Carlos Santamaría y su obra escrita
Se negocia o seguirá la guerra
Punto y Hora de Euskal Herria, 359 zk., 1984-09-21
J.A. Etxaniz
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Don Carlos SantamarÃa es un sabio en el sentido más amplio del término. Doctor de Ciencias, ha dirigido durante muchos años el Instituto Meteorológico de Igueldo. Autor de innumerables trabajos, ocupó una cartera en el Consejo General Vasco. Recientemente impartà una conferencia sobre el filósofo Xabier Zubiri, en el marco de la Universidad Vasca de Verano.
Pero además es un hombre comprometido con su tiempo y signatario, entre otros muchos intelectuales de la «Carta a los Pueblos y Naciones del Mundo». Le hemos pedido su opinión sobre el tema de las negociaciones. Sus palabras denotan la firmeza de sus convicciones combinada con la racionalidad analÃtica de un hombre de ciencia.
Señor SantamarÃa, cree usted que todo abertzale debe mostrarse partidario de unas negociaciones que traigan la paz a Euskadi?
Pienso que no solamente los abertzales sino cualquier ciudadano sensato» —dice sin titubear un segundo—.
La siguiente pregunta le va a permitir ahondar más en el tema.
¿Comparte usted la idea de que un Estado puede desmoronarse si accede a negociar con un movimiento guerrillero respaldado por un sector popular significativo?
No creo que pueda desmoronarse. La historia nos demuestra que todos los conflictos armados han sido superados con la negociación. Pienso que no existe ninguna pérdida de autoridad ni de soberanÃa por parte del Estado entrando en unas negociaciones de este tipo. Un concepto de la Justicia absolutizado que no admitiese esto, no sólo entrarÃa en contradicción con la ética sino con la concepción moderna del Derecho y la PolÃtica. Todo lo que sea favorecer la Paz es un trabajo bueno al que deben incorporarse todas las personas honradas.
Un Gobierno que sepa negociar pasará a la historia como un Gobierno ecuánime. Ya Santo Tomás definió el concepto de la prudencia polÃtica y el Gobierno debe mostrar la suficiente prudencia como para aceptar la vÃa de la negociación.
Por último le preguntamos sobre las soluciones a largo plazo. Concretamente sobre si es partidario de un desarrollo estatutario que conduzca a una fórmula federal o cuasi-independentista.
Yo parto —responde— del presupuesto que Euskadi es una comunidad con conciencia de identidad y con voluntad de supervivencia y desarrollo. Hay un estado de opinión que, de modo más o menos claro, manifiesta esta voluntad.
Parece que la Constitución insinuaba que estas situaciones de tipo nacionalidad podrÃan encontrar salida. Es, desde luego, mérito de la Constitución. Es difÃcil prever el futuro puesto que la nacionalidad expresa la existencia de una voluntad de ser libres. Reconocer la nacionalidad es reconocer la voluntad libre de un pueblo. Nosotros no sabemos qué pasará en el futuro. Reconocer esta nacionalidad implica una indeterminación sobre el futuro. No se pueden prejuzgar unos lÃmites que la contradigan. No podemos atribuirle caracteres que niegan la nacionalidad, si no se acepta esto, el diagnóstico está mal hecho. Y si no se empieza por reconocer que hay una comunidad, en ese caso el tratamiento será malo. Si el diagnóstico está bien hecho caben muchas posibilidades.
La nacionalidad —continúa— tiene grandes posibilidades de desarrollo en el interior del Estado español. Yo creo en la posibilidad de que una nación tenga un desarrollo dentro de un Estado pluralista. Una ruptura serÃa una aventura imprevisible. Mantenemos intensas relaciones culturales y económicas con los pueblos español y francés y parece que el independentismo no serÃa conveniente.
Pero Euskadi es un enfermo que lleva muchos años maltratado. Desde que yo era niño el nacionalismo ha crecido e incluso se ha exacerbado. Soy nacionalista puesto que estoy convencido de que aquà hay una nacionalidad, o sea una comunidad que no está constituida como Estado independiente. Mi opinión es que la independencia no es necesaria ni útil, caben soluciones confederadas, federales o estatutarias.
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