucho que luchar hasta conseguir que nuestra Universidad fuese finalmente tomada en consideración por el poder central.
Mientras la gran mayoría de las regiones del Estado tenían ya desde hace muchos años sus propios centros universitarios, la idea de una Universidad en el País Vasco encontró siempre cierta resistencia en la administración educativa. Al parecer, se suponía que la presencia de esta Universidad contribuiría a reforzar el separatismo. Era vista pues como un peligro para la unidad cultural del Estado.
Un ejemplo muy significativo al respecto de esta actitud negativa, la encontramos en la respuesta dada por el Gobierno de Madrid, en Real Orden del 10 de Enero de 1924, denegando categóricamente la petición de Universidad formulada poco antes por la Sociedad de Estudios Vascos.
En dicha Real Orden se decía, entre otras muchas cosas parecidas, lo siguiente: «Rodeada la región vasca de centros universitarios como Oviedo, Zaragoza y Valladolid, con gran facilidad de comunicaciones y en los que reciben enseñanza los naturales de las provincias vascas y Navarra, no hay razón administrativa alguna para que se establezca allí una nueva Universidad».
Se daba así por sentado, como la cosa más natural, que los estudiantes vasco-navarros que quisieran seguir una carrera al término de sus estudios de bachillerato, tuviesen que desplazarse necesariamente fuera del País Vasco, con todos los inconvenientes, gastos y dificultades que esto implicaba.
Pero, además y en todo caso, esa carencia de Universidad propia constituía un gran obstáculo para el desarrollo de la cultura vasca.
Euskal Unibertsitatearen posibilitate osotara ezeztatzen zitzaigun, eta azken finean, ukamen horren arrazoia, politikoa zen, ez kulturala.
En estas penosas condiciones nunca faltaron, sin embargo, en el País Vasco amplios sectores intelectuales que reclamaran con insistencia la creación de esa Universidad tan deseada y tan necesaria para muchos de nosotros.
Buena prueba de ello es la constitución de la sociedad de Estudios Vascos, «Eusko Ikaskuntza», en 1918, uno de cuyos primeros objetivos era precisamente el logro de la Universidad.
Así lo manifestó con toda claridad el catedrático Don Tomás de Elorrieta en su notable discurso pronunciado en Pamplona en el Segundo congreso de la Sociedad de Estudios Vascos, en 1920.
El modelo de Universidad del País Vasco que el Sr. Elorrieta presentó en aquel discurso era muy ambicioso y desbordaba los límites de las universidades corrientes.
Además de impartir las enseñanzas de las distintas ramas del saber, esta Universidad tendría que realizar —según él— otros quehaceres importantes, como la formación política de los jóvenes; su preparación para los problemas sociales de todo tipo; la aproximación de la ciencia a la industria y la promoción de la cultura en toda la sociedad, incluso entre la gente obrera. Un amplísimo programa, como ustedes ven, de lo que debería de llegar a ser la Universidad Vasca.
En la época de mi juventud, éramos muchos los estudiantes universitarios vascos que nos agrupábamos en torno a «Eusko Ikaskuntza» y a sus inolvidables cursos de verano, que eran como la semilla y la realización anticipada de nuestra futura Universidad.
Recuerdo siempre, con admiración y afecto, la figura del gran animador de aquellos cursos veraniegos, el catedrático don Ángel Apraiz, que tanto hizo por la causa universitaria vasca.
La realidad es que a lo largo de la primera mitad del siglo, y aparte de algún que otro centro privado de enseñanza superior, como la Universidad de Deusto —cuyos alumnos de derecho pasaban sus exámenes en la Facultad de Valladolid— no había en todo Euskadi más que un solo centro oficial de estudios superiores: la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao.
Esta situación incomprensible para un pueblo como el nuestro, no empezó a resolverse hasta mediados los años cincuenta. Fue en 1955 concretamente cuando se creó la Facultad de Ciencias Económicas de Bilbao y unos años después, en 1968, la Facultad de Derecho de San Sebastián.
A partir de estos primeros pasos se avanzó poco a poco mediante la creación de nuevos centros públicos universitarios en distintos puntos de Euskadi, hasta llegar al amplio desarrollo actual en el que los antiguos nunca hubiésemos soñado.
Gaur egun, hainbat ikastetxe eta Fakultate dituelarik, eta bere berrogei mila ikasle baino gehiagorekin, unibertsitate handi bat da jadanik. Etorkizuna beterik agertzen zaigu benetan.
¿En qué consistirá este futuro en los próximos años? ¿Hacia dónde avanzará nuestra Universidad?
No hace falta decir que la Universidad del mañana no va a ser idéntica de la actual. En esto, como en muchas otras cosas, se hace necesario prever una evolución al compás de los tiempos.
¿Qué puede esperarse de la Universidad en esta época de acultura generalizada en que vivimos actualmente? Esta sería mi pregunta principal sobre este punto. No voy a entrar aquí y ahora en esta difícil cuestión. Sólo una pequeña observación relacionada con ella.
A mi entender hay que evitar a toda costa que nuestra Universidad se convierta casi exclusivamente en un centro expedidor de diplomas académicos.
Por desgracia, éste es un fenómeno que se da en muchas parte. La Universidad es entendida sobre todo desde ese punto de vista.
Lo único que muchos estudiantes esperan de ella es la obtención del título. Parecería que todo lo demás, la cultura, la ciencia, el saber, les tiene, en el fondo, completamente sin cuidado.
Jarrera hau oso kaltegarria iduritzen zait. Berez, Unibertsitatearen eginkizuna ez da tituluak ematea, baina zerbait oso garrantzitsuagoa.
La Universidad es, y debe ser cada vez más, una institución básica socio-cultural capaz de influir profundamente en muy diversos aspectos de la vida ciudadana.
El mundo económico, el mundo del trabajo, el mundo político, tienen derecho a esperar mucho de ella como formadora y educadora de sus futuros dirigentes.
Yo les pediría a ustedes, señores profesores, que no pierdan de vista esta dimensión esencial del quehacer universitario.
A mi modesto juicio, no basta con que cada profesor explique lo mejor posible las asignaturas que les estén encomendadas. Hace falta también en gran medida que, unidos todos los profesores y plenamente conscientes de la trascendencia de su labor, sepan hacer de la Universidad esa institución orientadora de la sociedad a la que anteriormente he aludido.
Uno de los quehaceres más interesantes que a mi entender aún están pendientes es la de la utilización del euskera como lengua docente.
Muchos pensamos, en efecto, que junto a la Universidad común debiera existir otra que impartiese todas sus enseñanzas en euskera, es decir, lo que habitualmente solemos llamar «Euskal Unibertsitatea».
La revista «Jakin», a la que tanto debe la cultura euskalduna, publicó en 1977 un número especialmente dedicado a este tema, en el que la «Euskal Unibertsitatea» era examinada desde distintas perspectivas, no como un proyecto opuesto al de la actual Universidad del País Vasco, sino, al contrario, como una realización simultánea y, en último extremo, convergente con ésta.
Siempre recuerdo el artículo que Jesús María Larrazabal publicaba en este número de «Jakin». En él decía poco más o menos lo siguiente:
«Bi Unibertsitateak, alegia, 'Universidad del País Vasco' delakoa eta 'Euskal Unibertsitatea', paralelak izan behar dira. Ez, ordea, paralela hitzaren zentzu euklidianoan baizik Lobatxeskiren zentzuan non paralelak aurkitzen dira».
En el terreno práctico, mi opinión sería completamente favorable a esta postura conciliatoria.
Hay algunos que creen que este proyecto de una Universidad en euskera es pura y simplemente una utopía.
Piensan y dicen que esta lengua no tiene ni tendrá nunca suficiente entidad para servir de plataforma a una auténtica enseñanza universitaria.
Yo no lo creo así de ninguna manera. En estos últimos tiempos se han dado muchos pasos importantes, en orden a la utilización del euskera como lengua docente y de cultura. Tenemos ya, por ejemplo, entre otras muchas cosas, revistas científicas, cursos superiores y estudios preuniversitarios en euskera que funcionan sin la menor dificultad.
Un experimento particularmente significativo a este respecto, que no quiero olvidarme de citar aquí y ahora, es la «Udako Euskal Unibertsitatea», la Universidad Vasca de Verano, nacida en San Juan de Luz en 1973, en una de las reuniones que por entonces solíamos celebrar los euskaltzales de uno y otro lado de la frontera. La «Udako Euskal Unibertsitatea» ha venido funcionando con una constancia admirable, año tras año, extendiendo sus cursos a las materias más diversas del saber universitario.
Esta y otras diversas experiencias parecidas prueban que la enseñanza universitaria en euskera no es un mito, sino algo perfectamente realizable.
Vistas las cosas como son, creo poder afirmar que nuestra Universidad se encuentra en plena vitalidad, en plena marcha y que sin ninguna clase de falsas ilusiones, cabe esperar de ella un gran progreso, tanto en la extensión de sus enseñanzas, como en la calidad de las mismas.
Bukatzen dut, honako hauek izango dira nere azkeneko hitzak.
Aintzinako lanak ez ziren alferrik izan.
Eusko Unibertsitatea abiada osoan dago. Euskalerri guztiaren serbitzurako.
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Hitz-multzoak bilatu daitezke, hitz-segida emanez gero (kristau fede adibidez).
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