Los proyectos de transferencia tienen como objetivo hacer participe a la sociedad, ya estemos hablando de empresas, instituciones o ciudadanía, del conocimiento que se produce en la universidad. Cuando la historia del arte se estudia con perspectiva feminista, descubrimos mujeres con propuestas artísticas muy interesantes que han quedado ensombrecidas por el sistema del arte o por el canon. Redescubrir a estas mujeres e identificar las causas de ese desplazamiento es el afán de varias profesoras de la UPV/EHU que se dieron cita en las jornadas “Una habitación propia”, que tuvieron lugar del 13 al 15 de octubre de 2021 en Bilbao Arte.
Estas jornadas, organizadas por Lempicka y Asociadas, contaron con la presencia como ponentes de tres profesoras departamento de Historia del Arte y de la Música, que se distinguen por realizar distintas actividades de transferencia en torno a este tema.
El punto de partida de las jornadas era homenajear la figura de Linda Nochlin, que con su artículo “¿Por qué no hubo grandes mujeres artistas?” fundó en los años 70 toda una línea de investigaciones académicas sobre la historia del arte desde una perspectiva feminista. El objetivo era hacer una relectura desde la actualidad de ese texto, ver qué tareas quedan pendientes hoy en día y qué críticas se le pueden hacer.
En ese contexto, Garazi Ansa realizó una presentación titulada “¿Es posible escribir una historia del arte sin “genios”?” que analizó esa idea tan masculina del artista genio y la conceptualización del arte como una evolución de artistas que se influencian unos a otros.
Ane Lekuona, partiendo de las investigaciones de su tesis, dio una charla titulada “Entender, retorcer, dinamitar, a vueltas con el canon, una vez más”, en la que trató de explicar cómo se nos ha contado la historia del arte (en el caso de su tesis, la historia del arte del País Vasco) y por qué ciertas figuras femeninas han quedado en la sombra.
Por su parte, Haizea Barcenilla participó con “Sistemáticamente excluidas: El (no) lugar de las mujeres en el sistema del arte vasco”, una presentación que bebía de las ideas otro trabajo de transferencia previo, realizado en 2016 para el Gobierno Vasco: “Presencia de las mujeres en el arte visual y audiovisual”. En este informe, se cuantificaba la presencia de las mujeres en el arte del País Vasco y se ofrecían recomendaciones a las instituciones para mejorar su visibilidad.
“Tengo dos líneas de investigación principales:”, nos contaba Haizea Barcenilla, “una tiene que ver con historia del arte con perspectiva de género y otra con museología, instituciones e institucionalidad. Frecuentemente se entrecruzan, como en la preparación de la exposición Baginen, Bagara, en la que se mezclan cuestiones que hemos investigado en comisariado con cuestiones de género.”
La exposición “Baginen, bagara. Artistas mujeres: lógicas de la (in)visibilidad”, que se ha podido disfrutar desde el 27 de noviembre de 2021 al 13 de marzo de 2022 en el Museo San Telmo de San Sebastián, ha incorporado numerosas actividades relacionadas y ha editado un catálogo. Nace de la preocupación de la institución pública por ejercer de forma responsable su efecto en la configuración del sistema del arte y la representación de las creadoras en el mismo. “Recibimos una petición del museo de que revisáramos su colección desde una perspectiva de género. Tenían como objetivo, por una parte, que diéramos visibilidad a las mujeres artistas que ya estaban presentes, pero habían sido muy poco expuestas o investigadas, y, por otra parte, querían aprovechar esto para repensar un poco la política de compras de la institución y completar su colección con obras de mujeres que estaban ausentes. Nosotras les propusimos que la exposición no fuera simplemente celebratoria, sino que indagara en los motivos por los cuales no se había expuesto o investigado la obra de esas mujeres hasta el momento,” nos puntualizaba Haizea Barcenilla, que, junto con Garazi Ansa, ha comisariado la exposición como proyecto de transferencia a través de la Fundación Euskoiker.
La exposición Baginen, bagara incluye, en 1000 metros cuadrados, 130 obras de la colección del museo San Telmo y la Diputación de Gipuzkoa, incluyendo 8 obras cedidas por la Fundación Kutxa. La exposición tiene un primer apartado sobre el sistema del arte, explica cómo adquieren obras los museos y cómo esos mecanismos frecuentemente desplazan a las mujeres. En ese apartado, se muestran las obras de algunas artistas pioneras vascas que han sido muy poco investigadas. En un segundo apartado, se indaga sobre el uso del cuerpo para el arte por parte de mujeres artistas, como en el caso de Esther Ferrer, por ejemplo.
Resulta especialmente curiosa una sección que analiza cómo ha sido percibido el arte de las mujeres y en que manera ha influido el género en él. “La llamamos «de las flores y las sillas» y analiza los temas que han escogido las mujeres para sus obras, y cómo frecuentemente estos se circunscribían al ámbito doméstico porque tenían más dificultades para acceder a otros espacios públicos,” nos contaba Haizea. “Lo de las sillas nos llamó especialmente la atención, porque lo de las flores ya se había estudiado, pero examinando la colección nos dimos cuenta de que había multitud de sillas y que estaban por exactamente el mismo motivo que las flores: objetos domésticos con posibilidades visuales interesantes.”
En esa misma sección, se reflexiona sobre cómo se ha definido desde la crítica lo masculino y lo femenino a lo largo de la historia del arte. “Irene Laffite fue definida como una artista muy masculina porque sus pinceladas están muy cargadas de materia, son muy espesas y hasta se podría decir que violentas. Cuando se la tachaba de masculina, se la halagaba. En cambio, Amable Arias tenía una pintura que si la hubiera hecho una mujer se hubiera definido como femenina: usaba colores pastel suaves, composiciones armoniosas, mucho detalle… Jamás se utilizo la palabra femenino para hablar de Amable Arias. Se utilizan términos como lírico o poético. Llamarlo femenino sería como degradante. La exposición examina esta el uso de estos dos términos predefinidos y con categorías jerárquicas muy diferentes.”
La exposición tiene otros muchos apartados, como una revisión historiográfica que resalta las obras de los años 80 o 90 realizadas por mujeres que sin embargo han quedado fuera de historiografías más convencionales, u otra sección denominada simplemente “Bagara”, donde se entrecruzan obras de artistas vascas de distintas generaciones que funcionan muy bien juntas: Nagore Amenabarro, Itziar Okariz, Elena Mendizabal, Pilar Soberón, Esther Ferrer… También hay espacio para visibilizar la figura de Mari Paz Jiménez, la primera artista que experimentó con la abstracción en el País Vasco, pero que después ha sido muy olvidada por la historia del arte y que Ane Lekuona rescata también en una parte de su tesis doctoral.
La exposición aporta otras reflexiones provocativas, como la que se hace en torno a la “trampa de la profesionalidad”. Se reflexiona sobre cómo la “no profesionalidad” ha sido una excusa para excluir o desprestigiar a mujeres artistas, como si otros muchos artistas reconocidos no hubieran desarrollado su obra desde la semiprofesionalidad.
Otro proyecto de transferencia que Haizea y Garazi tienen entre manos es la dirección de una colección de libros en euskera para niños basados en mujeres artistas. Los libros están editados por Pamiela y el primero de ellos ya está a la venta en librerías. Se titula “Esther Ferrer eta denbora. (Ia) guztia moztu eta itsats daiteke” y sus autoras son Aintzane Usandizaga (escritora) y Aran Santamaría (artista).
El proyecto tiene origen en esta línea de investigación sobre historia del arte desde la perspectiva feminista que tanto Garazi como Haizea comparten. Dentro de esta línea, el objetivo de los libros es introducir o reintroducir al imaginario colectivo la obra de distintas artistas vascas, una artista diferente en cada libro. La forma que se ha elegido para acercar el arte a los niños consiste en aproximarse a la artista, no desde su biografía, sino desde los temas que tratan en sus obras, pero reinterpretados de una manera divertida para los niños.
En el caso de Esther Ferrer, ese tema con gran importancia en su obra es el tiempo, y de ahí el título de este primer libro.
Las tres investigadoras de la UPV/EHU, Haizea, Garazi y Ane, realizan constantemente acciones de transferencia. A las que hemos mencionado, se les suman distintos proyectos de investigación Universidad-Sociedad orientados en la misma dirección: revisar la historia del arte desde un punto de vista feminista y difundir las conclusiones al público general, más allá de los ámbitos académicos en los que estas cuestiones suelen quedarse.
Haizea nos relataba su experiencia con estas actividades: “para mí la transferencia es algo intrínseco de mi tarea como investigadora y docente. Es algo además que me gusta mucho y hago con mucha ilusión. Le encuentro muchos paralelismos con mi tarea docente.”
Ane Lekuona tenía un planteamiento igualmente positivo: “¿Qué me aporta? Para mí es todo bueno. Muchas veces parece que estás metida como en tu capsulita y que lo que haces importa solo a la gente de tu entorno. La transferencia te permite llegar a más personas y da una sensación de satisfacción cuando observas el interés de la gente.”
Por supuesto, no todo son ventajas. “Es cierto que a veces nos detrae mucho tiempo de otras tareas. Por ejemplo, Baginen, bagara ha implicado una investigación de dos años,” nos confesaba Haizea, no sin apuntar a continuación: “pero también es cierto que del trabajo con la colección del museo hemos sacado una cantidad increíble de nuevas líneas de investigación, e incluso de resultados de investigación pura y dura. Aparte del catálogo que hemos publicado, tengo material del que espero que salgan varias publicaciones y nos han invitado a hacer la keynote de un congreso internacional en Leiden sobre mujeres y colecciones en marzo. Como mis líneas de investigación están muy conectadas con exposiciones y museos, la practica de la investigación está muy conectada con acciones de trasferencia.”
En cualquier caso, la trasferencia en temas como este realiza una contribución a la sociedad en su conjunto que merece especial consideración: “cuando trabajas en cuestiones de feminismo, la divulgación y la transferencia son fundamentales porque hay mucha investigación en este sentido en el ámbito académico, pero a nivel social la historia del arte que se conoce es muchísimo más patriarcal y muchísimo más tradicional que lo que se conoce en el mundo académico. Es como si no hubiera una transferencia muy clara.”
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