Carlos Santamaría y su obra escrita
Sobre «Euskadi» y «Euskalerria»
El Diario Vasco, 1983-06-19
Muchas personas —e incluso, algunos entes oficiales— emplean estas dos palabras como sinónimas, cuando en realidad distan mucho de serlo.
ConvendrÃa poner un poco de claridad en este asunto pues no se trata, evidentemente, de una simple cuestión terminológica, sino de algo por completo esencial para la interpretación de la realidad vasca contemporánea.
HabrÃa que empezar por distinguir netamente lo etnológico de lo polÃtico y jurÃdico.
La nación etnológica —un pueblo con su lengua, usos, tradiciones, etcétera— es una cosa; y otra muy distinta la nación polÃtica, constituida por estructuras, organización, leyes, instituciones y todo lo demás. La nación etnológica es cultural y antropológica. La nación polÃtica es conceptual e ideológica. Ambas cosas son de distinta naturaleza. Aunque una nación etnológica llegue a disponer de un aparato polÃtico propio, más o menos autónomo, nunca llegará a identificarse con éste.
En la práctica suele haber una gran confusión entre esos dos modelos de nación, a los que algunos llaman —acertadamente— nación primaria y nación secundaria.
Pues bien, en euskera tenemos la suerte de poder disponer de dos términos que se corresponden bastante bien con esta dualidad de conceptos.
La palabra «Euskalerria» significa la nación etnológica vasca: el pueblo que habla euskera y que responde por el hecho mismo a unas caracterÃsticas culturales especÃficas.
La otra palabra, Euskadi o Euzkadi, ideada por Sabino Arana, hace referencia a una unidad polÃtica, en acto o en potencia, del pueblo vasco en su totalidad.
A través de los tiempos y de sus avatares no ha dejado de existir la nación etnológica vasca, es decir un pueblo que se inscribe en la lÃnea de una cultura ancestral determinada, de la que el euskera es quizás la expresión más completa. Cada lengua constituye, en efecto, una lectura distintas del universo y, a pesar de los innumerables préstamos y transformaciones experimentados por el euskera, eso mismo ocurre con esta lengua. Sean arrantzales, baserritarras o herritarras de cualquier género, dos vascos que hablen euskera se reconocerán inmediatamente, donde quiera se encuentren en el mundo, como miembros de una misma comunidad cultural. Y es precisamente esta comunidad lo que solemos llamar «Euskalerria».
Etimológicamente la cosa no ofrece duda. La raÃz «euskal» hace referencia a la lengua. «Euskaldun» significa poseedor o «hablador» de la lengua vasca. «Euskalerria» quiere decir «el pueblo del euskera» o «el pueblo que habla euskera», con todas las consecuencias e implicaciones que esta definición lleva consigo.
Ahora bien, no todo el pueblo vasco habla euskera. La mayorÃa no lo habla ni lo entiende. No todos los vascos son por lo tanto «euskaldunes». Todos pertenecen a «Euskalerria». ¿Cómo llamar pues al pueblo vasco en su conjunto sin incurrir en contradicción?
Este problema se lo planteó ya Sabino Arana y lo resolvió con gran claridad, en un artÃculo publicado en 1901.
Hasta entonces habÃa él empleado las palabras «Euskaria» y «euskarianos» para designar al pueblo y a sus habitantes respectivamente. Pero estos vocablos no le satisfacÃan plenamente por diversas razones. Fue esta la causa de que inventase otros nuevos a partir de la raÃz «euzko». De esta nación «Euzkadi», representativa de la nación vasca en su sentido polÃtico-ideológico y «euzkotarra». Euzkotarra es —dicho sea con las mismas palabras de Sabino Arana— «todo vasco, sepa o no el euskera» (O.C. 1827).
Según esto un ciudadano de «Euzkadi» será llamado «euzkotarra» aunque no conozca la lengua, es decir, aunque no pertenezca a «Euskalerria».
La diferencia entre «Euskadi» y «Euskalerria» aparece aquà patente sin que esto signifique que ambas palabras representen realidades opuestas o contradictorias entre sÃ.
«Distinguir para unir» será, en este asunto como en otros muchos, un sano principio de sabidurÃa elemental.
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