Karlos Santamaria eta haren idazlanak
El terrorismo puro
El Diario Vasco, 1980-11-09
La historia del terrorismo puro se inicia con los necrófilos decembristas rusos del año 20 del siglo pasado y puede decirse que llega hasta nuestros dÃas a través de una cadena ininterrumpida de teóricos y de realizadores de la destrucción.
«La pasión de la destrucción es la pasión creadora por excelencia».
Esta frase del padre putativo del anarquismo, Mijail Bakunin, sintetiza bastante bien la filosofÃa central del terrorismo puro, sublimación directa del instinto freudiano de muerte.
SerÃa sin embargo un error evidente el confundir ese primario nihilismo destruccionista con la teorÃa-praxis trotskista-leninista-maoÃsta de la guerra revolucionaria. Frente al irracionalismo visceral del terrorismo clásico, los promotores de la guerra revolucionaria presentan esta como una acción cientÃfica, perfectamente calculada desde el punto de vista de la acción psicológica y dirigida hacia fines polÃticos subversivos bien determinados.
Todo el mundo está de acuerdo en admitir que la genealogÃa de la guerra revolucionaria pasa no solamente por Marx sino también, y sobre todo, por Clausewitz.
En tiempos inmediatamente anteriores la ciencia militar veÃa en la guerra un asunto básicamente técnico y confiado a especialistas. Según este punto de vista el militar será netamente apolÃtico. Hará solamente la guerra cuando se lo manden los polÃticos si bien le corresponderá el establecimiento de los planes estratégicos y su realización táctica en todo el mundo.
Clausewitz en cambio verá la guerra como un tipo de acción sustancialmente polÃtico, y la acción militar como una forma de hacer polÃtica la más decisiva e importante que existe.
Lenin y Mao, lo mismo que antes Marx y Engels, leerán y meditarán la obra fundamental de Clausewitz, pero luego le darán un vuelco fenomenal.
El genial oficial prusiano habÃa construido su teorÃa en relación con la lucha entre los Estados. Lenin y Mao la aplicarán a la lucha de clases y más concretamente a la guerra subversiva para destruir por su base el estado burgués.
La politización de la guerra resultará asà completa. El combatiente será al mismo tiempo un ideólogo. Su actividad terrorista o guerrillera tenderá principalmente a la movilización de las masas y a la formación del ejército popular.
Ahora bien, para los teóricos de la guerra revolucionaria estos pasos ulteriores son esenciales. La agitación terrorista no será sino una fase previa de la cual habrá de pasarse a la guerra de movimiento al mismo tiempo que a la movilización popular. Sin esta transformación consecuente el terrorismo involucionará y se pudrirá.
¿Está ocurriendo aquà algo de esto? El ametrallamiento de Zarauz invita a pensar detenidamente sobre ello. Pero no es un tema apropiado para un artÃculo de periódico sino más bien una cuestión de análisis y «laboratorio».
De cualquier manera y a mi modesto juicio el Ayuntamiento de la villa zarauztarra ha tenido un gran acierto al declarar que se trata de «una acción de terrorismo puro».
No hay aquà espacio suficiente para comentar más ampliamente ni para justificar esta afirmación municipal que, como he dicho antes, me parece clarividente.
Pero en las breves consideraciones anteriores he procurado dar al lector algunas referencias para que pueda interpretar por sà mismo la clase de degradación del fenómeno que aquà se puede estar produciendo.
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