Diálogo entre «intelectuales» y obreros

Pax Christi, 11 zk., 1957-12

      Ponemos la palabra «intelectuales» entre comillas porque nadie sabe, en definitiva, lo que el tal vocablo significa, aunque todos se hagan una idea suficientemente aproximada para poder distinguir entre un albañil y un profesor de paleontología. ¿Estos dos hombres tienen algo que decirse? Nosotros creemos que sí. MAS AUN. Creemos que tienen algo que HACER juntos, mano a mano, como verdaderos y simples hermanos: la transformación radical, honda, de arriba abajo y de abajo arriba de nuestro vivir social.

      Muchos deseamos ese diálogo, pero hasta ahora nadie lo acomete. ¿Por qué? No nos engañemos: las dificultades son grandes.

      Observamos en el «intelectual»: repugnancia, incomprensión, falta de interés hacia el mundo del trabajo y una mentalidad de clase, residuo sin duda, de la mala educación recibida (y que hoy sigue recibiendo gran parte de la juventud).

      En el obrero vemos: cierto desprecio y desconfianza hacia el que él cree ser un parásito y un privilegiado, mentalidad de clase, también, y un complejo de inferioridad, debido en gran parte a su insuficiente formación cultural.

      Los convencionalismos sociales, tan extendidos entre nosotros y las condiciones de estancamiento de nuestro vivir colectivo, constituyen un gran obstáculo para que esta situación se modifique.

      No se puede, pues, esperar a que ello ocurra. Las reducidas minorías de obreros y de «intelectuales» que están en condiciones de dialogar deben ser puestas en contacto. Si «Pax Christi» quiere hacer obra de pacificación social debe trabajar en este sentido. Ya es hora de empezar, luego será demasiado tarde.

      Para iniciar el diálogo podría emprenderse una tarea que consistiría en tratar de VER todos juntos. Confrontar las respectivas visiones. La visión —o la falta de visión— del «intelectual» sobre la empresa, sobre los sindicatos, sobre las reivindicaciones obreras, sobre la condición proletaria, sobre el capital y el trabajo, sobre la condición proletaria, sobre su propio entronque con el mundo del trabajo. La visión —o la falta de visión— del obrero sobre la universidad, sobre las profesiones liberales, sobre la ciencia, sobre la cultura, sobre el saber moral y su propio entronque con todas estas cosas.

      Si estas dos categorías de hombres al parecer tan distintas, en realidad tan próximas, llegan a confrontar y a aproximar sus puntos de vista, luego podrá intentarse que emprendan la gran tarea común que les espera, la obra de nuestra reforma social. Tarea de hermanos y que hay que llevar a cabo fraternalmente.