Karlos Santamaria eta haren idazlanak

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El peligro lunar

 

El Diario Vasco, 1967-07-02

 

      Prometeo —todo el mundo conoce su historia— fabricó un hombre de arcilla que a Minerva le pareció muy bien; pero la diosa dijo que como aquella efigie no tenía alma había que dársela en seguida. A este efecto la propia diosa facilitó el viaje de Prometeo a los espacios celestes. Al desdichado no se le ocurrió cosa mejor que apoderarse de una brizna del fuego divino arrancándola de una rueda del Sol. Y fue entonces cuando Júpiter, molesto, envió a Pandora la famosa caja en la que estaban encerrados todos los males humanos.

      En cuanto a Prometeo —todos lo saben— fue condenado a que un vampiro le devorase indefinidamente sus siempre renacientes entrañas. Y así fue durante muchos años en la cumbre del Monte Cáucaso hasta que el incansable Hércules mató al vampiro de un porrazo.

      Es una pena que el hombre haya perdido sus facultades de fabulación, porque los mitos son portadores de grandes y misteriosas verdades.

      Â¿Qué significa ese inmenso relato de Prometeo? Entre otras cosas significa, sin duda, que el hombre no debe acosar a la Naturaleza y que el querer hurgar demasiado en los secretos de ésta puede acarrearle pésimas consecuencias.

      Por ejemplo, está claro que estas expediciones astronáuticas de ahora no pueden traer cosa buena a la Humanidad.

      La expedición a la Luna parece ya un hecho inminente. Ya no es tema de novela anticipacionista, sino realidad contigua a nosotros mismos.

      Muchos esperan que la URSS celebrará el quincuagésimo aniversario de la revolución de octubre, y el décimo del lanzamiento del primer «Spoutnik», con una experiencia sensacional, que no puede ser otra que el envío de la primera tropa humana a la Luna.

      Por su parte los americanos anuncian que el programa Apolo podrá ser llevado a cabo antes de 1970, aunque la reciente reducción de presupuesto astronáutico a la cifra de trescientos mil millones de pesetas anuales parece que va a obligar a los experimentadores a hacer algunas economías en sus ensayos.

      Está previsto, según fuentes americanas, que los tres primeros astronautas podrán traer un total de 69 kilos de rocas lunares, las cuales serán sometidas a un análisis muy minucioso. Es lógico suponer que, por este camino antes de mucho tiempo se habrán puesto en explotación las riquezas mineralógicas de la Luna.

      Â¿Tratará el primer ocupante de afirmar su título de propiedad sobre esos supuestos tesoros inexplotados?

      En tal caso lo mas probable es que semejantes pretensiones sean un nuevo motivo de discordia entre las potencias terrestres, ya harto enzarzadas por causa de los conflictos que todos sabemos.

      Para prever este peligro el embajador Fedorenko propuso en nombre de la URSS, ahora hace justamente un año, la internacionalización de los «territorios lunares» o «lunatorios». América vio con los mejores ojos esta postura tan constructiva, pero el hecho que hasta ahora la misma no ha servido para nada, sin duda por causa de la gran cantidad de quehaceres inmediatos que entretienen a las potencias.

      La guerra lunar no es el único peligro que amenaza a la Humanidad como consecuencia de esa expedición. Hay otro más tenebroso los virus.

      Los biólogos suponen, al parecer, que en la Luna puede haber microorganismos desprovistos desde hace millones de años de empleo y sueldo y que no desean otra cosa que trasladarse a la Tierra en la primera ocasión que se les presente. ¿Qué va a ocurrir si en vez de que el hombre colonice a la Luna sean estos bacilos extraterrestres los que colonicen a la Tierra?

      A esto responden los americanos que todo está previsto, ya que los expedicionarios astronáuticos, y cuantos objetos materiales les acompañen a su regreso, serán sometidos a una rigurosísima desinfección en el «Lunar Receiving Laboratory» o «Laboratorio de Recepción Lunar».

      Sin embargo, algunos timoratos se preguntan si no sería mejor atenerse al mito prometéico y renunciar a estas locas empresas.

      Reconozcamos que el hombre no sería el hombre si así lo hiciese. El Hombre es Prometeo y Prometeo es el Hombre. No hay quien pueda separar al uno del otro.

      Siempre continuarán siendo los dos un solo ser al que el vampiro devorará indefinidamente la entraña.

      Lo del porrazo de Hércules no es seguramente nada más que un añadido para consuelo de caminantes.

 

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