Carlos Santamaría habla de «La amenaza de la guerra nuclear»

 

El Ciervo, 418 zk., 1985-12

 

      Cuando en 1945 fue lanzada la bomba de Hiroshima, la opinión mundial apenas se conmovió. En realidad el hecho no representaba para la gente algo nuevo o insólito, porque en el curso de la guerra había habido ya grandes bombardeos y gigantescas matanzas, y el mundo estaba acostumbrado a este género de noticias.

      El bombardeo de la ciudad japonesa produjo incluso una sensación de alivio al suponerse, no sin razón, que la nueva arma contribuiría a dar un rápido y definitivo final a la contienda.

      Este es probablemente el motivo de que la mayoría de los comentarios publicados en la prensa mundial en los días inmediatamente siguientes a la destrucción de Hiroshima —una muestra significativa de los cuales fue publicada por Pax Christi en la obra L'atome pour ou contre l'homme, en 1958 —nos resulte hoy francamente decepcionante, por su falta de penetración ante la importancia histórica del acontecimiento.

      Uno de los pocos observadores que supo estar a la altura de las circunstancias fue quizás el parlamentario británico Robert Boothby, quien en el News of the World del 7 de agosto de 1945 lanzó su famosa frase profética: «La bomba atómica va a significar el fin de las guerras o el fin de los hombres».

      De hecho, en los cuarenta años transcurridos desde entonces el arma nuclear no ha vuelto a ser empleada. Pero sigue estando ahí, como el gran convidado de piedra en la mesa de las superpotencias, y no sólo está, sino que crece y progresa incesantemente en su capacidad de destrucción.

      Desde los años sesenta existe la impresión, cada vez más generalizada —pero carente de todo fundamento racional— de que nunca será utilizada. Así en 1980 George Kennan pudo afirmar que «la bomba atómica es el arma más inútil que se haya inventado jamás».

      Entre los años 65 y 80 la estrategia de disuasión adormeció, en efecto, los temores de la Humanidad: casi todo el mundo llegó a creer que la guerra nuclear no constituía ya un peligro real para su supervivencia.

      Pero en el momento actual nadie tiene ya fe en la disuasión. Los estrategas y políticos de ámbito mundial saben perfectamente que dicha estrategia está completamente agotada.

      Ha llegado pues la hora en que se replantea de modo efectivo el dilema de Boothby: o los Estados acaban con las armas nucleares o éstas acabarán pronto con el género humano. La Humanidad tiene ahora que elegir. La bomba atómica va a significar fatalmente, o el fin de las guerras, o el fin de los hombres.

      Dentro de este contexto de ideas la amenaza de guerra nuclear, lejos de ser un mal, puede constituir el punto de partida de una gran mutación en el proceso de evolución del género humano. Las guerras o, por lo menos las grandes guerras, o guerras totales entre las potencias dominantes, van a hacerse imposibles en adelante, porque la primera de ellas conduciría inevitablemente al Apocalipsis.

      El objeto principal del presente libro es el de proporcionar al lector medio una información objetiva y suficientemente completa acerca de estos problemas. Forman parte del mismo una cronología desde el 45 y un pequeño diccionario de palabras relativas al arma nuclear.

      El libro consta de cinco partes. En la primera de ellas se estudian las razones de no-utilización de la bomba en el transcurso de los últimos cuarenta años; las crisis más importantes que a este respecto se han producido y los motivos de que las mismas no se hayan resuelto en catástrofes.

      La larga serie de negociaciones, acuerdos, tratados, etc. que desde el año 46 hasta ahora han tenido lugar en torno a las armas nucleares es objeto de la segunda parte. El conocimiento de este largo —y en gran parte inútil— proceso negociador, es esencial para el de la situación actual.

      En la tercera parte he tratado de presentar del modo más sintético posible la historia del desarrollo de dichas armas. Desde la bomba de Hiroshima hasta la guerra en el espacio, que ahora es proyecto, el arma nuclear ha realizado enormes progresos —si así puede llamárseles— y la bomba del 45 es un simple fuego de artificio comparada con los sistemas de armas nucleares y posnucleares de que actualmente disponen las superpotencias.

      La situación actual del mundo en relación con la amenaza de guerra nuclear es examinada en la cuarta parte del libro. Una especial atención se dedica en el mismo —claro está— a la situación del Estado español y la política de seguridad que este debe o puede adoptar (OTAN; referéndum; posible «neutralismo activo» de España, etc...) ante la «situación nuclear».

      Finalmente en la última parte he examinado las cuestiones éticas que plantea el arma nuclear y el futuro del pacifismo.

      Yo creo enormemente en este futuro y estoy persuadido de que el pacifismo se impondrá en el mundo bajo nuevas formas que aún no conocemos claramente.