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Iñaki Arratibel-Imaz y Sara Maldonado-Martín

Perfil metabólico sano: de la teoría a la situación real

Profesor de la Facultad de Educación y Deporte, especialista en Medicina del Deporte, y profesora de dicha facultad y especialista en Ejercicio Físico para la Salud

  • Cathedra

Fecha de primera publicación: 14/05/2020

Sara Maldonado-Martín e Iñaki Arratibel-Imaz. Foto: Nuria González. UPV/EHU.

Hoy en día la obesidad es considerada una enfermedad compleja con gran disparidad en su clasificación. Unida a la inactividad física y a otros factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión primaria (HTA), se reconoce como una causa preeminente de complicaciones metabólicas y cardiovasculares con un perfil denominado “obesidad metabólicamente no sana” (MUO, del inglés ‘metabolically unhealthy obesity’). La complejidad del tratamiento de la obesidad nos indica que lo que hay que priorizar es la salud y no la estética. Por ello, una de las prioridades en estas personas es llegar a ser metabólicamente sanas, aunque sean obesas. El concepto se reconoce como “obesidad metabólicamente sana” (MHO, del inglés ‘metabolically healthy obesity’), es decir, sobrepeso u obesidad en ausencia de desórdenes cardiometabólicos y un nivel medio-alto de capacidad cardiorrespiratoria. Las guías internacionales recomiendan cambios en el estilo de vida a largo plazo con tratamientos no farmacológicos, incluyendo el ejercicio físico y una alimentación saludable.

Dentro del estudio EXERDIET-HTA realizado en Vitoria-Gasteiz (Facultad de Educación y Deporte) durante los años 2010-2018, investigadores e investigadoras del Departamento de Educación Física y Deportiva e integrantes del grupo de investigación GIKAFIT (UPV/EHU) valoraron una muestra poblacional (n=219) diagnosticada con HTA, sedentarismo, sobrepeso/obesidad y con un perfil MUO para analizar el efecto de 16 semanas de intervención con ejercicio físico aeróbico y dieta saludable. Tras la intervención se observó un cambio significativo en el perfil cardiometabólico, de MUO a MHO, con mejoras en variables físicas, bioquímicas y fisiológicas, confirmando así el efecto beneficioso del cambio en el estilo de vida.

Una vez finalizada la intervención, la población de estudio recibió recomendaciones tanto de ejercicio físico como de alimentación saludable para llevarlo a cabo sin supervisión. Tras seis meses fueron valorados de nuevo: el perfil de MHO fue incapaz de ser mantenido y regresaron a MUO. Así, se observaron efectos negativos cardiometabólicos relacionados con aumento en la grasa corporal, y reducción de la masa muscular y capacidad cardiorrespiratoria, así como un desequilibrio en el perfil bioquímico. Estos resultados resaltan la necesidad de programas de ejercicio físico y alimentación saludable de forma supervisada, sistemática y regular o estrategias alternativas para evitar subsiguientes efectos perjudiciales en la salud cardiometabólica de la población.

La situación del estado de alarma y medidas de confinamiento que estamos viviendo durante las últimas semanas, casi ya 60 días, nos permite realizar un parangón entre los resultados científicos publicados y lo que probablemente esté sucediendo a gran parte de la población. El cambio radical que hemos sufrido la mayoría en nuestro estilo de vida, principalmente en relación con una menor actividad física (aun realizando en casa), unido a hábitos de alimentación y sueño seguramente también alterados, habrá resultado en un proceso de desentrenamiento físico e involución hacia un perfil MUO. Se debe recordar que el actual genoma humano ha sido modelado y refinado fisiológicamente durante generaciones por un ambiente activo físicamente, que cuando se ve inmerso en comportamientos sedentarios se expresa de forma errónea manifestándose clínicamente enfermo. En todo este “juego” cobra especial importancia la capacidad cardiorrespiratoria o nivel de condición física, es decir, la capacidad que tiene el ser humano de transportar a través del sistema cardio-pulmonar y utilizar a través de la musculatura esquelética el oxígeno que respira. Aquí sí que a “a mayor condición física, más salud”, y ese incremento o mejora solamente se puede conseguir a través de la práctica de la actividad física.

Teniendo en cuenta los beneficios de la actividad física, vinculados no solo al bienestar físico sino también al equilibrio emocional y mental, y los efectos nocivos del sedentarismo e inactividad física, es esencial reintroducir a nuestro organismo en un ambiente de movimiento y actividad. En este sentido, es importante que aprovechemos diariamente el marco horario establecido por rangos de edad para salir al exterior y realizar actividad física. De hecho, investigaciones recientes indican que realizar ejercicio físico al aire libre otorga mayor sensación de logro y transmite una sensación de mayor energía a posteriori. Sin embargo, es también necesario seguir unas recomendaciones para que esa vuelta a la actividad física se realice con seguridad. Así, desde el Consejo Superior de Deportes y el Consejo General de la Educación Física y Deportiva se ha indicado la necesidad de ser precavidos y comenzar la práctica físico-deportiva, o retomar lo que se realizaba anteriormente, con progresión y adaptación adecuada para evitar riesgos para la salud. Se presentan para ello tres acciones clave:

1) ¡Prepárate! Conoce tus limitaciones y estado de salud consultando a tu especialista médico y asesorándote de un/a educador/a físico-deportivo/a.

2) ¡Muévete! Sigue evitando el sedentarismo en casa e intenta cumplir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud con 150-300 minutos de actividad física aeróbica moderada de forma continua (caminar, correr suave, bicicleta, que permita hablar, pero no cantar o silbar) o alternando con actividad física intensa unos minutos (correr o bicicleta que solo permita decir palabras sueltas). No hay que olvidar los ejercicios de fuerza en casa, para el mantenimiento de la masa muscular. Es importante ajustar tanto el volumen, es decir, el tiempo del ejercicio físico, como la intensidad. Es mejor ser prudente e ir de menos a más.

3) ¡Sé precavido/a! Se debe intentar mantener el distanciamiento social y evitar espacios concurridos, así como las medidas de higiene personal y limpieza de espacios.

Lo que nos indicó Hipócrates (Grecia, 460-370 a. C.) continúa presentando una relevancia capital para la salud y medicina de hoy en día: caminar (o el ejercicio aeróbico, en su defecto) es la mejor medicina para el ser humano. Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina. Si encontráramos el modo de que cada persona hiciera la cantidad correcta de ejercicio y recibiera el alimento necesario, ni en exceso ni en defecto, habríamos hallado el camino más seguro hacia la salud. Por ello, existe la ciencia y la opinión, la primera engendra el conocimiento; la segunda, la ignorancia.

Así, desde la evidencia científica, se debe entender la actividad física como tratamiento de vida, en cualquier momento, a cualquier edad y para cualquier persona debería ser el lema para empezar y continuar.