La Pira en Moscú

El Diario Vasco, 1959-11-22

      La Pira ha ido en peregrinación a Moscú. Nada más llegar le ha enviado desde allí un telegrama al Papa y ha dirigido a las personas que han salido a recibirle un sermón acerca de la Jerusalén celeste y de la inoportunidad de destruir ciudades terrestres. «Porque toda ciudad terrestre tiene algo de la celeste Jerusalén».

      Exactamente el 15 de agosto, día de la Asunción, se ha arrodillado ante la tumba de S. Sergio, en Zagorsk, medio confundido entre la turba procesionaria y orante de fieles, venidos de todos los ángulos de la estepa rusa; ha comido con los monjes del antiquísimo monasterio, ha conversado largamente con ellos y ha escrito en el libro de oro del mismo: «En este día bendito, dedicado a la fiesta de la Asunción de la Virgen, y en este lugar sagrado donde reposan los restos del más grande de los santos rusos, hemos rezado con inmensa esperanza para que la paz descienda sobre toda la Humanidad».

      A los miembros del Soviet Supremo le ha rendido visita el 17 de agosto. Les ha dicho: «Yo creo en la presencia de Dios en la Historia, y en la fuerza histórica de la oración. Esta es la razón que me trae aquí, decidido a tender un punte de oración entre Oriente y Occidente. Y puesto que todo puente tiene necesidad de dos pilares, he ido primero a Fátima y ahora acabo de visitar vuestro monasterio de Zagorsk para rezar sobre la tumba de S. Sergio. Hay quienes poseen la bomba atómica y hay quienes poseen la bomba de la oración. Yo he pedido a todas las religiosas claustrales del mundo que recen hoy para que este puente entre Oriente y Occidente no se derrumbe. Señores: Nuestro programa debe ser éste: dar a los pueblos la paz, construir casas, fecundar los campos, abrir fábricas, escuelas y hospitales, hacer que florezcan las artes y procurar que se abran por todas partes iglesias y catedrales, para que la paz fructifique sobre todos los planos de la realidad humana».

      A un artículo de la «Pravda» del día 21 de agosto en el que se insistía, una vez más, en que hay que acabar con los restos de la supersticiones y los prejuicios religiosos, la Pira ha contestado con una larga disertación, en un banquete oficial, en la que ha asegurado, con su perenne sonrisa en los labios, que artículos como ése resultan ya anticuados, infantiles y poco científicos y que la Prensa del Partido serviría mejor a los intereses rusos y a los del mundo si adoptase una concepción menos imbécil respecto del hecho religiosos.

      A lo que los otros han respondido que, en efecto, resultaba un poco imbécil, pero que al fin y al cabo era la Prensa del Partido y no la opinión del Gobierno.

      Desde Radio Moscú ha lanzado a los cuatro cuadrantes del éter estas sencillas palabras, absolutamente inusitadas para los auditores rusos: «He venido para rezar cerca de los grandes santos rusos el día de la Asunción, fiesta de la Madre en Oriente y Occidente. soy creyente y estoy convencido de que la oración es una fuerza histórica que conduce a la paz».

      Y luego, después de un amplio viaje por Ukrania, haciendo escalas en monasterios y lugares santos, se ha vuelto a Occidente por el mismísimo camino por donde había venido.

      Un comentario inhumano y farisaico: «La Pira ha hecho el juego a la publicidad rusa».

      Un comentario humano y cristiano: «Bendito sea este hombre. Bendito sea».