Semana de Catequesis

El Diario Vasco, 1959-05-03

      Es un error creer que el ejercicio de la enseñanza superior presenta una mayor dificultad ni tenga un mérito más elevado que el de la instrucción primaria. La tarea de un maestro de escuela es, en realidad, mucho más admirable y difícil que la de un profesor de Universidad, y también es mayor su responsabilidad social, pues aquél se encuentra más cerca del pueblo.

      Por desgracia, en nuestra sociedad el maestro está muy poco considerado y la opinión pública no se interesa suficientemente por él. Este hecho se mide sobre todo por la escasa cuantía de sus emolumentos y la poca categoría social que se le concede. Estado de cosas bien triste y que sería menester corregir por todos los medios.

      Modelar el alma del niño, formar su inteligencia, enseñarle a pensar, ayudarle en esa primera ojeada del mundo en la que ha de enfrentarse con las realidades atrayentes y repulsivas, buenas y malas de la existencia... En esto consiste la labor del maestro.

      En el plano religioso, la cuestión tiene todavía mayor interés. El sentimiento y la conciencia religiosa son algo muy importante en la existencia de una persona. Toda deformación o carencia inicial en este aspecto puede traer luego consecuencias fatales para ella y para la sociedad que la rodea. A medida que uno va avanzando en el conocimiento de la vida va comprobando la enorme importancia del genuino encauzamiento inicial del sentimiento religioso innato al hombre. Será inútil que avance el sentido social de los católicos y su apertura a los problemas culturales del tiempo presente, si su formación religiosa básica no se realiza de acuerdo con las exigencias complicadas de este siglo.

      Repetimos aquí lo que hemos dicho del maestro. El papel del «catequista» tiene, en cierto modo, una dificultad y una importancia mayores que las del elevado investigador de cuestiones religiosas. Por fortuna, la «catequesis» realiza hoy sensibles progresos y supera con mucho la mera asimilación memorística a que algunos la creerían reducida.

      El programa de la «Semana de Catequesis» que se celebrará en San Sebastián del 10 al 17 de mayo es altamente esperanzador. Quizás estos primeros pasos son difíciles, pues se ha de luchar contra la inercia que tiende a repetirse siempre a sí misma, sin aplicarse jamás a reflexionar sobre la renovación y adaptación de los métodos. Resulta por eso más meritorio y digno de alabanza el esfuerzo de los organizadores de esta «Semana», a los que desde estas columnas se desea el mayor éxito.