Karlos Santamaria eta haren idazlanak

 

Multiplicar las fuentes

 

El Diario Vasco, 1966-03-27

 

      La nueva ley de Prensa ha suscitado una amplia gama de comentarios periodísticos que, si bien no llega a cubrir todo el abanico de posibilidades deseable, abarca al menos un campo lo suficientemente extenso para atraer el interés crítico del lector.

      Entre estos comentarios, hay uno el de «El Norte de Castilla», del 18 de los corrientes, que ha retenido mi atención, precisamente porque apunta hacia un problema sociológico interesante: el de la objetividad de la formación.

      La información ¿puede ser objetiva, puede ser «neutral»? Y si esto no es enteramente posible, ¿cuál es el medio mejor a fin de lograr la máxima objetividad?

      Â«Para pocos es un secreto —dice el periódico vallisoletano— que unas cuantas agencias de noticias monopolizan la información del mundo. Tampoco es descaminado pensar que la noticia llega al lector conforme quiera el informador que la lea. Un estudio de estos problemas señaló certeramente que la información ya no es una posibilidad de inculcar una doctrina en las masas, sino una técnica de influir en el comportamiento de las mismas. ¿Qué defensas caben frente a ese gigantesco aparato informativo? Podríamos decir que muy escasas, dado el auge penetrativo de la noticia y los múltiples medios que la técnica actual, radio, televisión y otros órganos, utiliza para difundirla. Quizá la única defensa hasta cierto punto eficaz es la instauración de un periodismo de ideas». Conclusión que no deja de halagarnos a los que tratamos de practicar este género de periodismo, pero que me parece insuficiente.

      Es cierto que la tendenciosidad informativa es uno de los instrumentos más poderosos de la «acción psicológica». Y es justo y lógico que el ciudadano normal e inteligente trate de liberarse de ella.

      Por no citar más que un solo ejemplo, bastante apartado ya de nosotros, evocaré aquí el de una famosa «serpiente de mar» —noticia que se infla y se deforma sistemáticamente para impresionar a la opinión— que data de la guerra del 14. Se refiere al episodio de la rendición de Amberes a los alemanes. Al día siguiente de este hecho, el periódico alemán «Kölnische Zeitung» dio la siguiente información. «Al anunciarse la caída de Amberes, las campanas de las iglesias han sido lanzadas al vuelo en toda Alemania». Esta noticia, relativa a un hecho en sí mismo bastante insignificante, sufrió el siguiente proceso de deformación sistemática: «Le Matin»: «Según la 'Kölnische Zeitung', el clero de Amberes ha sido obligado a hacer tocar las campanas después de la toma del fuerte». «Times»: «Según la información que 'Le Matin' ha recibido de Colonia, los sacerdotes belgas que se han negado a tocar las campanas después de la toma de Amberes han sido eliminados de sus puestos». «Corriere della Sera»: «Según las informaciones que el 'Times' ha recibido de Colonia, vía París, los desgraciados sacerdotes que se negaron a tocar las campanas después de la toma de Amberes han sido condenados a trabajos forzados». «Le Matin» (bis): «Según las informaciones del 'Corriere della Sera', vía Londres, se confirma que los bárbaros vencedores de Amberes han castigado a los desgraciados sacerdotes de Amberes por su negativa heroica a tocar las campanas de las Iglesias, colgándoles de las campanas como badajos con la cabeza abajo».

      Por desgracia, existe un tipo de lectores que quiere y busca este mismo tipo de información tendenciosa. La noticia que le interesa es la que da la razón a sus inclinaciones, o a sus odios políticos y sociales. No se trata de buscar la verdad, sino el argumento en favor de la propia opinión.

      Ahora bien, este mal no se corrige, sino con la educación, es decir con una educación política adecuada que forme a los hombres en el amor de la objetividad, lo que constituye una meta difícil de alcanzar. La enseñanza de la historia y en particular de la historia política y religiosa de los pueblos, debe desterrar la manía apologética y triunfalista, para sustituirla por un amor heroico a la verdad de los hechos, pese a quien pese y caiga quien caiga. ¿Estamos dispuestos a ello?

      Por otra parte, para el lector imparcial, que desea la objetividad y la imparcialidad de la noticia, el mejor medio de defensa es el de multiplicar sus fuentes informativas.

      Está demostrado matemáticamente que las causas de error se compensan con otros y que no hay como una buena «media» de posiciones y opiniones diferentes para conocer la realidad.

      Si lo que se desea es alcanzar la mayor objetividad de la información, y suponiendo que el lector, a quien va dirigida ésta, sea lo suficientemente inteligente para buscar la verdad por sí misma —lo que no es poco suponer—, el mejor medio para lograr el fin indicado no será solamente el periodismo de ideas como propone el editorial que comentamos, sino la multiplicación de las fuentes informativas.

      Sólo después de oír contar a muchas personas, de distintas opiniones y puntos de vista, lo que ha ocurrido en un momento y lugar determinado, puede un formar una idea auténtica y desapasionada del suceso en cuestión.

 

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