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Los caballeros vascos y navarros en el siglo XVIII

Su número muestra una sobrerrepresentación en el conjunto de la monarquía borbónica

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Fecha de primera publicación: 30/07/2020

Yolanda Aranburuzabala Ortiz de Zárate. Foto: Nuria González. UPV/EHU.

El Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea ha publicado el libro ‘Los caballeros vascos y navarros en el siglo XVIII. Honores, ascenso social y repercusiones en el territorio’, de Yolanda Aranburuzabala Ortiz de Zárate, que estudia a los caballeros vascos y navarros que obtuvieron hábitos de las Órdenes Militares y de la Orden de Carlos III entre 1700 y 1808. La obra muestra una sobrerrepresentación en el conjunto de la monarquía como consecuencia de “la hora del XVIII”, esto es, de la elevación social y política de numerosos naturales de esos territorios que se produjo con los Borbones.

La coyuntura creada en torno al conflicto sucesorio, tras el fallecimiento de Carlos II y la llegada al trono español de Felipe V de Borbón, supuso una oportunidad excepcional para la entrada en los cuadros dirigentes de la monarquía de hombres del extranjero y de la periferia peninsular, como vascos, navarros, cántabros y montañeses de Burgos, Soria y La Rioja. Norteños que disponían de hidalguía universal y que, en muchas ocasiones, formaban parte de empresas ligadas al comercio a través de las cuales configuraron redes mercantiles del norte de la península con Europa y América. A partir de la segunda mitad del siglo XVII, llegaron a dominar el circuito imperial del comercio español, prolongándose hasta la siguiente centuria. Fueron hombres de negocios enriquecidos que tomaron parte en las finanzas reales, en los asientos con la Corona y en la administración de hacienda y que, en muchas ocasiones, terminaron instalándose entre los principales banqueros del rey.

La investigación plasmada en este libro aporta una visión de conjunto, analizando su procedencia geográfica, su perfil socio-profesional, su movilidad geográfica y social, los mecanismos familiares que estuvieron en la base de su elevación y las consecuencias que tuvo su ascenso económico y honorífico en las comunidades de origen.

Para ello se centra en los caballeros vascos y navarros de las órdenes militares de Santiago, Alcántara y Calatrava, y de la Orden de Carlos III, entre 1700 y 1808. Para establecer un contexto general comparativo, el trabajo empieza cuantificando el total de caballeros de esas órdenes en el conjunto de los territorios de la Monarquía hispánica durante dicho periodo. Contabiliza un total de 5.650 hábitos y cruces para 5.588 individuos, y analiza su distribución geográfica por lugares de nacimiento. La relación del número de caballeros con respecto a la población de cada región revela una clara sobrerrepresentación de los territorios del «norte hidalgo» de la península: las provincias vascas, Navarra, Cantabria, el norte de Burgos o La Rioja. Es decir, los territorios con fuerte proporción de hidalgos que fueron canteras principales de cuadros de la monarquía borbónica desde el reinado de Felipe V.

Además, la obtención de hábitos y cruces se insertaba en la dinámica de unos grupos de parentesco cuyas redes sociales conectaban especialmente con el monarca y sus ministros. Por ello, el reparto de hábitos y cruces revela, al mismo tiempo, el modo en el que los Borbones reconfiguraron las élites de los reinos por medio de la concesión de cargos y honores. Esos honores fueron un elemento más del conjunto de recursos empleados por la Corona para favorecer la elevación de determinadas parentelas de servidores del rey y, más allá de esas parentelas específicas, para formar una clase política borbónica con determinado perfil.