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Fernando Valladares: «Pocas bromas con el cambio climático porque mata gente»

El profesor del CSIC impartió una conferencia en el marco de la Jornada Aula del Agua Amvisa del Campus de Álava

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 07/11/2024

El profesor del CSIC Fernando Valladares | Foto: Nuria González. UPV/EHU.

El Centro de Investigación Micaela Portilla del Campus de Álava acogió la Jornada Aula del Agua Amvisa, un evento que sirvió para otorgar los premios TFG y posgrado de dicha Aula. Además, dentro del programa, el profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Fernando Valladares iba a impartir la conferencia titulada ‘Cambio climático: la importancia del agua’, una charla que modificó debido a las consecuencias de la DANA que ha azotado la cuenca mediterránea. “Venía con la idea de hablar de las limitaciones del agua, de la falta de agua, ya que globalmente estamos con una importante deficiencia de agua. El problema llega hasta tal punto que un tercio de la humanidad no tiene suficiente agua y, en nuestro país, también tenemos de forma crónica esa dificultad con el agua, pero las consecuencias de la DANA me han hecho ver la otra cara de la moneda”. Aprovechando su estancia en la jornada, Campusa habló con él sobre ese y otros temas.

¿Qué ideas va a desarrollar su charla?

El acontecimiento ocurrido con la DANA es el mismo problema, pero visto del otro lado. Hay una cuestión física que quiero enfatizar mucho y es que una atmósfera más caliente es capaz de absorber más vapor de agua, en una ley física, no es una cosa complicada de entender y se puede demostrar fácilmente. El caso es que, cuando una atmósfera tiene uno o dos grados más, crece muchísimo la cantidad de vapor de agua que puede almacenar. Eso significa que en algunos sitios llueve menos, porque el agua se queda en forma de vapor y no precipita, y en otros, cuando se dan las condiciones adecuadas, precipita y lo hace de una forma catastrófica porque en juego hay mucha más agua. Así que son las dos caras de la misma moneda, tanto el agua en exceso, torrencial, catastrófica, como en defecto, es decir, en sequías. Son en realidad dos manifestaciones muy contrarias del mismo fenómeno, una atmósfera más caliente por los gases de efecto invernadero, por el cambio climático, etc.

¿Qué podemos hacer?

Hay muchos efectos contra intuitivos que a veces puede tener el cambio climático, como por ejemplo que venga una ola de frío fuera de tiempo cuando estamos esperando calor, con todas las consecuencias que tiene para la actividad humana, para la economía… Pero para mí el grandísimo desafío es que, puesto que nos está pasando, cosas puntuales como una DANA, o cosas más generales como fallos en las cosechas o problemas en las economías, migraciones, con las enfermedades infecciosas, las tensiones geoplíticas… para mí todo eso es una gran oportunidad, durísima, pero una oportunidad para cambiar profundamente TODO.

El cómo no me preocupa tanto, la ciencia y la tecnología pueden empezar a dar buenas ideas, pero socialmente y políticamente tenemos que querer cambiar y, de momento, no damos ninguna señal de que nos lo estemos tomando en serio. Ahí está el Acuerdo de París de 2015 y seguimos emitiendo como siempre.

Volviendo al tema del agua, se viene diciendo que es un bien escaso, igualándolo al petróleo, y una fuente de conflicto.

En un escenario de cambio climático el agua se está convirtiendo ya en una fuente de conflicto, ahí están los movimientos de Israel en los Altos del Golán, o va a acentuar los conflictos que ya existen.

El petróleo es una comodidad, si hacemos una traducción del anglosajón, pero el agua es imprescindible. De hecho, es un derecho humano universal. Si tengo que poner alguna referencia hacia dónde mirar y qué marco usar para esa transformación profunda, no solo de los modelos económicos sino de la sociedad y la civilización, es la Carta de los Derechos Humanos. Ahí está más o menos puesto todo, y no lleva mucho tiempo leerla. Yo recomiendo a todo el mundo que la lea, porque es una referencia que nos recuerda que el agua es imprescindible del mismo modo que la vivienda u otras cosas que ahora estamos viendo que no las estamos gestionando bien. Porque la prioridad no ha sido el derecho humano sino el producto interior bruto, los indicadores monetarios. El agua es uno de los remaches que salta en primer lugar, porque el agua se emplea para todo y no la estamos gestionando como un bien finito, sino que la estamos tratando como un bien infinito y estamos chocando con eso.

Estamos viendo que el cambio climático está influyendo en muchos aspectos de nuestra vida. ¿Estamos preparados?

Hay dos aspectos importantes. Por un lado, no tenemos todo el conocimiento técnico y científico y, por otro, es que no nos da la gana. Lo podemos decir más amablemente, no rompemos con las inercias del pasado. Y ahí hay mucho de que no nos lo terminaos de creer, no nos lo queremos creer del todo, y el clima es distinto. No son escenarios para mediados de siglo, para finales de siglo… es hoy. El clima es otro y, por supuesto, requiere otros protocolos de emergencias, otra economía, otra actitud con la naturaleza… Si cambiáramos nuestra actitud con la naturaleza se resolverían muchos de los problemas, como si cambiamos la actitud con los demás humanos. Si a eso le damos una mayor prioridad que la que le estamos dando ya no sería tan torpe nuestra gestión de los recursos humanos y de los riesgos humanos. Pero como eso va asociado a otros intereses mayores, que son una economía que nadie se atreve a regular, a ponerle un poco de coto, acaban pasando estas cosas. Y lo malo no es que acaben pasando, es que van a pasar cada vez más, porque a donde vamos es a que esto va a ser más frecuente y más intenso.

Entonces, ¿va a ser más frecuente ese tipo de episodios?

Si antes teníamos una DANA de ese tipo cada siglo, por poner un ejemplo, ahora la tendremos cada década y, dentro de un tiempo, cada año o cada dos o tres años. Esa es la tendencia que estamos teniendo hoy. Es lo que nos están proporcionando las estadísticas y los modelos con los que trabajamos. Nos están indicando que esos eventos tan raros van a ir siendo menos raros, que esos eventos tan extremos, de absoluto récord, se van a repetir. Es lo que se denomina el periodo de recurrencia, que es el tiempo en el que vuelve a repetirse un determinado evento. Todas las obras se diseñan atendiendo a ese concepto, pero ese periodo de recurrencia se va acortando y no hay infraestructura que lo resista porque no están diseñadas para eso. Es lo que ha pasado con los huracanes Helene y Milton en EE. UU., que han afectado de forma seguida a la misma zona. es para lo que nos tenemos que preparar. Que luego la realidad es más benigna, fenomenal.

¿Qué podemos hacer para tratar de minimizar sus efectos?

Se pueden hacer muchas cosas y las tenemos que encajar en las tres grandes escalas temporales, en el corto, medio y largo plazo. Pero lo primero de todo es creérnoslo, y no nos lo terminamos de creer. Veíamos esos eventos muy lejos, pero es que ahora han ocurrido en Valencia.

Lo primero es creérselo para empezar a actuar en lo local, en lo inmediato, que es un campo de acción donde todas las personas podemos hacer mucho. Denunciar la construcción en zonas inundables, por ejemplo, tomar un poco o un mucho de activismo. El activismo no es solo una cuestión ética, está demostrado que desbloquea el miedo, la ansiedad, la preocupación… es una manera de canalizar todas esas preocupaciones. La ciudadanía española está preocupada por el cambio climático, las estadísticas lo dicen clarísimo, pero no se canalizan bien esas preocupaciones en acciones. Y hay muchas cosas que podemos hacer, en lo que compras, en lo que votas, en lo que decides, en cómo te comprometes en pequeñas cosas como el reciclaje. Y luego ir empujando en la misma dirección en las cosas que tengan un recorrido más global y más a medio-largo plazo. Pocas bromas con el cambio climático porque mata gente.

Ese cambio tiene que ir apuntalándose desde diferentes ámbitos y no va a ser un cambio radical, porque necesita tiempo. Tenemos que atrevernos a cuestionarlo todo, hasta la Constitución si es preciso, para ir introduciendo las modificaciones precisas para adaptarnos a esta nueva situación en la que ya vivimos.