El caso de Polonia

El Diario Vasco, 1980-10-05

      En Polonia, lo obreros en huelga han incluido entre sus reivindicaciones algunas exigencias de tipo religioso, favorables a la presencia de la Iglesia en la sociedad.

      Se trata de un hecho insólito en los tiempos que corremos. Difícilmente podría imaginarse algo parecido en este momento en cualquier otro país de tradición cristiana.

      Sabíamos desde hace tiempo que en Polonia existe un movimiento de renacimiento religioso de relativa importancia, revelado por datos e informaciones estadísticas que todo el mundo conoce.

      Pero quizás hay algo más importante que esto y es que en aquel país están conviviendo, en una cierta coexistencia, es decir, sin catástrofe inmediata, cristianismo y marxismo. A mi juicio, éste es un hecho de gran importancia para el futuro de nuestro mundo.

      Como antecedente de la extraña situación polaca podemos recordar aquí algunas de las ideas que el pensador marxista polaco Adam Schaff exponía en los años sesenta en su libro «El marxismo y el invididuo humano», sobradamente conocido entre nosotros.

      La publicación de este libro fue objeto de grandes críticas en Polonia. Nadie negó rotundamente la ortodoxia marxista de este autor, pero ciertos medios intelectuales, como los de la revista «Nowe Drogi», expresaron sus reparos y su preocupación por la utilización que podría hacerse en Occidente de la obra recién publicada.

      Lo que Schaff pretendía era, ni más ni menos, que «rehabilitar la causa de la persona humana en la construcción del socialismo». Pero este intento no era casual. Schaff insistía en que el mismo era absolutamente necesario en una situación como la que se había alcanzado en Polonia.

      Â¿Qué ocurrió, o qué ocurre, en aquel país? Según Schaff, la problemática religiosa de la vida y de la muerte, de la felicidad, del sufrimiento, etcétera, ha penetrado allí profundamente en los medios juveniles y está causando «muchas víctimas», hasta el punto de que se trata ya de un «asunto serio». La causa de esto —dice Schaff— es que el marxismo no ha ofrecido hasta ahora respuestas válidas a estas cuestiones, precisamente porque no se ha desarrollado dentro de él una teoría adecuada del individuo humano.

      Â«La muerte pone en cuestión todos los esfuerzos y los actos del individuo. Por eso, ante el sufrimiento de los hombres, no tenemos más remedio que preguntarnos si la vida vale realmente la pena de ser vivida».

      Cuestión idealista, enteramente ajena a cualquier planteamiento marxista. Pero, sin duda alguna, esencial para los que nos sentimos cristianos y también para otros muchísimos hombres y mujeres de todo el mundo.

      Estas discusiones anunciaban ya de alguna manera los actuales conflictos ideológicos en Polonia. La presente confrontación no sólo tiene, pues, un interés político, sino también religioso, filosófico e ideológico.