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El valor del tiempo

Un grupo de estudiantes de restauración de la Facultad de Bellas Artes se embarcó este verano en unas prácticas para recuperar el retablo de la parroquia de Quintanilla del Monte en Rioja (Burgos)

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Fecha de primera publicación: 24/10/2024

Grupo de voluntariado que ha estado este verano en las prácticas de Burgos. | Foto: UPV/EHU

Por 37 años consecutivos, la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU ha ofrecido a sus estudiantes la oportunidad de participar en prácticas de restauración en la Diócesis de Burgos. Este año no fue la excepción: un grupo de estudiantes se sumergió en la restauración del retablo de la iglesia de Quintanilla del Monte en Rioja (Burgos), consolidando así una tradición que vincula la teoría con la práctica y garantiza la preservación del patrimonio cultural.

El profesor del Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales Carlos Venegas ha sido el motor de un programa que desde 1987 une teoría y práctica en el campo de la rehabilitación. Lo que comenzó como una iniciativa de un grupo de estudiantes de Bellas Artes en la Diócesis de Burgos, se ha convertido en una tradición ininterrumpida, incluso durante el fatídico año 2020. Gracias a este programa, generaciones de restauradores han adquirido experiencia práctica y han contribuido a la preservación de nuestro patrimonio.

“Estas prácticas han permitido a los estudiantes no solo aplicar sus conocimientos teóricos en la restauración, sino también profundizar en el contexto histórico y artístico de las obras que han intervenido. Gracias a las visitas culturales organizadas por la Diócesis, han adquirido una visión más completa del patrimonio cultural”, se congratula Carlos Venegas, profesor

Durante estas casi cuatro décadas, más de 350 estudiantes de restauración han ofrecido su tiempo y esfuerzo

Durante estas casi cuatro décadas, más de 350 estudiantes de restauración de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco han ofrecido su tiempo y esfuerzo como voluntarios en esta iniciativa, contribuyendo directamente a la preservación de piezas que forman parte de la memoria colectiva.

Asimismo, la conexión con el mundo laboral, a menudo vista como un salto al vacío, se convierte en un puente gracias a estas prácticas. Los estudiantes descubren que los conocimientos adquiridos en la universidad son una herramienta valiosa para afrontar los desafíos profesionales y construir una carrera.

Motivada por el deseo de conocer la realidad de un restaurador, Alicia García, estudiante de cuarto curso del Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, ha vivido en primera persona la experiencia de recuperar un retablo. “Restaurarlo desde cero ha sido una experiencia transformadora. Al trabajar en equipo con mis compañeros y bajo la tutela de nuestros coordinadores, he adquirido conocimientos prácticos y he desarrollado una visión realista del mundo laboral de la restauración.”, afirma.

«Esta suma de esfuerzos asegura que el patrimonio cultural siga siendo valorado y protegido por las nuevas generaciones»

En definitiva, la colaboración entre la universidad y la Diócesis de Burgos ha dado como resultado un programa de prácticas que permite a los estudiantes de restauración aplicar sus conocimientos teóricos en proyectos reales. “Esta suma de esfuerzos asegura que el patrimonio cultural siga siendo valorado y protegido por las nuevas generaciones”, manifiesta Venegas.

Aprendizaje activo

Karla Villaverde, compañera de Alicia García en el Grado, destaca la oportunidad de trabajar con obras reales. Las alumnas se ocuparon de la restauración de un retablo que había sobrevivido a la destrucción de su iglesia. Este conjunto, compuesto por cuatro relieves de madera excelentemente policromada y dos esculturas, les planteó un desafío considerable: “Aprendimos a trabajar con los recursos disponibles y a gestionar el tiempo que cada proceso requiere. Es decir, nosotras sabíamos qué pasos teníamos que dar, pero realmente no éramos conscientes de cuánto tiempo nos podía llevar cada uno”, recuerda Karla Villaverde.

El voluntariado ofrece así la oportunidad de trabajar codo a codo con expertos, lo que fomenta un aprendizaje activo y enriquecedor. “Participar en la restauración no es solo un trabajo físico o técnico; es también un acto de profunda responsabilidad y respeto por el legado cultural, indispensable para nuestro futuro profesional”, destaca Ibon Domínguez, estudiante de 3º en el Grado de Conservación y Restauración de Bienes Culturales.

Según Alicia García, la oportunidad de trabajar en un proyecto real le ha permitido comprobar si sus expectativas sobre la profesión de restaurador se ajustan a la realidad. “Esta experiencia práctica ha sido clave para definir mis objetivos profesionales a futuro”, resume.

Con esta larga trayectoria, estudiantes que pasaron por las prácticas burgalesas son ahora profesionales de la restauración

Los estudiantes descubrieron que las prácticas profesionales en la Diócesis de Burgos eran una continuación natural de las experiencias adquiridas durante su formación universitaria. Las habilidades y conocimientos desarrollados en la universidad resultaron ser fundamentales para afrontar los retos de un proyecto real de restauración. “Las vivencias que adquirimos durante la formación académica nos preparan más de lo que imaginamos, no sólo en términos de conocimientos, sino en la capacidad de adaptarnos, de aprender y de afrontar desafíos nuevos”, recalca Domínguez.

Comprender mejor el patrimonio

La Diócesis de Burgos no solo proporcionó un espacio de trabajo y residencia, sino que también enriqueció la experiencia cultural del alumnado. Antonio García Ibeas, director del Museo del retablo de Burgos y del Taller diocesano de restauración, organizó visitas culturales que permitieron a los estudiantes comprender mejor el patrimonio que estaban restaurando. “Participar en la preservación del patrimonio cultural es una oportunidad única para generar un impacto positivo en el mundo que nos rodea y, al mismo tiempo, crecer como profesionales”, se felicita Domínguez.

Con esta larga trayectoria, estudiantes que pasaron por las prácticas burgalesas son ahora profesionales de la restauración. También se da el caso de varias alumnas que actualmente son profesoras de la especialidad de restauración en la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU. “Me alegra profundamente que estas prácticas afiancen vocaciones y supongan además una inolvidable experiencia personal, como muchas veces me confirman quienes las vivieron. Tras tantos años trabajando en el mundo de la restauración del patrimonio, puedo afirmar que restaurar un bien cultural con sensibilidad supone recuperar no solo su materialidad sino también su historia, el saber hacer de épocas pasadas, el valor del tiempo, etc. Transmitir ese legado a las nuevas generaciones es fundamental; el patrimonio no es únicamente pasado, debe ser también futuro”, reflexiona el profesor Venegas.