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In memoriam - Dr. D. Jacinto Gil Rodríguez

Fecha de primera publicación: 22/08/2023

El mes de agosto nos ha traído un día triste y funesto para nuestra área de Derecho civil. Nuestro querido Jacinto, profesor y maestro, pero ante todo amigo y compañero, falleció en calma y serenidad para descansar en paz. De la tierra que lo vio nacer, donde se instituyó la primera universidad peninsular, trajo ese aire solano propio del Cerrato que contribuyó a atemperar las brumas sempiternas del solar vasco. Ese espíritu universitario tradicional, riguroso y de servicio público, forjó el rígido hierro del Derecho civil vasco en una labor de recuperación y modernización para obrar y modelar uno de los ejes fundamentales de nuestra personalidad colectiva y social. Materializó justamente el designio y lema de nuestra universidad: ‘eman ta zabal zazu’. De esa impronta esencial en Jacinto somos testigos privilegiados y herederos académicos todos los miembros del área, así como las continuadas generaciones de estudiantes que afamaban sus enseñanzas y, sobre todo, su humanidad y atención personal.

Inició su carrera académica bajo el resguardo y patrocinio del profesor donostiarra Gabriel García Cantero con una magnífica memoria doctoral sobre los aspectos civiles del usufructo de acciones y, vinculado como profesor a la Facultad de Derecho desde 1978, obtuvo su merecida calidad de catedrático en la Universidad de Extremadura primero y en la UPV/EHU después en 1988. Su dedicación a la universidad pública se evidencia en las numerosas tareas de gestión que le correspondieron ejercer, primeramente, como decano de la Facultad y, especialmente, como director del Departamento de Derecho Civil. Sin embargo, las mayores muestras de su genialidad jurídica y sutileza lingüística se revelan en su profusa labor investigadora publicada en múltiples libros, colaboraciones en obras colectivas y artículos de revistas con un rigor y portento técnico extraordinarios que la ciencia jurídica tendrá siempre presentes como hombro de apoyo de las futuras aportaciones de la ciencia jurídica civil. Más meritorio resulta, igualmente, la certificada y rigurosa labor de dirección científica de las tesis doctorales de trece discípulas y discípulos académicos, muchos de ellas especialmente enfocadas y guiadas al aludido impulso del Derecho civil propio de nuestro territorio.

Su trato cercano permitió a muchas compañeras y compañeros, no solo de su entorno, sino también de toda la comunidad universitaria española, abusar de su confianza y generosidad para, con sus inteligentes y siempre atinados consejos, enriquecer todas las cuestiones y contribuciones que constantemente se le solicitaban porque toda demanda fue atendida con la moderación y sensatez de su carácter natural y franco. Ciertamente, nos hemos quedado huérfanos, no solo de un amigo, sino también de un modelo de comportamiento académico a emular por todas las personas que continuamos su cuidadoso afán científico.

El enorme vacío de tus lecciones y recomendaciones permanecerá en el pasillo de la cuarta planta de la Facultad y tu falta, Jacinto, perdurará el tiempo que al resto nos otorgue la vida académica.

Beti gogoan, agur.

 

Agradecimiento a un profesor

Agur eta ohore, maisu! El recientemente fallecido Jacinto Gil Rodríguez marcó un punto de inflexión en mi carrera de Derecho. Terciado el ecuador de la carrera, empezaban ya a aparecer las primeras señales de agotamiento. En aquel tercero, tuve a dos 'Mihura' jurídicos: el uno era José Manuel Castells, en Derecho Administrativo. El otro, Jacinto Gil en Derecho Civil. Se daba la circunstancia que la materia de Civil ese año se centraba en lo relativo al derecho de obligaciones, y para un chaval de 20 años, desarrollar esa capacidad de abstracción y conceptos clave (el sinalagma, la condición suspensiva y resolutoria en el vínculo entre acreedor y deudor, etc...), requería la concentración y precisión de un neurocirujano. Recuerdo que con él me relajé un poco y pagué el pato: arrastré la asignatura al año siguiente.

De Gil tengo el recuerdo de cuando fui a revisar el examen. Revisamos punto a punto y con una sonrisa me dijo: «No se preocupe caballero. Se ha quedado a las puertas, y si no baja la guardia y mantiene lo aprendido, el año que viene aprobará sacando el doble». Y acertó: al año siguiente saqué un 8. Vayan desde estas sentidas líneas mi más sentido pésame a mi antiguo profesor y a su familia. Prometo coger su testigo y ser fiel al 'Eman eta zabal zazu', lema de la EHU-UPV que nos unió como maestro y alumno. Goian bego jaun txit agurgarria!

Aitor Oyarzabal Zabalegui, Diario Vasco, 23.08.2023