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Recuperado el transporte de sedimentos tras la demolición de la presa de Olloki

Según un estudio de la UPV/EHU, el derribo de una presa en el río Leitzaran ha incrementado la movilización de guijarros en número y distancia

  • Investigación

Fecha de primera publicación: 27/02/2025

Askoa Ibisate | Foto: Nuria González.UPV/EHU

Askoa Ibisate, geógrafa especializada en geomorfología fluvial, ha analizado la influencia de la desaparición de la presa de Olloki en el transporte de sedimentos. Ibisate concluye que el volumen de los guijarros movilizados con la demolición ha aumentado y su recorrido se ha alargado. Los resultados son especialmente significativos porque han estado siete años haciendo labores de seguimiento y ofrecen a las administraciones información valiosa para predecir las consecuencias de la demolición de las presas.

Gracias al impulso de las políticas de la Unión Europea, se están eliminando las presas en desuso con el objetivo de recuperar los ríos. Prueba de ello es la presa de Olloki (Gipuzkoa), que ha sido objeto de estudio por parte de los geógrafos de geomorfología fluvial del grupo de investigación Funcionamiento fluvial. Se encontraba en Leitzaran y fue derribada, sobre todo, para mejorar el hábitat de los salmones. De hecho, para el buen funcionamiento del río y el buen estado de los hábitats, la geomorfología del río debe funcionar correctamente. Entre otras cosas, es muy importante renovar el cauce y, para ello, el transporte de sedimentos y caudales debe ser el adecuado: “Los ríos son un sistema de transporte que, para cumplir con su función ecológica, necesita mover agua, sedimentos, nutrientes y seres vivos. Pero, precisamente, las presas suponen un obstáculo.  Nosotros decimos que son como los trombos que se producen en las venas”, explica la investigadora Askoa Ibisate.

En este contexto, para demostrar la eficacia real de la eliminación de la presa, el trabajo de la Universidad del País Vasco ha analizado cómo la demolición ha afectado al transporte de sedimentos a lo largo de todo el proceso: “Sabíamos que se recuperaría, pero no sabíamos cómo. Ni de qué manera influiría en los distintos puntos del río. Así, hemos medido el movimiento de los guijarros en tres ubicaciones concretas, antes, durante y después de la demolición de la pared. Los resultados muestran un aumento significativo de los volúmenes de sedimentos transportados, sobre todo en los tramos sometidos a la presa, y que las piedras han recorrido distancias más largas de lo esperado”, detalla Ibisate.

En cuanto a la cantidad de sedimento movilizado, el estudio indica que el número de piedras desplazadas ha aumentado especialmente después de haber derribado completamente la presa, aunque Ibisate ha querido aclarar que esto se ha producido de forma progresiva. Es decir, que estos movimientos no se han producido de forma repentina:  “A la hora de demoler las presas, uno de los miedos es que los sedimentos acumulados durante años se desplacen de golpe como una ola y, en consecuencia, se produzcan daños en los usos e infraestructuras que se encuentran en la llanura de inundación, aguas abajo. Por el contrario, lo que hemos visto es que el proceso se regula y las piedras se transportan de forma gradual”.

Así, han subrayado que el estudio proporciona información de gran ayuda a las administraciones para planificar las demoliciones de las presas. Si bien en cada caso hay que fijarse en las características concretas de los arroyos, la investigación permite conocer mejor el funcionamiento de los ríos y el régimen de los caudales de sedimento, predecir las respuestas geomorfológicas a las demoliciones de las presas y diseñar una estrategia propia.

Por otro lado, la investigadora de la Universidad del País Vasco destaca también el desplazamiento de las piedras:  “Hay piedras que han recorrido 8,8 kilómetros en un año, y eso es mucho. No pensábamos que los sedimentos se moviesen tanto, y los demás expertos en la materia también se han sorprendido”.

1.800 piedras y un seguimiento de 7 años

Para obtener los resultados, en los siete años que ha durado la investigación se han liberado 1.800 piedras (300 cada año) en tres puntos del río: en dos zonas afectadas por la presa (una, aguas arriba; otra, aguas abajo) y en un punto de control fuera de su influencia. “El punto de control nos ha permitido saber que los cambios que ha producido el derribo de la pared en el transporte de los sedimentos se han debido en realidad a la demolición y no a otros factores, como, por ejemplo, que se haya producido un aumento significativo”, ha precisado Ibisate.

Las piedras repartidas en Leitzaran tenían un código incrustado en su interior. Así, para conocer la cantidad de sedimentos que se han movido, han inspeccionado el río utilizando un detector (similar al de los instrumentos utilizados para localizar metales): “Cuando el dispositivo detecta un código, nos informa de la piedra que es y nos da las coordenadas GPS. Así, nosotros sabemos dónde la soltamos, dónde ha aparecido y, por lo tanto, qué distancia ha recorrido”, explica Ibisate.

Dicen que ha sido un gran trabajo, ya que se ha tenido que escanear el río, metro a metro, a lo largo de una distancia de 11 kilómetros, de orilla a orilla y porque han sido siete años de seguimiento. Sin embargo, el hecho de haber trabajado durante tanto tiempo precisamente es lo que ha dado un gran valor a la investigación de la UPV/EHU: “Normalmente, por falta de dinero, se hace un seguimiento de 1-2 años, antes y un poco después del derribo de la presa. Nosotros, en cambio, pusimos las primeras piedras marcadas en 2016, y en los siguientes 6 años pudimos ver hasta dónde habían llegado. Entre tanto, durante los veranos de 2018 y 2019, la pared se derribó en dos fases y, posteriormente, realizamos el seguimiento del movimiento de los sedimentos hasta 2022. Por lo tanto, hemos tenido la oportunidad de recopilar información durante tres años completos después de haber derribado toda la presa. Es un periodo de tiempo muy amplio y, por lo tanto, los resultados son significativos”, ha profundizado Ibisate. Además, en los últimos años se produjeron unas condiciones hidrológicas muy diferentes, lo que hace que la información recopilada sea aún más enriquecedora. De hecho, tras la demolición de la presa también se ha podido medir la influencia de los caudales en el transporte de los sedimentos.

Información adicional

Askoa Ibisate es investigadora del área de Geografía Física del departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología.  Pertenece al subgrupo que se centra en la geomorfología fluvial dentro del grupo de investigación Funcionamiento Fluvial. El estudio de la presa de Olloki se enmarca en el proyecto LIFE IREKIBA, que ha sido desarrollado en colaboración con la IGME y las universidades de Santiago de Compostela y Zaragoza.

Asimismo, Askoa Ibisate es profesora en el Grado en Geografía y Ordenación del Territorio y en el Máster en Biodiversidad, Funcionamiento y Gestión de Ecosistemas.

Referencia bibliográfica