Carlos Santamaría y su obra escrita
Los antagonismos polÃticos
El Diario Vasco, 1983-05-15
Algunos dicen —y es cierto— que la polÃtica vasca es muy complicada y difÃcil de entender: una «polÃtica de lujo», como insinuaba recientemente el amigo GarcÃa Ronda en uno de sus «Pasos».
La principal razón de esta dificultad y de esta lujuria —«lujuria», según la acepción: «Exceso o abundancia en algunas cosas»— consiste, a mi entender, en la doble dimensionalidad del espacio polÃtico vasco, tal como intenté explicarlo en mi artÃculo: «De geometrÃa electoral», del 3 de octubre próximo pasado.
En la mayor parte del Estado, las opiniones polÃticas tienden a polarizarse en función de un solo «clivage»: la partición derecha-izquierda.
En cambio en el PaÃs Vasco, lo mismo que en Cataluña —aunque en forma muy distinta que all× existe otro principio de división, tan importante o, quizás, más importante aún que el anterior. Me refiero —claro está— a la partición nacionalismo-unitarismo, que opone las tesis nacionalistas de Euskadi como nación a las tesis españolistas de la unidad absoluta de la SoberanÃa y del Estado español.
Para clarificar los barullos de estos dÃas en torno a las alianzas electorales, convendrÃa que nos construyésemos un pequeño «cuadro de Apuleyo», cosa que está al alcance de todas las fortunas, pues sólo exige un lápiz y un papel
A B
(PSOE) (AP + PDP + UL)
D C
(EE + HB) (PNV)
Dibujarán ustedes un cuadro ABCD. En el vértice A, escribirán, por ejemplo, «PSOE». En el vértice B: «AP + PDP + UL». En el C: «PNV». Y, finalmente, en el vértice D: «EE + HB».
Pese a las simplificaciones que implica este cuadro, el mismo puede darnos una idea de los antagonismos que juegan en el interior de la polÃtica vasca actual.
Cada lado del cuadro es antagónico con el opuesto, pero lo es bajo un solo concepto. AsÃ, por ejemplo, el lado AB se opone al CD, en virtud únicamente del nacionalismo o de la «cuestión nacional». Asimismo, la oposición del lado AD con el BC obedece sólo al «clivage»: derecha-izquierda, al que antes hemos aludido.
Pero para los vértices diagonalmente opuestos, como, por ejemplo, B y D, la oposición es total: oposición en cuanto a la estructura nacional (abertzalismo-españolismo) y oposición en cuanto al modelo de Estado (socialismo-capitalismo).
La polÃtica española en general es una polÃtica mono-dimensional. La polÃtica vasca está afectada, en cambio, por una bidimensionalidad esencial que lleva inevitablemente a la cuadripolarización.
En realidad aquà no funciona aquello de «Les ennemis de mes ennemis sont mes amis». Eso sólo ocurre en la polÃtica monodimensional. Aquà nadie es amigo de nadie. Todos son —y tienen que serlo, en cierto modo enemigos de todos.
AsÃ, por ejemplo, la enemistad de C con D y la de C con B no implican en modo alguno —«vade retro»— la amistad de B con D. Esto está claro, y lo mismo ocurre con todos los demás casos, digan lo que quieran los «triangulistas», partidarios de unir los vértices ABD con el simple y obsesivo —además de inútil» propósito de hundir al vértice C. «PolÃtica negativa» de la que ya dijimos algo en nuestro «Aspectos» del 19 de septiembre.
Y habrÃa mucho más que decir en el actual momento.
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