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'Pisukide, Alojamiento solidario', un año conciliando vidas diferentes

La iniciativa de la Universidad del País Vasco y Peñaskal Kooperatiba demuestra que la convivencia entre jóvenes migrantes y estudiantes es posible y enriquecedora

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Fecha de primera publicación: 14/11/2024

De izquierda a derecha: Elghali, Sufiane y Axel en su piso | Foto: Fernando Gómez. UPV/EHU.

Elghali y Sufiane son dos jóvenes marroquíes migrantes que viven en Bilbao con Axel, estudiante de Bellas Artes. Los tres se benefician de un alquiler económico y, además, mientras unos practican el idioma y las costumbres de aquí, el otro se enriquece conociendo la cultura de sus compañeros de piso. Un modelo de integración social que funciona gracias al programa Pisukide, que llevan a cabo la Universidad del País Vasco y Peñascal Kooperativa. En su primer año de vida, la iniciativa cuenta con cinco pisos y más de sesenta solicitudes.

Nos reciben en la pequeña sala de estar de su casa, en Deusto. Sobre la mesilla, unos dulces árabes y un té con menta para acompañar la charla. “Los ha hecho una amiga que cocina muy bien”, explica orgulloso Elghali El Guermez (Marruecos, 1996). Junto a él, sus compañeros de piso, Soufiane Mahmoud (Marruecos, 2001) y Axel Palacio (Tenerife, 1994). Tres desconocidos hasta hace unos pocos meses, que comenzaron a convivir en una de las viviendas del programa Pisukide, resultado de la colaboración entre Peñascal Kooperatiba y la Universidad el País Vasco.

Las historias de Elghali y Soufiane no se diferencian mucho de la de otros tantos jóvenes magrebíes que pasean por nuestras calles: ambos salieron de Marruecos y llegaron a Bilbao a través de diferentes rutas, dormían en la calle, desconocían el idioma, tenían dificultades para encontrar comida, pasaron vicisitudes… Alguien les aconsejó visitar Peñascal Kooperatiba, donde quizá podrían encontrar un alojamiento, aprender el idioma, un oficio y, con el tiempo, conseguir los papeles para la residencia. Su destino cogió, así, otro rumbo.

Axel hace que esta historia sea diferente. Este tinerfeño llegó a principios de curso con el programa SICUE para estudiar Conservación y Restauración de Bienes Culturales en la Facultad de Bellas Artes. “Me habían dicho que era uno de los mejores lugares para estudiar Arte Contemporáneo; además, está el Guggenheim…. Quería venir. El problema era que aquí los alojamientos están por las nubes y con ingresos de allí no nos lo podíamos permitir; así que mi madre y yo buscamos otras alternativas y encontramos esta oportunidad en la web de la UPV/EHU”.

Desde hace unos meses, estos tres jóvenes comparten piso en uno de los alojamientos de Peñascal Kooperatiba dentro del programa Piskuide, un proyecto que comenzó el pasado curso, pero que ha sido éste cuando ha comenzado a dar sus frutos.

“Es la primera vez que vimos en un piso compartido, explica Elghali, que comenzó padeciendo el largo proceso burocrático para lograr un empadronamiento y el reconocimiento de residencia; mientras estudiaba castellano. Después, cursó cuarto de la ESO, Electricidad y Energía Fotovoltaica en los programas formativos de Peñascal Kooperatiba; tras lo cual realizó prácticas en una empresa, donde acabó quedándose como ayudante; luego pasó a la categoría de oficial de tercera y, ahora, oficial de segunda.

Sufiane, explica orgulloso, “he estudiado Fontanería y Aire Acondicionado y, después de las prácticas, me contrataron. Ahora que estoy trabajando, asegura, ya puedo hacer los papeles para la residencia”.

Axel fue el último en llegar el pasado septiembre, allí se encontró con Elghali y Soufiane. “Yo me imaginaba que sería el típico piso de estudiantes, en el que cada uno va a su historia: vienes, te saludas, te vas… y después cada cual, a su rollo, pero nada parecido. No esperaba que fueran a ser tan majos. Somos como una pequeña familia, asegura, si tú te vas a trabajar y tienes los platos sucios, yo te los limpio y, otro día, cuando llego de clase me encuentro que me los han limpiado también”.

Objetivo: integración total

“Es que Axel es una locura, asegura Elghali, nos ha cambiado totalmente. Antes solo hablábamos árabe, pero ahora, sobre todo, lo hacemos en castellano. Hace poco, en fiestas de Uribarri, me decían ´mira cómo habla el moro, habla como nosotros”. Soufiane, asiente con la cabeza, mientras no para de reír y continúan haciéndose bromas. Antes percibían la desconfianza en la gente; sin embargo, “ahora nos llaman para salir y también lo hacemos con Axel y sus amigos de la universidad. Para mí es una oportunidad muy buena para conocer gente de aquí, el deporte rural, cómo cocinan, cómo hablan”, afirma satisfecho Elghali.

“Queríamos ir más allá de la acogida, la formación y el alojamiento”, explica Dani Ortiz, miembro de Peñascal Kooperatiba y uno de los encargados de la tutorización y seguimiento de las y los jóvenes que participan en los diferentes programas de acompañamiento de la organización. “Trabajamos distintos itinerarios para conseguir que estos jóvenes logren la regularización y una estabilidad personal y laboral: comenzar con el empadronamiento, conseguir una tarjeta para un comedor, aprender el idioma, adquirir una formación profesional y un lugar donde comenzar a vivir mientras consiguen la autonomía económica y se independizan”. En este proceso vimos que era importante que estos jóvenes interactuaran con otros de aquí y lograran una integración real; pensamos en que el alumnado de la Universidad podía ser perfecto para ayudarles a soltarse con el idioma, a compartir experiencias con personas de aquí…”.

“Dani se puso en contacto con la Universidad del País Vasco para poner en marcha algún proyecto de esas características -explica Gorka Moreno, vicerrector del Campus de Bizkaia-. Como ya teníamos experiencia en otros programas de Viviendas Solidarias, nos planteamos algún programa de convivencia entre nuestro estudiantado y el de «Peñascal»”, añade. “Además de ofrecer un alquiler económico, lo que más nos interesaba era la apuesta por la integración y el impacto social que ello tendría. Al fin y al cabo, continua Moreno, éste es el ejemplo más paradigmático de nuestro lema: «Eman ta zabal zazu».

Y los progresos se hicieron notar, Elghali y Sufiane participan en la celebración de los “arroces del mundo” del barrio de Deusto (Bilbao), incluso la organización les ha tenido en cuenta este año, que coincidía con el Ramadán. Por otro lado, en la celebración de las fiestas de Uribarri, varios jóvenes del programa Pisukide, no sólo han colaborado en su organización, sino que han sido pregoneros de las mismas. Algo que, como explica Dani Ortiz, “no está al alcance de todo el mundo”. Una integración en el barrio que se va logrando poco a poco y que, gracias a la cual, “hemos pasado de ser el moro que vive en ese piso, a ser Elghali y Sufiane”, explican.

Como asegura Xabier Murelaga, director del programa de alojamiento del Campus de Bizkaia y del Colegio Mayor Miguel de Unamuno, “que nuestro estudiantado, además de tener una solución al problema de la vivienda, tengan al alcance una formación personal tan enriquecedora no está al alcance de cualquier”.

Solicitudes en ascenso

Este curso el programa Pisukide ha recibido 60 peticiones de estudiantes de la Universidad para acceder a uno de los cinco pisos que tiene disponibles en la actualidad. Para acceder a una de las plazas ofertadas, el alumnado debe visitar la web de “Alojamiento solidario” en la UPV/EHU y rellenar el formulario.

“Dado el objetivo del programa, explica Ortiz, damos prioridad a aquellas candidaturas cuyos perfiles se adapten a las soluciones que buscamos; así, valoramos positivamente que tengan experiencia en voluntariado, que sean de edad similar, la actitud ante las personas migrantes, el tipo de estudio que estén realizando… En fin, alguien que encaje en el proyecto y que no solo quiera beneficiarse de un alquiler barato, sino también que esté en disposición de colaborar en la integración de sus compañeros y compañeras de piso”.

“Esa es la clave, concluye Axel: integrarnos con ellos y viceversa. A la gente le cuesta dar el primer paso, pero si ponemos de nuestra parte, es fácil”.