Carlos Santamaría y su obra escrita
Los «trágala»
El Diario Vasco, 1982-06-06
Hace unas cuantas semanas un dirigente socialista vasco declaró: «los nacionalistas tendrán que tragarse la LOAPA».
Estas palabras me parecieron —debo confesarlo— desafortunadas. Y no tanto por el fondo de las mismas —con el que naturalmente este modesto «intelectual» vasco no podÃa estar de acuerdo— como por la forma y las ideas negras que la frase en cuestión evocaba en mi espÃritu.
Aquello me sonaba un poco a «trágala», y es cosa bien sabida que en la historia de España contemporánea los «trágala» han traÃdo siempre pésimas consecuencias.
El primero de ellos, el que le dio el nombre a la cosa —«cantar el trágala»— fue, como todo el mundo sabe, la famosa canción con que el populacho enardecido celebraba en 1820 el éxito del levantamiento del entonces teniente coronel Riego, en Cabezas de San Juan, y la subsiguiente proclama de la Constitución del 12, tan odiada o más que el propio Lucifer por los absolutistas.
El estribillo de la horrenda canción era: «trágala perro», atrozmente insultante para la persona del rey Fernando y que, según parece, tuvo éste que oÃr con sus propios reales oÃdos en más de una ocasión.
«Trágala o muere - tú servilón - tú que no quieres - Constitución» era una de las estrofas más conocidas de la susodicha cantata, que ha debido de quedar grabada en la mente de todos los españoles que han ido a la escuela.
Pero poco habÃan de tardar los absolutistas en devolver el «trágala» a los liberales. Y no asà como asÃ, sino envuelto en torrentes de sangre, a lo largo de la década absolutista.
A partir de entonces se inicia una larga serie de feroces y sucesivos «trágala» de los que puede decirse está jalonada la historia moderna del Estado español. Algunos de ellos, de diferentes signos y no menos horribles que los del siglo XIX, los hemos conocido en el XX y es mejor quizás no recordarlos aunque en esta clase de asuntos sólo se puede conocer a fondo aquello que se ha vivido.
Uno no puede menos de reÃrse a carcajadas al leer la traducción que de la palabra «trágala» hace el prestigioso Cuyás: «title of a political song against the absolutists and in favour of the Constitution» («tÃtulo de una canción polÃtica contra los absolutistas y en favor de la Constitución»).
El «trágala» primigenio pudo ser eso; pero todos sabemos que fue muchÃsimo más y que es muchÃsimo más que eso en el sentido del uso popular de la palabra. Una vez más, como ha ocurrido tantas, el traductor «arrojó el niño —el verdadero significado que se inquiere— juntamente con el agua de la bañera».
No, amigo mÃo. No es a base de hacer tragar a la parte del pueblo vasco que es consciente y sentiente de su identidad éstas u otras leyes como se podrá llegar a una verdadera reconciliación entre los pueblos. Hará falta mucho más tacto y más inteligencia para reparar los entuertos históricos que hicieron surgir los nacionalismos.
Asà lo comprendieron los polÃticos que inventaron el «Estado de las autonomÃas». El camino era bueno, era adecuado. Pero este tipo de polÃtica tenÃa que llevarse a cabo en una atmósfera de consenso y no mediante imposiciones. Muchos hombres pacÃficos y nada amantes de la guerra creÃmos entonces que la reconciliación podÃa ser lograda por este medio.
Pero la guillotina parlamentaria —esta nueva especie de «trágala» que nos cantan ahora— parece que les quiere cortar la cabeza a nuestras ilusiones.
TodavÃa es posible rectificar. La prisa siempre es mala y en esta clase de «negocios» peor. Por el momento habrÃa que dejar de lado la famosa LOAPA y buscar, con el tiempo y el reposado diálogo que haga falta, un verdadero consenso. nada se perderÃa con ello y en cambio sà podrÃa ganarse mucho. La prisa es siempre cosa mala. (Conviene decirlo por segunda vez).
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