euskaraespañol

Ana Blanco Mendialdua

Turbulencias en el sector bancario

Profesora del Departamento de Economía Financiera II. Facultad de Economía y Empresa

  • Cathedra

Fecha de primera publicación: 30/03/2023

La profesora de Economía Financiera Ana Blanco
La profesora de Economía Financiera Ana Blanco | Foto: Mitxi. UPV/EHU.

Las últimas noticias de quiebras bancarias en Estados Unidos y Suiza nos han desconcertado, aunque ya había alguna señal que indicaba que algo fallaba. ¿Tenemos que preocuparnos? ¿Se parece esta crisis a la de 2008? ¿Hay que sacar el dinero del banco? Podemos dormir tranquilos de momento, aunque, para animar el entorno, van surgiendo nuevas víctimas, como Deutsche Bank.

Todo empieza con Silicon Valley Bank. Ese banco de Estados Unidos estaba focalizado en un negocio único (básicamente, start-ups) y garantizaba los depósitos con inversiones en bonos estadounidenses, emitidos con unos tipos de interés inferior al que tenemos ahora. Primera señal: mala gestión de riesgo de liquidez y de riesgo de interés. El riesgo de liquidez se refiere a la posibilidad de que se produzcan “pérdidas excesivas por causa de las decisiones tomadas en pro de disponer de recursos rápidamente para poder cumplir con los compromisos presentes y futuros”. Dicho de otra manera, se refiere a la capacidad del banco de poder hacer frente a una retirada de depósitos sin tener que “malvender” activos. Eso es lo que ha pasado. Cuando los clientes empiezan a retirar depósitos, el banco debe vender esos títulos de deuda. ¿Cómo los vende? A un precio inferior a su valor inicial, porque por esos títulos está pagando unos intereses bajos. Aquí nos encontramos con el otro riesgo fundamental en gestión bancaria: el riesgo de interés. Ese se refiere a la disminución del valor de los activos o del patrimonio de una entidad debido a las variaciones en las tasas de interés, lo cual puede conducir a que la institución tenga graves pérdidas. Es decir, si yo compro a 100 un título que me da un interés de 3, y luego lo quiero vender cuando en el mercado los títulos de 100 dan un interés de 5, el mío no vale, me lo van a comprar a un precio inferior a 100.

En resumen, se ha unido a una retirada masiva de depósitos un contexto de subidas continuadas de tasas de interés y, finalmente, han tenido que intervenir los organismos públicos, ampliando la garantía para que los depositantes no se quedaran sin parte de sus ahorros. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, se vio forzada a extender el aval del Fondo de Garantía de Depósitos a todos los depositantes del Silicon Valley. La regulación a la que se ve sometida la banca en Europa es mucho más estricta que en Estados Unidos, y el modelo de banca es diferente. Las entidades europeas se ven sometidas a test de estrés, se supervisa estrictamente el riesgo de liquidez y, además, se hubiera exigido un plan de resolución antes de llegar a presentar un problema grave. Todas esas medidas funcionan a modo de ‘cortafuegos’.

No obstante, esas turbulencias se trasladan rápidamente en un mercado globalizado. Y el terremoto llega a Europa. Las entidades de crédito que se contagian en Europa son las que tienen las defensas más bajas. En este caso le ha tocado a Credit Suisse, que venía arrastrando malos datos, aunque ha podido ser salvado in extremis por UBS. Llegados a este punto, los mercados buscaban ‘presas’ nuevas para obtener ganancias, y la ofensiva fue hacia Deustche Bank. No está claro el origen del desplome en Bolsa de ese banco, aunque se relaciona con el anuncio de una amortización de bonos del banco, con la subida de sus seguros contra impago de deuda (Credit Default Swaps o CDS) e, incluso, hay movimientos previos de importantes ‘Hedge Funds’ o fondos de inversión libre, donde los gestores cuentan con más libertad de acción, reforzando posiciones bajistas. Es decir, pura especulación, sin basarse en los buenos datos de solvencia o rentabilidad del Deutsche Bank.

Actualmente, el principal problema en los mercados financieros es la desconfianza: puede crear problemas donde no los hay. El miedo, la incertidumbre de nuestro entorno financiero nos lleva a reaccionar en exceso, e incluso algunos analistas lo llaman ya ‘Mercado irracional’. Andrew Coombs, analista de Citi, señala que, "el riesgo es que los titulares de los medios de comunicación repercutan en la psicología de los depositantes, independientemente de si el razonamiento inicial era correcto o no". Es decir, que las expectativas desfavorables sobre una entidad se acaben cumpliendo, “la profecía autocumplida”, por el contagio psicológico.

Esa sucesión de acontecimientos, para colmo, va unida a una inflación elevada y a unos tipos de interés en constante subida, lo que hace desconfiar de las medidas ejecutadas por el Banco Central Europeo y la Reserva Federal. El BCE mantuvo el tipo de interés a cero tras la pandemia durante bastantes meses, alimentando un consumo artificial y pensando que la subida de precios era coyuntural, cuando no lo fue. Así, en menos de un año hemos pasado de los tipos de interés de cero al 3,5 % en Europa y a 4,75 %-5 % en Estados Unidos.

El aumento de tipos suele ser una buena noticia para la banca, porque incrementa el margen que obtienen al pedir prestado a corto plazo y prestar a largo (hipotecas, créditos a empresas), pero también da lugar a una caída del precio de los bonos, es decir, a un deterioro de su cartera de activos. La subida tan drástica del tipo de interés en poco tiempo perjudica claramente, como hemos dicho al principio, a las entidades endeudadas con una escasa diversificación. Las caídas de bancos estadounidenses pueden ser un toque de atención para bancos europeos, que les obligue a revisar su forma de financiación y a centrarse más en la gestión de los riesgos de liquidez y de interés. Esa revisión estratégica, seguramente, conllevará una restricción del crédito a las economías domésticas, y si a esta restricción del crédito le unimos la escalada de precios, se avecinan tiempos duros para empresas y familias.