Carlos Santamaría y su obra escrita
Chiste ruso
El Diario Vasco, 1966-10-30
El debate ideológico entre marxistas y cristianos no tiene ninguna posibilidad de éxito, pero esto no significa en modo alguno que semejante diálogo sea inútil.
El echo de que cada uno de los campos adversos empiece a tomar en serio al contrario constituye ya un resultado positivo.
Una reflexión respetuosa sobre la ideologÃa opuesta es siempre preferible a la denigración calumniosa y cerril a la que estábamos acostumbrados.
Para un cristiano culto de nuestro tiempo el marxismo no es una simple manifestación de las fuerzas del mal. Empezamos a darnos cuenta, afortunadamente, de que los marxistas no son necesariamente ni locos ni malvados.
Asimismo desde el lado marxista ya no se identifica a la Iglesia con las fuerzas opresoras de la Humanidad, sino que se reconoce que hay en ella una fuerza profética, animadora de santas y justas rebeliones históricas, un fermento eficaz para la transformación de la sociedad, un ideal mesiánico de constante progreso. Esta es la visión de la Iglesia que el marxista Mury llama «apocalÃptica».
El marxismo representa el supremo esfuerzo del pensamiento materialista para dar una explicación del mundo; pero los marxistas parecen cada vez más convencidos de que esta explicación dista mucho de ser satisfactoria. Tampoco el cristianismo «explicante», que tan de moda estaba hace tres cuartos de siglo y que ingenuamente pretendÃa ofrecer un esquema coherente y exhaustivo de todo lo divino y lo humano, tiene ya ninguna aceptación.
Las posturas simplistas y fácilmente apologéticas de uno y otro lado van quedando felizmente eliminadas.
Cuando el cosmonauta Titov volvió de su viaje espacial, declaró que no habÃa encontrado en el espacio ni ángeles, ni corte celestial, ni cosa parecida y que no habÃa sitio para Dios por encima de la estratosfera. Según parece, el humorismo soviético respondió a esta noticia con un chiste que circuló entonces por allá y que viene a ser un arma de dos filos.
La anécdota en cuestión cuenta que a la vuelta de su viaje. Titov se va a visitar a Kruschev y le dice muy secretamente:
— ¡Allá arriba hay alguien! Yo lo he visto.
— ¡Chitón! —respondió Kruschev—. Yo ya lo sabÃa, pero mucho cuidado con decÃrselo a nadie.
Después, Titov se va al Patriarca y también muy secretamente le dice:
— ¡Allá arriba no hay nadie!
— ¡Silencio! Yo ya lo sabÃa —responde el Patriarca—. Pero, mire, no conviene que nadie se entere.
«Se non è vero è ben trovato». La creencia en la existencia de Dios no depende de las observaciones de ningún astronauta. El que no le encuentre debajo de la estratosfera difÃcilmente podrá hallarlo encima de ella. Hoy ya nadie acepta que la discusión religiosa se realice en el terreno cientÃfico, ni a favor ni en contra de la religión.
El diálogo entre marxistas y cristianos puede servir para simplificar muchos de estos pequeños factores incómodos, pero estamos persuadidos de que nunca llegará a resolver la ecuación. Porque la actitud religiosa es precisamente la postura del hombre ante el Misterio y la actitud materialista la pretensión misma de negar el Misterio, dejándolo en enigma o en problema.
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