Una de las pocas cosas buenas que ha traído este último año es que la divulgación de la ciencia ha pasado a primer plano de actualidad. Los medios de comunicación han estado ávidos de expertos que nos explicaran lo que estaba sucediendo en el mundo. Pero la ciencia va mucho más allá de la virología o la epidemiología, y lo ideal sería que el conocimiento científico fuera permeando de continuo en nuestra sociedad, no sólo cuando tenemos una emergencia. La universidad tiene mucho que aportar para que se produzca esta transferencia de conocimiento y en este número de la newsletter hemos entrevistado a dos divulgadores científicos que provienen de trasfondos diferentes.
Alex Fernández Muerza es periodista científico, ha colaborado con numerosos medios como El País, Eroski Consumer o Muy Interesante, y es profesor en el Departamento de Periodismo de la UPV/EHU. Juan Ignacio Pérez Iglesias es catedrático de Fisiología Animal, fue rector y actualmente dirige la Cátedra de Cultura Científica, uno de los esfuerzos organizados e institucionales de la UPV/EHU por divulgar la ciencia.
Alex, que proviene del primero de los trasfondos, nos contaba que en su opinión “cualquiera de los dos perfiles, tanto el periodista que se especializa en ciencia como el científico que desarrolla dotes periodísticas, es válido. Ese dilema lo intentamos solucionar unos cuantos compañeros que creamos divulgador.es, una web dónde preguntábamos a personas que trabajaban en la comunicación de la ciencia cómo habían sido sus comienzos y qué opinaban de esta cuestión. Nos dimos cuenta de que hay perfiles superdiversos. Hay gente que lo hace bien viniendo del mundo del periodismo y gente que lo hace bien viniendo del mundo de la ciencia.”
En una línea muy similar, Juan Ignacio, que proviene del otro trasfondo, nos reafirmaba que él conoce “periodistas científicos muy buenos, que no tienen una formación inicial científica y que no se nota que no la tienen, profesionales como Luis Alfonso Gámez o Antonio Martínez Ron, por poner dos ejemplos. Y del otro lado, hay científicos que tienen unas dotes de comunicación magníficas como Carlos Briones, José Manuel López Nicolás, José Miguel Mulet, Clara Grima... Yo creo que no importa si el trabajo se hace bien. Yo estoy muy contento con que este ecosistema de la comunicación científica sea diverso.”
Ambos entrevistados coincidieron en que este era un falso dilema y en que haríamos mejor en discernir entre divulgación bien y mal hecha, no en el origen de la misma.
Alex apuntaba que, cuando hablamos de divulgación, “hay razones de servicio público. Los científicos tienen que devolver un poco de lo que reciben de la sociedad en forma de conocimiento. Por otro lado, dar a conocer su trabajo puede ser bueno incluso para el propio investigador porque aumenta el interés social en su campo de estudio y eso puede repercutir en su financiación. Y, por último, también está el derecho al conocimiento que tiene la sociedad y al que la divulgación contribuye a dar respuesta.”
Juan Ignacio identificaba tres tareas para la divulgación científica. En primer lugar, “a aquellos que ya están interesados por la ciencia, debe mantener al día de los avances científicos.” En segundo lugar, una tarea mucho más complicada es “hacer accesible el conocimiento científico a quienes no lo tienen.” Y, en tercer lugar, también es muy importante, aunque a veces es menos evidente, “poner a la ciencia en el espacio público, puesto que aquello que no llega al espacio público no tiene el debido prestigio y no se apoya.” Pero más allá de estas tareas, sugería que además de divulgar sobre temas científicos, quizá sería bueno transmitir a la sociedad cómo funciona la ciencia para que no se sorprenda cuando se producen cambios de criterio en base a los datos disponibles: “el conocimiento científico se autocorrige, siempre es provisional. Cuando Einstein puso patas arriba la concepción de la gravedad, no es que lo que la ciencia aceptaba hasta ese momento fuera falso. Es que se trataba de formas diferentes de conceptualizar el mismo fenómeno, pero mucho más completa y de más alcance la de Einstein que la de Newton. Y hubo que revisar lo que creíamos que sabíamos.”
Juan Ignacio explicaba que, desde el punto de vista de la universidad, “la divulgación contribuye a cumplir con su papel fundacional: la transferencia de conocimiento. Además, las acciones de divulgación contribuyen a visibilizar socialmente la universidad, lo que tiene consecuencias para su financiación a largo plazo.”
La divulgación científica toma muchas formas en la UPV/EHU. Existen estructuras formales como la Cátedra de Cultura Científica, que se creó hace 10 años para la divulgación del conocimiento científico a través actividades y medios digitales, o la Dirección de Difusión de la Actividad Científica, que ahora mismo coordina actividades con una tradición de 20 años, como es la Semana de la Ciencia. No obstante, a veces la divulgación también toma forma de contratos de transferencia, que se establecen entre medios de comunicación o editoriales y la universidad (a través de la OTRI o Euskoiker) para colaboraciones periódicas de expertos universitarios. Y, por supuesto, existe un amplio abanico de actividades que entran dentro de la divulgación voluntaria, y que han sido el germen inicial del que han nacido después las iniciativas más estructuradas. Actualmente, además de todo esto, docentes de la UPV/EHU están colaborando muy intensamente con The Conversation España y cada semana se publican uno o dos artículos escritos desde esta universidad. Juan Ignacio subrayaba que, en su opinión, “nuestra universidad es la más activa de toda España en divulgación y en comunicación social de la ciencia.”
Queda por saber si este interés que ha despertado en la sociedad la ciencia con la pandemia está aquí para quedarse. Juan Ignacio es escéptico y reconoce que en esto va “a contracorriente de algunos de mis colegas que creen que sí. Pero yo creo que no. Incluso ahora que la gente es más consciente, que ha visto cómo se han desarrollado vacunas. Indudablemente esto va atener un efecto positivo en la percepción de la ciencia. Pero no creo que vaya a tener una consecuencia en la predisposición de la gente a dedicarle recursos a la actividad científica, porque en los próximos años las prioridades van a ser otras, como la recuperación económica.”
Pero cambie o no esa predisposición, hay temas que han atraído siempre la atención de la sociedad. Tanto Alex como Juan Ignacio coincidían en que la exploración del espacio es uno de esos temas imperecederos que ha dado mucho que hablar y sigue hoy atrayendo portadas. Por supuesto, todo lo relacionado con el ámbito sanitario también es previsible que continúe en primera línea por el efecto de la pandemia. Juan Ignacio añade además que los temas relacionados con “enfermedades neurodegenerativas o el cáncer han despertado siempre mucho interés y lo seguirán haciendo, porque nos hacemos viejos.” Además, ambos coinciden en que la ingeniería genética también ocupará el foco mediático desde múltiples puntos de vista: se producirán nuevos alimentos como la carne de laboratorio, se diseñarán nuevos tratamientos médicos, e incluso se debatirá sobre la posibilidad de realizar alteraciones genéticas sobre seres humanos.
Juan Ignacio opinaba además que “se hablará mucho de evolución humana porque se van a hacer descubrimientos revolucionarios. Bueno, se están haciendo ya, puesto que en cosa de dos o tres años hemos tenido que retroceder el momento de aparición de la especie 100.000 años con los fósiles de Marruecos. Y yo creo que tiene que aparecer también fósiles interesantes en Asia a medida que aumenten las investigaciones.”
Por su parte, Alex señalaba que “las tecnologías de la información y las posibilidades de la inteligencia artificial” le parecían “temas fascinantes con muchas aplicaciones. Por ejemplo, los coches autónomos.” También consideraba que el cambio climático va a ser un tema que ocupe la atención de la sociedad: “hay muchos indicios de que la pandemia pasará, pero si hay una amenaza para la humanidad que lleva décadas acercándose inexorablemente es el cambio climático.” No obstante, Juan Ignacio, sin negar la enorme importancia del tema, es mucho más escéptico con respecto al interés que despierta: “en el fondo la gente no quiere hablar sobre eso. Si hablas sobre ello tienes que admitir que es un problema real frente al que tienes que tener una actitud responsable. Yo creo que la gente no quiere verlo. Nos hacemos los locos.”
Alex, que se ha incorporado recientemente a la UPV/EHU, apuntaba que un motivo importante para él es mantener los contactos profesionales y parte de las rutinas de trabajo que tenía como profesional cuando entró en la universidad: “a mis alumnos en la Facultad (de Ciencias Sociales y de la Comunicación) les puedo hablar de trabajos reales que he realizado para medios, de mi experiencia profesional en primera persona.” También admitía que el aspecto económico podía tener cierto atractivo: “los sueldos iniciales en la universidad no son muy altos y realizar colaboraciones con medios puede ser una manera de compensarlo.”
Juan Ignacio, por su parte, organiza o participa de numerosas actividades de divulgación, pero en el apartado de los proyectos de transferencia de conocimiento, colabora con varios medios. Sobre su columna semanal de ciencia general para Deia, apuntaba que “en el contexto general de la actividad que desarrollo en la Cátedra, es coherente. Y no descarto ampliar esa colaboración con algún otro medio en el futuro.” Otra de sus colaboraciones recientes ha sido a través de las Masterclass del programa Julia en la Onda, en la que comenta distintas curiosidades de los animales: “a mi me interesa mucho la biología animal, por eso me he dedicado a ello, y me parece que hay historias fascinantes que contar. Acojo muy positivamente cuando alguien me pide que hable de animales.” Además de todo eso, Juan Ignacio señalaba que las actividades de transferencia y la divulgación en general le aportaban “algo muy difícil de valorar, y es que conozco a gente interesantísima que no hubiera conocido de no haberme dedicado a esto, gente de toda España y de todas las disciplinas. Esto, personalmente, me parece muy gratificante.”
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