María Paula Meneses: «Tenemos que reaprender a conocernos y a reconocer los saberes de los demás»
La investigadora mozambiqueña participó en el V Congreso Educación para la Transformación Social organizado por Hegoa
- Entrevista
Fecha de primera publicación: 25/11/2021
María Paula Meneses completó la educación secundaria en Maputo (Mozambique). Tiene una maestría en historia obtenida en la Universidad de San Petersburgo (Rusia) y un doctorado en antropología por la Universidad de Rutgers (EEUU). Inició su carrera en la Universidad Eduardo Mondlane (Mozambique) en 1989 y, en 2004, se trasladó como investigadora al Centro de Estudios Sociales (CES) de la Universidad de Coímbra donde imparte docencia en varios programas de doctorado. Actualmente es coordinadora de investigación en el CES. Paralelamente, es profesora en varias universidades de Mozambique.
Participa de forma activa en actividades formativas basadas en el co-aprendizaje, buscando superar la distinción convencional entre las personas educadoras y estudiantes a partir de las ideas de aprendizaje recíproco y “ecología del conocimiento”. Ha participado en el V Congreso Educación para la Transformación Social con una ponencia titulada ‘Construimos utopías en la acción: retos de la Educación para la Transformación Social’.
La primera pregunta es obligada. ¿Es la educación una herramienta para la transformación social?
La educación tiene varias dimensiones y una de las más importantes es conocernos como humanos, es ir más allá de la idea de que unos no saben y tenemos que traerlos a la civilización. Creo que ese es uno de los problemas que hoy tiene el mundo, que hemos desaprendido a reconocernos como diferentes en nuestras posiciones. Eso nos lleva a que tenemos que encontrar caminos para reconocernos y reconocer los saberes de los demás. Hay que reaprender a conocernos.
Habló en su ponencia de la apropiación por el Norte de los conocimientos del Sur global, que hay que romper ese universalismo vertical…
Eso es parte de una lógica un poco absurda que se instaló sobre todo con la Ilustración, que instauró la idea de que el conocimiento es fruto de las relaciones sociales, y que ese conocimiento del Norte se convirtió en ejemplo de civilización. Así, se apropia del resto como suyo o, si no, es descartado y solamente se tiene en cuenta como valor local. De esa forma se desperdicia mucha experiencia y conocimiento. Creo que eso está muy presente cuando se habla de mi continente, se habla sobre el continente y no con el continente, reproduciendo ideas coloniales del pasado.
Tenemos una imagen del colonialismo como algo del pasado, pero ahora sigue existiendo…
Es una realidad que es parte del capitalismo, que crea relaciones de dependencia, pero con reconocimiento de ciudadanía. Un obrero puede estar oprimido, pero tiene derechos dentro de la lógica capitalista. Pero un trabajador que viene del tercer mundo no tiene derechos, no se le permite entrar en esa condición de ciudadano y ese es el problema que tenemos hoy en día, y que nos muestra el modelo capitalista que sigue con sus especificidades en diferentes partes del mundo.
La (re)conquista del poder de narrar la propia historia tiene que pasar por un diálogo crítico sobre las raíces de las representaciones contemporáneas, cuestionando conceptos asociados al colonialismo…
A mi juicio, no hubo una lectura correcta de la lucha por la autonomía y la autodeterminación desde el fin del Imperio ruso, que se destacó con la cuestión europea y la Segunda Guerra Mundial. Muchos de los soldados de los ejércitos aliados procedían de las colonias bajo la promesa de una autodeterminación y emancipación de sus pueblos que luego no ocurrió, y fue por ello por lo que se produjeron protestas y guerras posteriores, porque fue una promesa incumplida y no entendieron los aliados que ese tiempo de imperios había llegado al final.
«Hay que crear conocimiento con el dialogo entre lugares en situación de igualdad»
En ese sentido, se produce una injusticia del conocimiento, una desigualdad cognitiva…
Me preocupa muchísimo el singular y los plurales adjetivados de los otros. Es decir, tenemos filosofía y luego tenemos filosofía china, filosofía indiana, filosofía africana, etc. Es como si la filosofía fuera europea y las otras quedan fuera de ese concepto. Y la cuestión es crear el conocimiento entre lugares que dialogan entre sí, porque no es posible estar juntos en una potencial igualdad sin reconocernos de dónde venimos. Es un proceso muy complejo porque la educación de un estado-nación es una educación única que no logra integrar esos conocimientos.
Habló también del reparto de vacunas contra la COVID-19 como paradigma de esa desigualdad.
Eso se demostró en varios niveles. El problema de la pandemia explotó cuando se focalizó en el Norte. Con el sida, por ejemplo, hubo un intento de explicar que el problema no era del Norte y, además, todas las epidemias están en el Sur. Por otro lado, la visión de la OMS para solucionar el problema funcionó para el Norte, pero en la gran mayoría del mundo no. Hay muchos lugares donde los niños están en sus casas sin poder ir a la escuela y los profesores les pasan las tareas un día a la semana. Se ha roto esa relación, no disponen de las condiciones necesarias para mantener la educación adecuada, no hay ordenadores en las casas… La dimensión del problema fue pensada para una sociedad que no es la real en la mayor parte del mundo. Y con la vacuna, hubiera sido mejor abrir las patentes y crear las condiciones para que las vacunas, que son un bien para la supervivencia de la humanidad, se hubieran producido en diferentes lugares.
¿Cómo definiría el término “ecología del conocimiento”?
Es un intento de reconocer que el mundo está hecho de conocimientos de todos los grupos humanos y hay que reconocer que esos conocimientos tienen validez para esos grupos, porque son el fruto de su experiencia, pero que todos son incompletos porque responden a condiciones contextuales. Por eso es tan importante aprender los unos de los otros y no desperdiciar los aportes que podemos tener de otros contextos. Es una articulación de diálogo, de convivencia, de escucha profunda y, sobre todo, de compartir posibilidades, de conocimiento útil para resolver problemas.
«Es un reto importante comprender que todo el mundo produce conocimiento»
Habría que poner en valor el conocimiento del Sur global.
El Sur global no es un concepto geográfico, es epistémico, es lo que nosotros decimos que está al otro lado de la línea abismal. El Norte global se proyecta verticalmente con el conocimiento más válido y los otros solo tienen valor local, es para ellos y no para la humanidad. Es un reto importante comprender que todo el mundo produce conocimiento.
¿Cuáles son las propuestas para una educación pos-abismal?
Una educación pos-abismal es sobre todo una educación que nos da esperanza con responsabilidad. Hay un mundo que es nuestra responsabilidad colectiva, pero ese mundo no es solamente de humanos, es una casa-tierra que habitamos y por eso hay que ser responsables con esa casa-tierra. Y eso implica que debemos pensar de una forma sostenible. Hay que enseñar a pensar desde las raíces. Hay que cambiar nuestra forma de enseñar, el profesor ha de ser más un facilitador de comunicación. También tenemos el reto de construir una ciudadanía más global, que todos esos conocimientos sean parte de los programas educativos.
“Solo podemos descolonizarnos si hablamos los unos con los otros”. ¿Utopía o realidad?
Creo que es una realidad porque eso pasó en muchas partes del continente africano. Yo empecé mi educación formando parte de una colonia donde no había historia propia y, tras la revolución, se introdujo la historia y la literatura de Mozambique, y eso fue una forma de descolonizarnos. Comenzamos a ver que pertenecíamos a una región con conexiones globales y tuvimos muchas colaboraciones de personas de otros lugares que nos aportaron su experiencia.