Pintura y realidad

El Diario Vasco, 1958-09-28

      Ã‰tienne Gilson ha publicado la edición francesa de su obra «Painting and Reality», que vio primero la luz en América. «Pintura y realidad» es un tema cargado de actualidad y el libro de Gilson merece ser leído y meditado por todos los que se interesan por la polémica de la pintura abstracta y la pintura figurativa.

      Jean Lacroix, filósofo y ensayista brillante y profundo, en un comentario que dedica al libro de Gilson dice de aquél que «más que una introducción filosófica a la pintura es una introducción pictórica a la filosofía». La filosofía no es, en efecto, un tránsito, sino una culminación.

      Toda creación humana tiene algo de obra de arte y toda obra de arte encierra algo de descubrimiento. Crear es descubrir lo que estaba encerrado dentro de uso, es descubrirse uno a sí mismo.

      Â«El pintor que se imagina por anticipado el cuadro que va a pintar, no es pintor. El verdadero artista no conoce la idea que la ha movido hasta que ha terminado su obra. No se reconoce a sí mismo sino en su obra, a través de su obra y después de su obra», dice Jean Lacroix.

      Lo mismo podría afirmarse de toda obra creadora. Existen profundas analogías entre las emociones del investigador el descubridor de mundos —y las del artista el descubridor de «su mundo»—.

      Toda obra humana pasa por un largo proceso de noche oscura, que es un no ver nada, ni dentro de fuera de sí; el camino auténtico de la verdad. En la noche se depura la obra y sólo resplandece en un amanecer fulgúreo, casi instantáneo.

      Â«Toda verdad camina lentamente en nosotros», susurra Jacques Chevalier en su introducción a «Bergnon y el Padre Pouget». Cualquiera puede comprobar esa árida peregrinación de la verdad en la noche que lleva dentro.

      Durante ese «tempo» nocturno la lógica no sirve para nada. La lógica viene sólo después. Sólo cuando está terminada, la obra aparece lógica y coherente consigo misma. Entonces surgen las teorías de los críticos, las explicaciones de los cicerones y las exégesis de los exégetas.

      Pero para el creador aquello es ya letra muerta, agua pasada. «Su mundo» está siempre más allá.

      Â«Nada parece ante nosotros como realidad sino en la medida en que es indócil», ha dicho, en frase ya clásica, Ortega y Gasset. Tal afirmación puede ser aplicada no sólo a la realidad exterior, sino también a la realidad interior. Somos realidad para nosotros mismos en la media que nuestro «yo» nos es indócil y tenemos que luchar con él para seguir siendo.

      Tal es la lucha del artista al sacarse de las entrañas su obra de arte. El arte no es abstracción ni figuración, o por lo menos no es sólo estas cosas; es, ante todo y sobre todo, introspección, entrada del sujeto dentro de si mismo.