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ECOE: el examen definitivo de las futuras médicas y médicos

El alumnado de sexto curso de Medicina se enfrenta a las pruebas en las que deben demostrar que saben poner en práctica los conocimientos aprendidos

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Fecha de primera publicación: 02/06/2022

En la prueba de la ECOE el alumnado debe analizar y resolver diez dolencias diferentes | Foto: Nuria Dehesa. UPV/EHU

La Facultad de Medicina y Enfermería afronta esta semana uno de sus actos más importantes del curso: Las pruebas de la ECOE (Evaluación Clínica Objetiva Estructurada); los exámenes en los que el alumnado de último curso de Medicina demostrará que sabe ejercer como médica y médico en la práctica, el último paso para poder trabajar como tales. Es la prueba definitiva en la tanto estudiantes como el centro buscan obtener la mejor calificación.

“La puesta en escena de un examen habitual es equiparable a la sobriedad de ‘Cinco horas con Mario’: cada estudiante se enfrenta a unas preguntas escritas; pero las pruebas de la ECOE son como la ópera ‘Aida’…. el ‘Rey León’: una obra coral con una gran complejidad, tanto en el escenario como entre bambalinas, en la que todo debe funcionar con una sincronización perfecta”, explica José Vicente Lafuente, vicedecano de Grados e Innovación y uno de los responsables de la organización de la ECOE.

Este año se presentan 250 estudiantes de sexto curso, a quienes atenderán más de cien personas, entre personal evaluador, figurantes y Personal de Administración y Servicios. El escenario vuelve a ser la Facultad de Educación de Bilbao, que presta sus aulas para que se transforme en un ambulatorio de ficción durante los tres días que dura la prueba presencial.

El contexto de la prueba es similar a la de un ambulatorio: se recrean diez escenarios con pacientes que presentan cada cual una dolencia según la especialidad evaluada

El examen consta de dos fases: una primera presencial y una segunda virtual, “ambas tienen un carácter práctico y en ellas el alumnado debe demostrar sus competencias para interpretar un historial clínico y las habilidades técnicas como un sondaje o sutura; realizar una exploración, ejecutar el manejo clínico (diagnóstico, tratamiento, seguimiento) y, por supuesto, habilidades de comunicación con el o la paciente”, explica Lafuente. El viernes se realiza la prueba virtual. “Hemos mantenido lo aprendido en esos años de pandemia en los que tuvimos que hacer estas pruebas de manera online y lo hemos conservado porque ha demostrado su eficacia”, añade.

El contexto de la prueba es similar a la de un ambulatorio: se recrean diez escenarios con pacientes que presentan cada cual una dolencia según la especialidad evaluada (pediatría, psiquiatría,…). Cada estudiante tiene diez minutos: dos para leer el caso y ocho para tratar con el o la paciente que está detrás del biombo. Pregunta, explora, diagnostica y asigna un tratamiento. Junto al alumnado que se examina un docente lo califica. Tras el tiempo estipulado un altavoz anuncia que ha finalizado la prueba y que debe pasar a la siguiente “estación”. Entonces, la persona que evalúa envía la nota al centro de control de datos mediante de su Tablet y la sala de ordenadores acumula los resultados de las pruebas.

El recorrido dura alrededor de dos horas. Además de las diez estaciones con pruebas, el proceso ha dispuesto otras dos más en las que el estudiantado que se examina “hace un pequeño descanso, toma agua o una fruta, para que recuperen la glucosa y relajen la tensión”, explica el vicedecano.

N. Beobide: “Cuando estás en el hospital te das cuentas de que has elegido bien la carrera, que te gusta todo y te dices: estoy en el sitio que debo estar”

"Estoy en el sitio que tengo que estar"

Nerea Beobide, una de las candidatas, descansa en una de estas estaciones. Ha pasado el curso en el Hospital Donostia, donde ha “estado haciendo prácticas todo el año y pierdes un poco el hábito del estudio”, pero, asegura, “cuando estás ahí y sientes lo bonito que es te das cuentas de que has elegido bien la carrera, que te gusta todo y te dices: estoy en el sitio que debo estar”. Beobide acaba de superar su primera estación y todavía tiene los nervios a flor de piel “a pesar de que el caso que nos han puesto lo habíamos practicado, las cosas no salen como quieres por los nervios… sí… son los nervios más que lo que te preguntan”, afirma.

“Aquí aprobar o suspender no está en juego, las diferencias son cuestión de décimas”, asegura el vicedecano. “A nuestro alumnado no hay que motivarles, sino que son ellas y ellos quienes tiran de ti”, afirma.

Raúl Barcina acaba de ocupar la silla que deja Nerea. A su lado pasa su profesor de Otorrinolaringología y el otro ‘alma mater’ de las pruebas de la ECOE, Agustín Martínez Ibargüen.  Bromean sobre la prueba realizada. El ambiente es distendido, ha pasado ya por tres estaciones y los nervios han pasado a un segundo plano. “Al principio estaba un poco nervioso pensando ‘a ver qué me encuentro’, las primeras pruebas son las peores, pero ahora todo va rodado ya”, afirma este estudiante del Hospital de Basurto. “He estado muy a gusto este curso, los profesores nos han enseñado muy bien y he salido con una sensación muy buena, porque me han dejado hacer cosas y me he sentido médico”, afirma.

El enfermo imaginario

“Para hacer las pruebas contamos con personas voluntarias que actúan representando una enfermedad y también con simuladores”, explica Martinez Ibargüen. “En ‘Otorrino’, si pusiéramos un paciente de verdad no aguantaría el ritmo de tanta prueba durante toda la mañana”. Para esos casos, contamos con simuladores en los que puedes reproducir el caso que desees”, añade.

Además de los simuladores, “tenemos tres tipos de pacientes que fingen enfermedades: personal de la facultad que se ofrece para ello, personas de la tercera edad que les gusta participar y que no les cuesta nada hablar de sus dolencias, bromea José Vicente Lafuente,  y un tercer  grupo que son actores y actrices”.

E. Fernández: "Me han llegado a confundir con un paciente de verdad y han consultado a quien examina si deben o no informarme de mi enfermedad" 

Ernesto Fernández Valerio es uno de estos últimos. “Comencé hace siete años, cuando el productor de nuestro grupo de teatro nos invitó a participar en la ECOE y me encantó”. Desde entonces, Ernesto no ha faltado a la cita. “Suelo estar en la estación de psiquiatría, porque requiere un poco más de actuación, explica el supuesto paciente. Unas veces tengo trastorno bipolar, otras soy un maniaco depresivo… Les espero subido en la silla o sentado encima de la mesa y llorando. En curiosa ver la reacción de algunos estudiantes; en alguna ocasión me han confundido con un paciente de verdad y consultan a la persona que está evaluando si deben o no informarme de mi enfermedad; eso sí, siempre les ayudamos”, asegura el actor.

La dificultad previsible y con ayuda de los equipos

Oihane Cabezón ha finalizado la prueba y afirma que no ha habido sorpresas desagradables. “Era similar a como nos lo habían planteado, pero diferente a las pruebas escritas que habíamos hecho hasta ahora y siempre tienes ese miedo a lo desconocido”, reconoce esta estudiante de la Unidad Docente de Cruces.

“El contenido de algunas estaciones tenía mayor dificultad, pero en general todos los médicos y actores allí presentes te invitaban a hablar y te ayudaban a dirigir los casos”, asegura Oihane, para quien “la idea de la ECOE me parece buena, porque representa lo que vamos a hacer en nuestro día a día como médicos.  Eso sí, añade, si tuviera que mejorar algo yo reforzaría algunos apartados de nuestra preparación para la prueba, porque, dependiendo de la unidad docente en la que hayas estado, quizá no hayas trabajado tanto una u otra prueba que luego aparece en el examen”.

“La ECOE es una prueba internacional que certifica que nuestros médicos y médicas están bien formados. Con ella estamos diciendo a la sociedad que van a saber afrontar los problemas prácticos que se les presentarán en las consultas, porque los conocimientos teóricos ya los demostraron todos estos años atrás”, asegura Joseba Pineda, decano de la Facultad de Medicina y Enfermería.

En su opinión, “son unos días muy especiales porque en estas pruebas el alumnado se juega una parte importante de la nota”. Esta prueba se realiza de manera “coordinada el mismo día y hora por muchas de las facultades públicas de todo el Estado, que hemos preparado el examen de manera conjunta”.

“Cada año, continúa, la Universidad del País Vasco va incorporando nuevas tecnologías y otras herramientas didácticas a los hospitales virtuales y aulas que facilitan el aprendizaje de nuestro estudiantado”, explica el máximo responsable de la facultad, quien afirma que “en el edificio que vamos a construir están previstas unas aulas de prácticas que se podrán transformar para realizar estas pruebas en nuestro propio centro”.

El viernes este alumnado de sexto realizará la segunda fase del examen de manera online y culminará con ello su carrera como estudiante de Medicina. En un par de semanas, y ya con el título bajo el brazo, comenzarán a preparar los exámenes de acceso al MIR del próximo año.