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Médica e investigadora en Salud, Euskera e Igualdad

Saioa Martínez de Lahidalga: «Una buena atención sanitaria incluye que sea en la lengua materna»

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 22/07/2021

Saioa Martínez de la Hidalga
Saioa Martínez de la Hidalga, Medikua eta osasungintza, euskara eta berdintasun Arloko ikertzailea. Argazkia: Nagore Iraola. UPV/EHU.

Saioa Martínez de Lahidalga (Getaria, 1995) ha realizado el grado en Medicina en la UPV/EHU, y el posgrado en Gestión de los Idiomas en la Asistencia Sanitaria, creado en colaboración entre la UPV/EHU y la UEU. Actualmente es médica de un centro de salud de Irun, y ha sido ponente en el recién celebrado Curso de Verano sobre la salud y la lengua titulado ‘Osasuna eta Hizkuntza IV: Ikerketatik ezagutzara’.

¿Qué hay que investigar en materia de gestión lingüística en la atención sanitaria?

La lengua no es una mera elección. La lengua es un condicionante. Además de ser un derecho, es una oportunidad de recibir una buena atención sanitaria. Porque una buena atención sanitaria lleva implícita la lengua, y en este caso la atención recibida en euskera es una buena atención para las personas vascoparlantes. La investigación va enfocada en ese sentido. Muchas veces la opción lingüística se nos plantea como una simple elección: ¿quieres recibir atención en euskera o en castellano? Y el planteamiento debería ser otro: ¿considerando que recibir la atención sanitaria en tu lengua materna es recibir una buena atención sanitaria, qué preferirías? Una buena atención sanitaria contempla una serie de criterios, entre los que se encuentra la equidad, que incluye la atención en tu lengua materna. En lugar de ver el problema de forma superficial, debemos profundizar un poco y tomar conciencia de lo que realmente significa recibir atención sanitaria en tu idioma.

En el Curso de Verano hemos recopilado otro tipo de modelos,como el de Canadá, que es muy avanzado. Aquí, por ejemplo, Osakidetza elabora planes de euskera; hay que analizarlos y ver qué se ha hecho realmente; tenemos que valorar de cara al futuro si la metodología utilizada hasta ahora ha funcionado, y plantear nuevas metodologías. Una de ellas es la creación de circuitos de atención en euskera; de hecho, ya existen circuitos de atención en euskera en algunos lugares (OSI Galdakao).

Su charla en los Cursos de Verano llevaba por título “Emakume mediku eta, gainera, euskalduna? Zama hirukoitza” (¿Mujer médica y además vasca? Una triple carga). ¿Constituye una gran carga?

Sí, creo que la carga es muy grande. Nosotras nos dimos cuenta de ello en las prácticas de la carrera. Nosotras nunca hemos sido compañeras; nosotras siempre éramos acompañantes, y nuestros compañeros de clase, sin embargo, siempre han sido presentados como compañeros. Alumnos y alumnas del mismo nivel éramos distinguidos como compañeros y acompañantes. Incluso las personas pacientes, cuando realizamos prácticas, nos han nombrado siempre con diminutivos: nos decían “doctorcita” y demás. Y el trato también ha sido diferente: a los hombres siempre les han dado la oportunidad de ser médicos, y nosotras, en cambio, hemos tenido que buscar esa oportunidad o hemos tenido que pedir que nos den la oportunidad de ejercer en aquello que hemos estudiado.

«Si eres mujer y vascófona, los factores de exclusión confluyen»

Cuando hice el posgrado nos preguntaron qué carencias veíamos... Yo vi que faltaba incorporar la perspectiva de género. Porque no es lo mismo ser una mujer euskaldun que ser un hombre euskaldun, tanto a la hora de recibir atención como a la hora de ejercer la medicina o enfermería.

Los factores de exclusión confluyen. En muchas consultas te discriminan por ser vascófona, diciendo "no te entiendo", "a mí así no", etc. Además, si eres mujer, los factores de exclusión confluyen. Esto está muy bien representado en el libro Trikua esnatu da de Lorea Agirre e Idurre Eskisabel. El Gobierno Vasco creó cuatro becas de investigación en materia de igualdad y yo he obtenido la que conecta la igualdad y los corpus, donde desarrollaré el proyecto titulado ‘Osasun-larrialdia: emakumeak, osasungintza eta euskara’ (Emergencia sanitaria: mujeres, sanidad y euskera). En octubre comenzaré con esta investigación.

¿De qué salud goza el euskera en la sanidad?

Ahora mismo, de mala salud. Es verdad que se ha formado una red y que estamos avanzando mucho, pero creo que todavía tiene un mal diagnóstico. Una persona no expresa su dolor de igual manera en su lengua materna o en otra. Y el lenguaje es la herramienta necesaria para ayudar (porque al final ese es nuestro fin, ayudar) y entender al paciente, y en la sanidad en general, hay una gran tendencia a la pasividad.

En el posgrado, usted realizó, junto con Felix Zubia, un estudio con las personas mayores de Urola Kosta sobre el impacto de la lengua en la atención sanitaria. Cuéntenos, ¿qué impacto tiene?

La lengua es un elemento fundamental en la atención sanitaria. Y además me parecía importante poner el foco en las personas mayores porque es uno de los colectivos más vulnerables y son los usuarios más habituales de la atención sanitaria, por lo que lo más justo era preguntarles directamente. A través de un cuestionario, alrededor del 70 % me respondió que consideraban que era muy importante ser atendido en euskera, y un 50 % afirmó estar satisfecho con la atención en euskera recibida, pero que había aspectos que mejorar. Es una cifra significativa, por lo que hay trabajo que hacer.

«El euskera en la sanidad tiene aún un mal diagnóstico»

Quise hacer una comparación para saber realmente cuántos profesionales atienden en euskera en cada uno de los centros de salud de Urola Kosta, pero no fue posible porque para que un médico tuviera la consideración de euskaldun se le exigía el nivel B2, inferior al EGA. Entonces me pareció que no podía hacer una valoración objetiva de este aspecto. Hay que tener en cuenta, además, que ningún examen garantiza que la atención sanitaria se realice en euskera.

Se debe avanzar. Las ideas de los planes de euskera están muy bien, pero luego la realidad es otra, y los pasos que hay que dar deben ir encaminados a conseguir algo, a provocar un cambio.

¿Qué le ha aportado el posgrado?

Me ha aportado mucho. Al principio pensaba que el idioma era un derecho o una opción. Y ahora he visto que es una de las bases para una atención sanitaria de calidad, y que se puede investigar mucho para demostrarlo. He visto que hay muchas referencias a nivel mundial y que lo que ha servido en otros países puede traerse aquí. En el modelo canadiense, por ejemplo, se trabaja mucho el concepto de la oferta activa: se ofrece sin pedir. Y en mi opinión es eso lo que debemos integrar aquí. Aquí siempre tienes que ir pidiendo; aquí se ofrece muy poco, y menos en euskera.

Por otro lado, he podido comprobar que se está creando una red y que hay gente que ha investigado mucho sobre este tema. Hemos tenido conocimiento de numerosas referencias como Jon Zarate, Aitor Montes, Felix Zubia, Izaskun Elezgarai, etc. En cada módulo del posgrado tuvimos docentes y ponentes diferentes, y vimos que se trata de una preocupación global, de muchas personas de diferentes ámbitos de la salud (porque, además de profesionales de la medicina, había profesionales de la traducción, de la enfermería...). En el posgrado fuimos desarrollando diferentes proyectos, y todavía seguimos manteniendo relación. Identificamos y compartimos los avances que cada cual realiza o las carencias que detecta en torno a este tema. Esta red es una oportunidad para defender los derechos de todos y todas, y mi deseo sería, desde la humildad y dentro de mis posibilidades, tratar de ofrecer una atención cómoda, de calidad, a la gente que vive en un entorno euskaldun.

Para terminar, una pregunta maliciosa: ¿Qué es mejor ser un buen médico o ser un médico vascoparlante?

A esa pregunta dicotómica que todavía actualmente nos formulan diría que un buen médico nunca será el que hable solo en castellano en un territorio vascófono; por tanto, yo defiendo al buen médico euskaldun.