Carlos Santamaría y su obra escrita
¿Marcha verde sobre Cataluña?
El Diario Vasco, 1981-03-22
Un manifiesto, firmado al parecer por dos mil trescientos profesionales de la cultura y dado a conocer recientemente en Barcelona, pide la igualdad de derechos lingüÃsticos entre el catalán y el castellano. Sin embargo, no la pide, como pudiera creerse a primera vista, en defensa del catalán, sino en defensa del castellano, al que los firmantes del documento en cuestión consideran discriminado, postergado y prácticamente perseguido en Cataluña.
Hay que reconocer que el tono general del manifiesto no es excesivamente agresivo y que incluso hay en él concesiones poco frecuentes en los medios castellanistas como, por ejemplo, la de que debe también haber televisión, radio, prensa y cine en catalán como los hay en castellano.
Ahora bien, yo pienso que por debajo de esta operación hay manejos partidistas y una buena dosis de jacobinismo culturalista, que no se resigna a perder posiciones. Si hubieran triunfado los «turcos» —que a todo se llegará si ETA se empeña en ello— es muy probable que a estas horas el catalán se hallase de nuevo prohibido en Cataluña y hasta se puede sospechar que muchos de los firmantes del manifiesto se estarÃan ya frotando las manos de gusto.
El problema de fondo que se plantea en este texto es el del tratamiento cultural de la población inmigrante. En este punto los redactores del texto han puesto un gran patetismo al hablar de la situación de muchos trabajadores inmigrados que para que sus hijos encuentren trabajo se han visto obligados a consentir en que estos «se hagan catalanes».
«Esta degradante situación —dicen— les lleva incluso a avergonzarse de su origen o de su lengua, a catalanizar el nombre de sus hijos, etcétera, situación humillante que constituye una afrente a la dignidad humana y a la que sólo una injusta presión social les ha podido llevar».
Creo que en estas afirmaciones se exagera y se deforma notoriamente la realidad de este problema del que ya hace tiempo se ocuparon con acierto, en sus conocidos libros, Francisco Candel y el actual presidente de la Generalitat, Jordi Pujol.
En Cataluña una buena parte de las familias inmigrantes se integra con naturalidad y es bueno que asà sea. Es natural y humano que estas familias se vayan adaptando poco a poco a la cultura del pueblo que las recibe. Querer convertir a las mismas en una especie de avanzadillas de una invasión cultural, en una especie de marcha verde, me parece una atrocidad.
Es evidente que para el emigrante el abandono de su tierra, de su medio humano propio, de sus usos y costumbres, es en general, una verdadera tragedia. pero el verdadero culpable de ésta no es otro que el sistema capitalista y centralista que hace fatalmente necesarios los trasplantes casi masivos de poblaciones y el manejo de los hombres como si fueran cosas.
Lo que no se puede hacer es querer mantener viva la herida del «déracinement» y trasladarla a los hijos, a los nietos y a los biznietos de los emigrantes. Al contrario se debe procurar la adaptación; pero para eso hace falta que el paÃs recepcionario cuente con los medios necesarios para realizar este proceso con clama y sin forcejeo y esto es precisamente lo que no se ha permitido durante los pasados años.
Querer convertir a Cataluña en un auténtico «puzzle» cultural, como ahora pretenden los firmantes, me parece —repito— una atrocidad.
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