Carlos Santamaría y su obra escrita
Ensayo de libertad
El Diario Vasco, 1966-05-01
Debe reconocer mi sorpresa por las cosas que en estos dÃas, es decir, desde que ha entrado en vigencia la nueva Ley de Prensa, se están diciendo en los periódicos.
CreÃa yo, y lo mismo que yo otros muchos, que la ley en cuestión serÃa inoperante. Que la supresión de la censura no producirÃa ningún cambio apreciable en el tono periodÃstico, ya que al Poder no habrÃan de faltarle resortes invisibles para silenciar y poner sordina a las crÃticas o a las informaciones incómodas. En suma, que el dirigismo informativo seguirÃa privando en el futuro, como privó en el pasado.
Y, sin embargo, no ha sido asÃ. Justo es reconocerlo, sin que nos duelan prendas: el nuevo sistema, si no es perfecto y acabado, es un paso adelante, es un ensayo de libertad.
Ahà está, por ejemplo, por no citar más que algunos botoncillos de muestra, los artÃculos polémicos sobre el discutido carácter representativo y democrático de los sindicatos (véase «El Alcázar» del dÃa 27); los ataques a cierta derecha «que tiene clara tendencia hacia un totalitarismo teocrático en lo polÃtico y tecnocrático en lo económico» («Pueblo» del mismo dÃa informando sobre la conferencia del señor Ortiz Bordás); el comentario de José Carlos Clemente Balaguer en «El Pensamiento Navarro» sobre «Regionalismo y separatismo», en el que se lamenta que a Guipúzcoa y Vizcaya no se les reconocieran los Fueros al finalizar la última guerra; el editorial de «Ya» declarando que, antes de imponerse al paÃs una polÃtica económica o una planificación, hay que consultar a la opinión pública y la acalorada discusión en torno al capitalismo, «El zorro y su rabo», entre varios periódicos de Oviedo, que no han vacilado en enseñarse mutuamente sus correspondientes orejas.
Tampoco han faltado las crÃticas a determinados aspectos de la polÃtica del Gobierno, aunque, como es obvio, formuladas en tono moderado y cordial.
El balance de estas dos primeras semanas parece, pues, favorable en su conjunto. No es un ensayo fácil y existe el peligro de que pueda malograrse en flor.
El escritor va a adquirir pronto conciencia de que, independientemente de una censura oficial, existe una censura sociológica que le impide entrar en determinados terrenos o tocar determinados temas, sin chocar con intereses, prejuicios o convencionalismos de diversa especie.
Como decÃa Balmes, la intolerancia no suele estar en las leyes, sino en las sociedades mismas.
Los «tabús» legales son, casi siempre, menos limitativos que los que impone la permanencia de estructuras, formas y usos sociológicos.
Esta segunda clase de «tabús» es mucho más difÃcil de vencer, porque ello requerirÃa una transformación, un cambio de mentalidades. Cambios siempre difÃciles: la ley de la inercia es ley de extensión universal, tanto en el mundo de los cuerpos como en el de los espÃritus.
Por otra parte, la libertad suele devorarse a sà misma. Sus enemigos tienen a su alcance una táctica fácil y relativamente cómoda. Les basta esperar a que el proceso de la libertad se complique. Tales enemigos piensan un poco taimadamente acerca de los que propugnan y tratan de poner en práctica la libertad: «Dejémosles que se cuezan en su propia salsa».
Y asà al final les resulta mucho más fácil exclamar, llenos de satisfacción: «¿Lo véis cómo tenÃamos razón? ¿Lo véis cómo era imposible?».
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