Ser verdaderos

El Diario Vasco, 1960-07-17

—«Hijo, para descansar,

      Las vacaciones nos plantean el problema metafísico de la evasión de lo real. Es un problema absurdo, que no tiene al parecer, ningún sentido, ya que nada ni nadie puede escapar al sino de lo real.

      Sin embargo, hay en nosotros una angustiosa e inexplicable necesidad de «ser irreales», de transportarnos a una situación en la que la realidad no siga ya oprimiéndonos. Tenemos cierta extraña vocación de fantasmas.

      Está uno sumergido en el desencanto de muchas cosas. Lo real es demasiado impuro y monótono, demasiado sucio y falso, para poder seguir viviéndolo con un mínimo de ímpetu vital. Por eso necesitamos escapar.

      Acabo de leer un artículo del Dr. Eck sobre «el sueño». Es un buen artículo, lleno de sugerencias y que nos invita sobre todo, a dormir con profundidad, como si se tratase de un misterioso rito, una comunión de nuestro ser con la madre naturaleza.

      Pienso que dormir es tomarse unas vacaciones del «yo».

      Donde quiera que voy me encuentro conmigo mismo. Me encaro con mi «yo», como el «doble» de Dostoieski, para decirle que me harta este repetido e inoportuno encuentro. Necesitaría situarme en un lugar donde no estuviese mi «yo», pero parece que ello es imposible.

      Se ofrecen muchos métodos para esta anhelada evasión: montaña, «oasis de silencio», estaciones termales, pesca, deportes náuticos, cámping salvaje, gastronomía, viajes a territorios casi inaccesibles, el sol de media noche y las islas del Pacífico.

      Pero nada de eso me libera del aburrimiento del yo y su circunstancia.

      Mi amigo Arteche termina su último artículo diciéndonos a todos que hay «que ser verdaderos». «Una cosa muy sencilla» añade. Y sin embargo, él sabe tan bien como cualquiera de nosotros, que el «ser verdadero» es una cosa dificilísima por no decir imposible.

      Â¿Hay acaso alguien que en su íntimo existir esté de acuerdo consigo mismo?

      Así que no hay descanso ni vacación para el mortal. Quiero creer que todo esto sea impaciencia de eternidad.

      Â¡Ser verdaderos! Buen remedio para lograr la paz, la verdadera vacación de la paz. Pero, ¿no será ésto también un sueño?