En nuestro entorno hay empresas que trabajan con volúmenes considerables de sustancias peligrosas. Todas esas empresas deben estudiar los riesgos a los que están expuestas y a las que exponen a su entorno por manipular dichas sustancias, y redactar los correspondientes informes de seguridad con arreglo al artículo 5 de la orden de 15 de junio de 2006 del Departamento de Industria, Comercio y Turismo (BOPV de 12 de julio de 2006).
Pero, para que esos informes se acepten, deben ser evaluados, y la Fundación Euskoiker es una de las tres Entidades Acreditadas por el Gobierno Vasco para realizar esta evaluación. Esther Acha Peña y Alexander López Urionabarrenechea, profesores del Departamento de Ingeniería Química y del Medio Ambiente de la Escuela de Ingeniería de Bilbao, realizan las evaluaciones para la Fundación como proyectos de transferencia, que compaginan con sus labores docentes e investigadoras. Este trabajo lo han recogido tras la jubilación de la catedrática Isabel de Marco, que se dedicó durante muchos años a estas evaluaciones y a la mejora de los Informes de Seguridad realizados por las empresas mano a mano con el Gobierno Vasco y con las propias empresas.
“La documentación que nosotros analizamos”, comentaba Alexander López, “se centra en estudiar los riesgos y consecuencias que pueden generar esas sustancias en el exterior de la instalación industrial.” Las empresas tienen sus propios planes de protección diseñados para proteger sus equipamientos y a sus empleados en el interior. Los informes de seguridad que se evalúan tienen que ver con los peligros que podrían surgir en el exterior de las instalaciones como consecuencia de un accidente con una de estas sustancias peligrosas. Esto permite a los servicios de emergencia del Gobierno Vasco diseñar los pertinentes planes de emergencia exterior.
“El riesgo aumenta y se extiende cuando va pasando el tiempo desde que ha ocurrido el accidente,” nos explicaba Esther Acha. “Por lo tanto, uno de los parámetros críticos es cómo y cuándo se puede actuar y hasta dónde se puede extender, si es líquido, en la superficie, o, si es gaseoso, en la atmósfera. Existen una serie de programas y guías técnicas para estudiar las hipótesis de accidente y hacer cálculos. Es un ámbito muy regulado, pero siempre existe cierto margen de interpretación y parte de nuestro trabajo es visitar las empresas y obtener información que nos indique la disposición real de los tanques, válvulas, personal, tiempos de actuación, etc.”
Estas visitas a empresas, además de necesarias para aclarar y visualizar lo escrito en el informe de seguridad, son una de las partes más interesantes del trabajo de evaluación porque permiten a los investigadores estudiar instalaciones reales. “Para el trabajo de evaluación es completamente necesario en muchos casos,” matizaba Alexander López, “pero para nosotros personalmente también es muy interesante. Además, las mejores recomendaciones provienen muchas veces de esa experiencia directa: «Si colocas dos carriles perimetrales aquí y aquí, se limita la extensión del derrame y la posible nube tóxica o inflamable no va a salir de la instalación».” El objetivo con el que se trabaja es que el posible impacto en el exterior de la instalación sea nulo o mínimo.
En este proceso, quien elige a la entidad evaluadora es la empresa evaluada. El Gobierno Vasco acredita a distintas entidades, pero luego la empresa puede elegir entre ellas. Y la universidad tiene un atractivo especial. “Les gustan nuestras evaluaciones porque a nosotros nos gusta saber el porqué de las cosas y, por lo tanto, muchas veces vamos más allá de lo estrictamente necesario,” apuntaba Esther Acha. “Nos dedicamos a eso, a que la última coma esté bien. Saben que, aunque a veces tardemos un poco más, nuestros informes vienen con revisiones, nuevos cálculos, sugerencias… Es un valor añadido que ofrecemos.”
Las empresas tienen que estar muy atentas a los cambios normativos, que pueden propiciar que una sustancia que, previamente no se consideraba peligrosa, pase a serlo. Por un lado, asociaciones como AVEQ-KIMIKA juegan un papel muy importante manteniendo informadas a sus empresas asociadas, pero, por otro, estos procesos de evaluación que ponen en contacto a profesionales e investigadores de la UPV/EHU juegan también un papel en la actualización continua de las empresas, puesto que el personal evaluador, por su trabajo, se mantiene al día de todos los cambios en la normativa que se aplica.
Además, las prácticas industriales van cambiando y distintas sustancias van tomando protagonismo con el tiempo. “El hidrógeno es una sustancia a la que cada vez tendremos que prestar más atención”, nos explicaba Esther Acha. “No es que sea nueva, siempre ha sido una sustancia básica para la industria petroquímica, por ejemplo, y siempre ha estado en la clasificación de sustancias peligrosas, pero en la medida en la que es una sustancia de valor añadido por no generar emisiones en su combustión, se están buscando nuevos procesos de generación y eventualmente se encontrarán nuevos usos. Es probable que surjan empresas relacionadas con ella, por lo que aumentarán las cantidades almacenadas y existirán más instalaciones que estén afectadas por la normativa de accidentes graves en los que intervienen sustancias peligrosas (RD 840/2015).”
Las actividades de transferencia se suman a las docentes y a las investigadoras. Por lo tanto, es necesario que estas actividades aporten más allá de los incentivos económicos. Las tareas de evaluación de informes de seguridad ponen en contacto al personal investigador de la UPV/EHU con el tejido empresarial y con las prácticas reales de éste. “Muchas veces en la universidad nos falta esa experiencia práctica de trabajar con grandes instalaciones,” nos confesaba Esther Acha. “Conocer los depósitos, las tuberías, las válvulas… de gran tamaño. En nuestros laboratorios, trabajamos con sistemas más pequeños. Nos falta salir de la teoría y experimentar la práctica empresarial de cómo se han resuelto problemas muy concretos en espacios muy concretos mediante soluciones muy concretas. Y, a partir de esa realidad, aplicar la teoría de la manera más razonable para reducir los riesgos.”
Alexander López añadía a este respecto: “Además, realizar estas evaluaciones te permite conocer el mapa de la actividad industrial del País Vasco, qué sustancias hay, dónde se encuentran, cuáles son sus usos, etc. Nos enriquece con multitud de ejemplos prácticos que se pueden aplicar para nuestras clases. Nuestra docencia está muy conectada con la industria, por lo que se retroalimenta de la actividad que realizamos como evaluadores.
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