Carlos Santamaría y su obra escrita
Universidad e incultura
El Diario Vasco, 1981-03-29
El profesor Savater ha dado una conferencia en Bilbao en torno al tema de la crisis de la Universidad.
Yo no he tenido la fortuna de escuchar esta conferencia, pero en cambio he podido leer en la Prensa una crÃtica de la misma en la que se ponen un poco en solfa algunas de las ideas y de los «ardides verbales» utilizados por Fernando Savater.
«La propia inconcreción y el carácter anárquico de sus planteamientos decepcionaron las apetencias racionales de un auditorio acostumbrado a la lógica cientÃfica» —dice el autor del comentario.
Confieso que esta especie de crÃtica ha atraÃdo mucho más mi interés hacia la exposición de Savater que si se hubiera tratado de uno de tantos artÃculos encomiásticos y «piropeantes» como se suelen encontrar en unas y otras prensas.
En este honrado paÃs estamos todos acostumbrados desde jóvenes —desde que nos educaron— a conocer a los autores «sospechosos» únicamente a través de sus contradictores. Asà por ejemplo, en mis tiempos casi nadie habÃa leÃdo a Marx; pero todos estábamos «bien informados» de sus doctrinas a través de las crÃticas de los anti-marxistas. Nadie habÃa leÃdo —por supuesto— a Lutero; pero sà —claro está— a los antiluteranistas. nadie habÃa leÃdo a Kant; pero todos los hombres cultos, aunque sólo hubieran hecho el bachillerato, habÃan tenido que someterse a las prédicas de los anti-kantianos. Asà que desde nuestra inexperta juventud hemos tenido que acostumbrarnos a pensar a «kontra kostarri».
La idea de que la Universidad de hoy ya no responde a una unidad del saber es obvia y nadie puede ponerla en duda sin cerrar los ojos a la realidad. Las denominaciones de «pluriversidad» o «multiversidad» utilizadas —al parecer— por el profesor Savater no son tampoco ningún «ardid verbal». Hace años que un autor francés habÃa introducido el neologismo «Multiverso» para hablar de un Universo que ya tiene muy poco de «Uni». Evidentemente en un «Multiverso» la Universidad tiene que ser multiversa y esto —a mi modesto juicio— no tiene secreto para nadie.
El último número de la revista «Esprit», que lleva el encabezado: «Contre l'inculture» plantea precisamente —y una vez más— el tema de la Universidad.
La enseñanza universitaria —viene a decir la revista— no puede ser ya pensada como un sistema de saberes jerarquizados en el que las ciencias particulares estuviesen sometidas, como lo estaban en otros tiempos, a una meta fÃsica o a una teologÃa. Ni siquiera la filosofÃa ocupa hoy el lugar central del saber universitario ya que no pasa de ser una especialidad o una disciplina más, y no de las más estimadas por los estudiantes. El llamado mundo intelectual no puede ya alimentarse de una cultura sino de «morceaux de culture». Por otra parte las técnicas han invadido el sagrado recinto de la sabidurÃa y lo están demoliendo o, más bien, triturando, desde la base.
«Frente a esta situación la Universidad no puede ya continuar en la autarquÃa o en la nostalgia del tiempo en que era todavÃa UNIVERSITAS». Afirmación que no parece estar muy lejos de las preocupaciones del profesor Savater.
¿Recordaremos ahora a Ortega y a sus famosos «bárbaros especialistas»? Creo que este recuerdo estará ya en la mente del lector. Las ciencias y las técnicas son en efecto incapaces de dar unidad al saber. Estamos condenados al especialismo y con ello —en cierto sentido— a la incultura.
«La cultura de los especialistas crea una forma especÃfica de incultura más grande que otra alguna» —escribió el filósofo—. Y aquà está según creo la verdadera raÃz de nuestro problema.
Barajando estas ideas se me ocurre pensar que no hay hoy en dÃa mayor incultura que la del hombre culto. Y que será menester que volvamos todos, de algún modo, a la cultura primaria del hombre inculto: el hombre feliz que jamás fue a la escuela.
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