Probablemente habrás visto en alguna ocasión pescadores en la cuenca de alguno de nuestros ríos. Seguramente sabes o supones que existen normas con respecto a dónde, cómo y cuánto se puede pescar. Pero… ¿en base a qué criterios se establecen esas normas?
El equipo del Dr. Álvaro Antón Baranda, profesor del departamento de Didáctica de la Matemática y de las Ciencias Experimentales de la UPV/EHU, ha trabajado para distintos gobiernos autonómicos y diputaciones, especialmente en Bizkaia, recogiendo los datos poblacionales suficientes para que se puedan establecer con cierto criterio cupos de pesca para especies que presentan un aprovechamiento en forma de pesca deportiva. “Quizá la especie que más atención acapara es la trucha,” comentaba Alvaro, “pero existen otras especies como los barbos y las loinas que merecen nuestra atención desde una óptica de conservación.”
¿Cómo se estiman las poblaciones de peces de un río? Se realizan muestreos en tramos elegidos por su representatividad. En esos tramos, se hace un recuento de todos los peces presentes mediante la técnica de pesca eléctrica. Para ello, se utiliza un generador de corriente alterna, que después es transformada en continua y regulada. Uno de los polos se introduce en el agua. El muestreador, protegido con el equipo adecuado, lleva el otro polo consigo. Al cerrar el circuito, si la intensidad de la corriente ha sido calculada con precisión, los peces que se encuentran dentro del campo eléctrico realizan movimientos espasmódicos que los acercan al muestreador y, finalmente, sufren una galvanonarcosis (desmayo involuntario). Esto permite al investigador extraerlos para hacer un recuento y un estudio de los peces presentes y, si ha seleccionado bien todos los tramos, extrapolar la población total del río en la zona. Los animales se devuelven después al río sin que hayan sufrido daño.
“Nosotros procuramos hacer un inventario de todas las especies, no sólo de aquellas para las que es necesario establecer un cupo. Nos interesa la salud del río y la conservación de nuestros ecosistemas,” explicaba Álvaro. “Nuestros peces se enfrentan a numerosos problemas: unos ríos con un grado de alteración importante, con caudales reducidos y contaminación puntual y difusa, la entrada de especies invasoras ictiófagas (que se alimentan de otros peces) para las que la fauna local está mal adaptada y otros problemas procedentes de malas prácticas de algunos usuarios del río.”
En el caso de la trucha, además, su interés para la pesca deportiva ha hecho que durante décadas se hayan introducido truchas centroeuropeas provenientes de criaderos en nuestros ríos. Se pensaba que era el mismo animal. Hoy en día sabemos que nuestras truchas autóctonas tienen su singularidad y que este proceso estaba produciendo daños en las poblaciones por competencia, simplificación génica e hibridación.
“Con todos estos problemas, hay algunos motivos para ser optimistas,” comentaba Álvaro, mientras nos explicaba la experiencia del tramo de El Berrón, en el río Cadagua a su paso por Balmaseda. Se trata de un paraje natural, con abundancia de trucha y gran atractivo para los pescadores. En colaboración con el Departamento de Sostenibilidad y Medio Natural de la Diputación Foral de Bizkaia, se prohibió la pesca a la vez que se cesaba de introducir trucha como se había hecho hasta el momento para sostener de forma artificial el gran volumen extraído de la zona. Se estudió a partir de ahí la dinámica de la población en un sistema más controlado. Una vez que se pudo establecer cuál era el límite superior de la población y sus tolerancias, en 2003 se probó a permitir una presión de pesca pequeña: un máximo de dos pescadores y dos truchas cada uno por día. Los estudios anuales han permitido comprobar que la población sigue estable sin necesidad de introducir más trucha externa. Todo esto ha sido posible también en parte por la buena voluntad que ha demostrado el colectivo de pescadores, que en su gran mayoría ha comprendido la necesidad de proteger estos parajes únicos. Como consecuencia del gran interés que hay por pescar en este tramo, los pescadores aceptan que las pocas plazas disponibles anualmente se adjudiquen por sorteo.
Además de Álvaro, este equipo de investigadores cuenta con la participación de la Dra. Ana Rallo, Catedrática de Zoología de la UPV/EHU y referente del grupo; la Dra. Loreto García Arberas, profesora de la Escuela de Magisterio Begoñako Andra Mari; y Nuria Olarte, investigadora predoctoral que está centrando su tesis en el cangrejo autóctono. Todo su trabajo se centra en medio dulcícola (ríos, lagos, balsas…) y actualmente tienen proyectos abiertos para estudiar tanto la dinámica poblacional de especies con aprovechamiento de pesca deportiva como de especies con problemas de conservación como el pez espinoso (clasificado como Vulnerable) y el cangrejo autóctono (en Peligro de Extinción). Su objetivo es generar conocimiento que ayude a las administraciones en sus decisiones. Llevan más de 15 años realizando este tipo de estudios y compaginándolos con otros contratos con empresas (asesorías de impacto ambiental, obras,…)
Desde el punto de vista de Álvaro, que se realicen dichas tareas desde la universidad supone un retorno, una especie de servicio público. “Nos encontramos con grandes retos ambientales, y esto implica problemas de gestión importantes. Desde la universidad podemos colaborar en la resolución de estos problemas. Se nos valora porque vemos los problemas de manera global, independiente y preocupada en cualquier caso por la conservación de nuestros recursos naturales. Intentamos ofrecer soluciones.”
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