Carlos Santamaría y su obra escrita
El riesgo
El Diario Vasco, 1965-06-13
El presidente Johnson ha dado seguridades al mundo de que no habrá nuevas aventuras que puedan poner en peligro la paz. Del lado ruso esta actitud ha merecido una aprobación tácita. AsÃ, pues, podemos estar tranquilos: la Humanidad seguirá entreteniéndose con sus nuevos juguetes espaciales, cada dÃa más perfectos y divertidos.
Hay que reconocer que los tiempos han cambiado mucho de cuarenta años a esta parte. En la época que precedió a la última guerra mundial, el pensamiento mussoliniano habÃa puesto de moda la idea del «hombre expuesto» y de la «vida arriesgada», la vida como aventura peligrosa y excitante. Hasta qué punto esta idea explosiva contribuyó a movilizar los espÃritus juveniles y a lanzar al mundo a la mayor contienda de la historia, es cosa que no puede saberse.
Hoy, en cambio, hemos pasado al extremo opuesto. En la mayorÃa de los paÃses desarrollados, la clave de la filosofÃa polÃtica del ciudadano medio parece ser la idea de la vida cómoda. Como suele decirse, «la gente no quiere lÃos». No exponerse, no comprometerse, no arriesgarse. Sobre todo, nada de aventuras. Procuremos comer en paz este mendrugo de la vida, tal como se nos da, y no tratemos de meternos en quijotadas de cualquier especie.
Del mismo modo la polÃtica internacional, con excepción, tal vez, del caso chino, que es un caso aparte, parece también conducida de esa misma idea, reduciéndose a evitar los grandes riesgos y aceptando únicamente riesgos pequeños o riesgos fingidos, para contentar a la galerÃa, mientras el mundo yace en el inmovilismo menos justificable que haya podido existir.
Cabe preguntarse hasta qué punto una polÃtica sin riesgos puede ser una buena polÃtica, por lo menos a largo plazo, porque en este terreno el mayor riesgo consiste quizás en no querer afrontar riesgo alguno.
Es verdad que, como todo lo que pertenece al mundo de lo posible y de lo probable, la idea de riesgo resulta muy difÃcil de captar para nuestras inteligencias. Existe una «matemática del riesgo», la cual opera con hechos y valores inciertos. De ella ha nacido la actividad «aseguradora», en nuestro tiempo una de las más importantes actividades económicas. Pero nadie ha elaborado todavÃa una «metafÃsica del riesgo» que pueda dar a este tema un desarrollo consistente y lúcido. Los fundamentos filosóficos del cálculo de probabilidades siguen siendo aún sumamente oscuros y discutibles.
Ahora bien, querámoslo o no, la dialéctica del riesgo es una necesidad desde el momento mismo en que un ser libre tiene que fijar su trayectoria a través de una zona de conflictos.
A mi entender no ha de volverse ahora a un concepto heroico-deportivo del «riesgo por el riesgo» que no serÃa en realidad sino una forma más de esteticismo. El riesgo puede perseguirse por placer o por puro afán exhibicionista, pero en tal caso no creo que ningún hombre sensato pueda aprobarlo. AsÃ, un torero que busca el riesgo para impresionar a la plaza no es necesariamente un buen torero y mucho menos aún si en lugar de buscar el riesgo real, no hace sin fingirlo.
Pero todos los extremos son malos y habrÃa que ir pensando en revalorizar la figura del hombre «arriesgado», es decir, del hombre que no vacila en actuar de acuerdo con ideas de justicia y de bien, aunque para ello tenga que arriesgarse, comprometerse y exponerse a perder su comodidad o quizás algo más importante todavÃa.
Una sociedad sin riesgos es quizás la cosa más parecida a una «ciudad alegre y confiada». Como lo demuestra la historia, es el tipo de sociedad más expuesto a catástrofes.
Pensemos, señores, en que nada sólido podrÃa ser construido sobre una masa de ciudadanos plácidos y acomodaticios que sólo aspirasen a defender su tranquilidad bien nutrida.
El sistema de búsqueda busca una sucesión de letras dada (no funciona con lematizador y no realiza análisis lingüístico).
Busca las formas que comienzan con la sucesión de letras dada, y no contempla dicha búsqueda en interior de palabra (el resultado de la búsqueda barc será barca, barcos, Barcala, Barcelona, barcelonesa..., pero no embarcación, embarcarse...).
Se pueden buscar sucesiones de palabras (pacifismo cristiano, por ejemplo, o partido comunista francés).
Es posible especificar el corpus: solo en textos en castellano / solo en textos en euskera / en todos los idiomas (euskera, castellano y francés).