Karlos Santamaria eta haren idazlanak
La irresponsabilidad
El Diario Vasco, 1958-04-27
No hace falta describir el estado de confusi贸n y de miseria moral en que se encuentra la Humanidad de nuestro tiempo: injusticia social, malestar internacional, escepticismo, odio, fatiga, incertidumbre.
En todas partes reina una gran desorientaci贸n; nadie debe creerse libre de este ambiente que se nos impone y nos afecta a todos en mayor medida de lo que suponemos.
Pero, 驴qui茅nes son los verdaderos responsables de semejante situaci贸n? Nadie lo sabe. Es casi imposible reconocer a los verdaderos culpables. Incluso los dirigentes pol铆ticos y sociales m谩s importantes creen poder justificar su propia irresponsabilidad fund谩ndose en la impotencia en que se encuentran para poner remedio a los males.
Las buenas voluntades aisladas no bastan, en efecto, para luchar contra este estado de cosas. Se ha operado una especie de 芦colectivizaci贸n禄 del pecado; el mal moral se ha encarnado en estructuras y situaciones sociol贸gicas; el ego铆smo y la pasi贸n han adoptado formas legales y moral铆sticas que pretenden exigir nuestro respeto y nuestra colaboraci贸n.
Es indudable que la causa, el origen m谩s o menos lejano de esta situaci贸n, hay que buscarlo en las omisiones culpables y las acciones injustas de cada uno de los hombres de nuestra generaci贸n o de las generaciones precedentes.
Pero no debemos enga帽arnos a este respecto, tratando de descubrir a los responsables personales de semejante estado de cosas; no se trata ya solamente del pecado aislado, del que cualquiera pueda considerarse autor o c贸mplice, sino de un estado de pecado colectivo, de una atm贸sfera de iniquidad, en la que todos estamos sumergidos y las responsabilidades se hallan ya tan diluidas que parecen suprimir los escr煤pulos y adormecer las conciencias.
Ya no es s贸lo el mal patrono que no paga a sus obreros el salario justo o el pol铆tico venal que prospera a espaldas de la miseria del noble. Las culpas de unos cuantos se han extendido, en cierta manera, a todos; se ha producido una especie de contagio o de encanallamiento colectivo y no est谩 en manera alguna fuera del lugar el repetir la afirmaci贸n de P茅guy de que la sociedad entera se halla en estado de pecado.
Un conocimiento aut茅ntico de este fen贸meno no podr铆a lograrse sin un cat谩logo detallado de las formas que el pecado colectivo adopta en nuestro mundo y un an谩lisis minucioso de los casos presentados. Convendr谩 examinar por tanto en esta perspectiva la injusticia social; los estados de odio o de incomprensi贸n que preparan la guerra; la guerra misma con toda su cohorte de pecados colectivos y personales; la intolerancia religiosa como fen贸meno sociol贸gico condenable; la incredulidad colectiva; los ego铆smos de los grupos sociales que se oponen al bien com煤n; la falsificaci贸n de los criterios morales.
Como conclusi贸n, ser铆a tambi茅n necesario estudiar y hacer aplicaci贸n de la noci贸n de pecado colectivo a las propias comunidades cristianas, las cuales no escapan al fen贸meno sociol贸gico que tratamos de estudiar; junto a conductas personales muy virtuosas pueden darse desviaciones morales en la conducta colectiva; as铆 la humildad personal coexiste a veces con la soberbia colectiva; la pobreza personal no es incompatible con una ambici贸n de poder y de riqueza colectiva que no siempre ser铆a completamente aceptable.
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