Karlos Santamaria eta haren idazlanak

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La Filosofía

 

El Diario Vasco, 1967-08-20

 

      A mí personalmente las cosas que pasan no suelen enfadarme demasiado. No es que no indignen, claro está. Lo que ocurre es que me dedico a filosofar, que es una manera de indignarse como otra cualquiera. A los poderes de este mundo suele molestarles bastante que haya gentes que nos dediquemos a filosofar, tal vez porque suponen que pensamos lo que efectivamente pensamos.

      Pero, ¿qué es filosofar? (¿Un modo, quizás, de buscarle tres pies al gato? ¿O acaso una manera de escurrir el bulto a la hora de trabajar?). ¿De dónde nace la necesidad de filosofar? ¿Por qué y para qué filosofa el hombre?

      Se ha dicho que filosofar es empezar a extrañarse de todo. Pero también se ha dicho que el que aprende a filosofar se coloca en condiciones de no extrañarse de nada.

      Hay quien, como Jaspers, piensa que la filosofía tiene su origen en la radical inseguridad de la existencia. Otros, en cambio, suponen que sólo la ausencia de verdaderos problemas permite al hombre sumergirse en el ensueño de la reflexión filosófica.

      Marx afirmó en su Manuscrito de 1844 que «el llamado espíritu filosófico no es sino el espíritu alienado del mundo alienado, pensándose a sí mismo de una manera abstracta».

      Pero Pascal, en sus Pensamientos: «se moquer de la philosophie c'est vraiment philosopher».

      Las críticas del primero sobre cierta manera burguesa de filosofar, son correctas. Esto no impide, sin embargo, que Marx sea un filósofo activo. El mismo pretendió haberle encontrado un sentido a la Historia en la construcción de la propia Historia. ¿Y qué es esto, sino filosofar?

      La filosofía no es, pues, un simple conocer. Exige una creencia previa en que todo tiene un sentido. Ninguna parcela del ser carece de sentido. (Hace falta mucha fe para creer en esto).

      Â«Filosofar es creer que el mundo tiene un sentido», dice profundamente Jean Lacroix. Sólo porque se cree que el mundo tiene un sentido se busca el sentido del mundo. (Para filosofar hace falta fe).

      Ante el acontecimiento adverso, caben dos posturas.

      La primera consiste en «condenar» el acontecimiento. Pero no hay actitud más estúpida que la de condenar una realidad que se nos impone como realidad.

      La segunda consiste en batirse con él. Batirse con el acontecimiento adverso.

      Y es entonces cuando éste empieza a adquirir sentido.

      Filosofar es buscarle un sentido a las cosas, luchando con ellas.

      Los filósofos de la acción tienen razón en esto. Las cosas no tienen sentido mientras nos limitamos a pensarlas. Sólo en la acción cobra sentido la vida. Y así, vivir es, en cierto sentido filosofar, y filosofar, vivir intensamente.

      Me dirá alguno que todo esto son palabras.

      Y en efecto, son eso: palabras.

 

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