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Naiara Berasategui Sancho e Israel Alonso Saéz

Al colegio hay que ir andando y con amigos

Profesorado del Departamento de Didáctica y Organización Escolar

  • Cathedra

Fecha de primera publicación: 14/06/2021

Patxi Cirarda, Naiara Berasategi, Israel Alonso, Eneritz González, Piter Blanco, Goizalde Atxutegi
De izquierda a derecha, Patxi Cirarda, Naiara Berasategi, Israel Alonso, Eneritz González, Piter Blanco, Goizalde Atxutegi. Foto: Mitxi. UPV/EHU.
Este artículo se encuentra publicado originalmente en The Conversation.

La Covid-19 ha demostrado que el mundo que conocemos puede cambiar en cualquier momento. El estrés motivado por la inseguridad económica, política y social nos puede llevar a pensar que planificar el futuro, incluso el cercano y simple, puede parecer imposible. Para muchas personas, esas situaciones no han hecho más que agravar la creciente sensación de inseguridad.

Aunque sean tiempos de incertidumbre, los niños y las niñas tienen que seguir creciendo y desarrollándose. La infancia sigue teniendo necesidades y capacidades que hay que atender: socializarse, desarrollar su autonomía, movimiento, conocimiento del entorno…

Diferentes investigaciones apuntan a los beneficios que tiene ir a la escuela de una manera activa (andando, en bicicleta o en patinete) en el bienestar integral de los menores, no solo en los aspectos físicos, también en los sociales, emocionales y académicos.

En esa línea, investigadores de la Universidad de Granada han demostrado que ir a clase de esa manera mejora la autoestima, la autonomía de los niños y niñas y su salud individual.

Pero ¿por qué sigue siendo importante ir a la escuela andando con amigos y amigas a pesar de la pandemia? La Covid-19 ha traído consigo muchos cambios en el ámbito social que han influido e influyen directamente en la vida de los niños y niñas. Con el fin de controlar la crisis sanitaria, se han impuesto varias limitaciones tanto en la movilidad como en las relaciones.

Proyectos paralizados

Entre otras medidas, la nueva normalidad ha paralizado proyectos que estaban en marcha y que mejoran la calidad de vida y el bienestar de las y los menores, entre los que se encuentran el proyecto Caminos Escolares.

Puede parecer que el hecho de que un niño o niña vaya caminando a la escuela junto a otros niños y niñas y sin ninguna persona adulta que vigile sus pasos no supone ningún cambio, pero con cada paso que da, ese niño, esa niña, descubre su entorno, aprende, crece… Ese camino, que recorre cada día, le ayuda a ganar seguridad en sí mismo, a ser corresponsable, a saber que hay personas adultas que confían en ellos y ellas, a construir relaciones de cercanía y apoyo mutuo entre iguales. En definitiva, a desarrollar su autonomía y sus interacciones de manera gradual.

Un mapa de mínimos

Para ello, desde Haurren Hirien Sarea –Red Vasca de Ciudades por la Infancia– se ha dibujado un mapa –unos mínimos y unas acciones- que puede ayudar a aterrizar en lo concreto de cada situación o imaginar un recorrido posible.

Eskolara Lagunekin (A la escuela con Amig@s) es una apuesta municipal de transformación del espacio común y nuestros hábitos de relación/movilidad a través de la promoción de la autonomía de movimiento de la infancia en la ciudad.

El camino de casa a la escuela se convierte en un espacio que se realiza sin la ayuda de una figura adulta. Para ello, la transformación de los entornos y la implicación de la comunidad, como las personas de los comercios, supone que esos tránsitos sean seguros.

¿Qué se consigue de camino al colegio?

Diferentes entidades y personas que compartimos, más allá de preocupaciones, el compromiso de restaurar la autonomía de la infancia desde la salud comunitaria y el desarrollo de nuestros pueblos y ciudades hemos redactado un documento porque sabemos que hoy, en este contexto de pandemia, ir andando a la escuela con amigos y amigas tiene más sentido que nunca.

Hoy también es necesario seguir incentivando ese tipo de estrategias y proyectos como los Caminos Escolares para fomentar la autonomía de la infancia y para promover, entre otros, estos aspectos:

  • La realización de actividad física y los desplazamientos activos.
  • El descubrimiento y conocimiento de sus barrios, pueblos y ciudades.
  • El fortalecimiento de redes y el tejido de alianzas.
  • La puesta en valor de lo comunitario.
  • La transformación de relaciones y espacios.
  • La contribución al diseño de nuevas estrategias.
  • La conciliación familiar.

Por todo ello, como se recoge en el manifiesto ‘COVID 19: Una respuesta comunitaria para una pandemia social’, del Observatorio de Salud Comunitaria Covid-19, es importante, no solo disponer de una estrategia sanitaria, sino también desarrollar intervenciones conjuntas de toda la sociedad con las que se aprenda a convivir con la pandemia.

Es necesario diseñar nuevas formas de proteger a las personas más vulnerables promoviendo la educación y el desarrollo social de la infancia y juventud, mejorando la calidad de vida, la interacción social y los cuidados personales.

 

Este artículo se ha redactado en coautoría con Pedro Blanco (Solasgune), Eneritz González (Solasgune), Patxi Cirarda (Departamento de Salud Gobierno Vasco), Aitziber Benito (Departamento de Salud Gobierno Vasco) y Goizalde Atxutegi (Innobasque).

The Conversation