Como los profesionales que trabajan en ciencias sociales conocen muy bien, la actividad de los seres humanos es difícil de medir y evaluar, ya que está sujeta tantas variables que a menudo es más difícil señalar causas y efectos que en otras áreas de la ciencia. Gema Varona trabaja como doctora investigadora permanente del Instituto Vasco de Criminología y ha dirigido tres evaluaciones de proyectos que podríamos considerar que de un modo u otro se engloban dentro del concepto de justicia restaurativa. La justicia restaurativa o compasiva es una forma de plantear la justicia cuyo foco de atención son las necesidades de las víctimas y los autores o responsables del delito, y no los castigos o principios legales abstractos.
Para realizar estas evaluaciones, Gema ha utilizado distintas técnicas cuantitativas y cualitativas de investigación.
En el marco de los actos que tuvieron lugar durante la capitalidad europea de la cultura, la Fundación Donostia 2016 tuvo como uno de sus objetivos promover la paz y la convivencia. El proyecto Adiorik Gabe (“Sin adiós”) reunió a 4 artistas que trabajaron con las familias de 12 víctimas, incluyendo principalmente víctimas del terrorismo pero también víctimas de abusos policiales.
Los artistas desarrollaron su trabajo desde ámbitos como la música, el teatro, o incluso la danza, para intentar conectar con la memoria musical o literaria de las víctimas. Su interpretación se plasmó en tres actos públicos que homenajeaban a las víctimas y recordaban el valor de la vida.
Gema diseñó la evaluación de los actos que se recogió después en una memoria (“Arte, Memoria y Justicia en Victimizaciones Graves: Adiorik Gabe / Sin Adiós”). La investigación combinó una encuesta a una muestra representativa de las alrededor de 400 personas que acudieron a cada uno de eso actos, con entrevistas en profundidad a los promotores del proyecto y a los familiares de las víctimas (estos últimos antes y después de los actos).
En general, la evaluación por parte de los asistentes a los actos fue positiva pero, más allá de ello, Gema explicaba que “el cuestionario demostró que los actos habían conseguido atraer a personas con puntos de vista muy diferentes. En temas tan polarizados a menudo es difícil ver a algunas personas en actos de homenaje a víctimas de abusos policiales o a otras en las de víctimas de terrorismo. Es necesario crear formatos como este, que desde el arte permitan esa puerta de entrada para entender la humanidad compartida. El mensaje central, que toda vida es única e irremplazable, tiene el potencial para llegar a todo el mundo.”
En un tema tan sensible, los artistas estaban más preocupados por la opinión de las familias que por la de la audiencia. Para ellos fue una toma de contacto con una realidad mucho más cercana de lo que pensaban, especialmente al descubrir que alguna de las victimas había vivido en el mismo barrio o había compartido otros espacios y tiempos vitales con ellos.
Las familias de las víctimas declararon que les había gustado mucho más este tipo de homenaje que otros que habían recibido. La sociedad está deseosa de pasar página rápidamente, mientras las víctimas muchas veces han sufrido un enorme impacto y están atrapadas en un sufrimiento, muchas veces incomprendido. Lo que les gustaría es que se recuerde la memoria de su familiar con el objetivo de que estos hechos no se repitan contra ninguna otra persona. Por otro lado, el proyecto tuvo una valoración positiva incluso por parte de las familias de las víctimas no homenajeadas, que consideraron que en cierto modo también se les recordaba con este tipo de actos.
Otro de los proyectos de evaluación tiene que ver con el Programa GAKOA del Gobierno Vasco. Una iniciativa cuyo objetivo es rehabilitar a los hombres condenados por violencia de género. La ejecución de la condena se suspende a cambio de que el condenado acuda a un programa de tratamiento con psicoterapeutas. El objetivo es prevenir este tipo de conductas en el futuro por parte del agresor.
El análisis del programa se hizo a varios niveles. En primer lugar, la cuestión del efecto sobre la reincidencia a medio plazo se resolvió haciendo un seguimiento de más de 400 expedientes en el periodo 2006-2016. Mediante la comparación con datos de otras comunidades autónomas en las que el programa no está activo, la evaluación concluyó que aquellos que toman parte en este programa tienen tasas de reincidencia significativamente menores.
“Aunque puede parecer que las tasas de reincidencia son medidas cuantitativas y objetivas, estas conclusiones tienen que tomarse con cautela, puesto que siempre que investigamos con personas es muy difícil aislar todas las variables. ¿Es realmente el programa lo que reduce la reincidencia o tiene que ver con las estructuras sociales del país vasco? Puesto que no podemos obtener una muestra idéntica no recibiera la opción de entrar en el programa, no podemos estar seguro de que la diferencia se deba únicamente al efecto del programa Gakoa. No obstante, son un indicio sólido de que el programa funciona, al que deben sumarse otros resultados positivos obtenidos durante la evaluación”, apuntaba Gema.
En este sentido, el análisis cualitativo del programa implicó 43 entrevistas y 4 grupos de discusión con profesionales del ámbito de la justicia, personas condenadas por violencia de género, psicoterapeutas... Además, querían conocer cuál era la opinión de la sociedad en este ámbito, ya que con este tipo de delitos es muy fácil caer en lo que se denomina “populismo punitivo”, un tipo de actitud que rechaza las acciones de reinserción y se concentra en los castigos. Para resolver esta última cuestión, se realizó una encuesta a 558 jóvenes del país vasco que concluyó, entre otras cuestiones, que en términos generales existe un apoyo social a este tipo de programas dentro del colectivo.
Los resultados completos de este estudio se presentarán en una jornada abierta en el Bizkaia Aretoa el 12 y el 13 de noviembre de 2018, , si bien ya han sido debatidos en el Simposio Internacional de Victimología de Hong Kong en junio de 2018. Donostia/San Sebastián, a través de la candidatura del IVAC/KREI, ha sido elegida para organizar el siguiente Simposio en 2021.
El último proyecto de evaluación está en macha ahora mismo y tiene que ver con la actividad de la Asociación de Derecho Colaborativo de Euskadi. El derecho colaborativo es un método alternativo de resolución de conflictos que se centra en las necesidades e intereses de las partes y se basa en la negociación en equipo entre abogados, clientes y otros profesionales (notarios, economistas, graduados sociales, psicólogos, psiquiatras, pedagogos, coaches, mediadores, árbitros, terapeutas…). Los abogados colaborativos participantes se comprometen a no representar a los clientes si el proceso falla y desencadena en un juicio.
La asociación se fundó en 2013 y es una de las primeras entidades a nivel nacional que comenzó a revindicar esta forma de justicia. Este año han encargado al Instituto Vasco de Criminología una evaluación externa de su actividad. Basándose en las evaluaciones externas de organismos similares en otros países, la metodología de esta intervención implicará cuestionarios, entrevistas en profundidad y grupos de discusión con abogados clientes y jueces, así como un cuestionario a los socios.
“Un elemento que tiene en común con los otros dos proyectos es la dificultad inherente, epistemológica y metodológica, para realizar este tipo de evaluaciones. Estamos hablando de cuestiones intangibles que llegan a tener efectos sociales concéntricos, extendiéndose más allá de los clientes de los procesos”, puntualizaba Gema.
En este artículo hemos visto proyectos en los que una entidad, como puede ser una fundación, una institución como el Gobierno Vasco o incluso una asociación privada, acude a la universidad en busca de una organización externa especializada e independiente que pueda evaluar su actividad con técnicas de investigación. Este es otro modo en el que la universidad puede estar presente aportando conocimiento a la sociedad, en este caso en el ámbito criminológico. Al contrario que otros proyectos de investigación puramente académica básica, que a veces se perciben como de consumo interno o de autoreferencia, los proyectos de transferencia, sin perder el rigor científico, tienden a tener mayor visibilidad puesto que afectan a otros agentes.
“Y cuando tu foco de investigación son conceptos abstractos e intangibles como la justicia restaurativa o la convivencia social, los proyectos de transferencia se ven como una foma de tangibilizar tu trabajo, de llevarlo al terreno de lo concreto y ver como afecta a las personas", apuntaba Gema. No obstante, “en muchas ocasiones, con este tipo de proyectos, empresas e instituciones prefieren contratar la investigación a consultoras en lugar de a la universidad porque son estructuras menos menos burocráticas. Por suerte, con los proyectos de transferencia tenemos un mecanismo sencillo para canalizar estas investigaciones. Al menos, yo percibo que es muy fácil tramitarlos a través de Euskoiker. Funciona muy bien, responden de forma profesional y personalizada y te ayudan a resolver cualquier problema”.
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