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Mertxe de Renobales Scheifler

«La biotecnología no entraña más riesgos que las tecnologías convencionales»

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 28/09/2015

La lección inaugural en el acto de apertura del curso académico 2015/2016 de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea corrió a cargo de la catedrática Mertxe de Renobales Scheifler. El título, ‘Transgénicos, ¿por qué no?', un tema de constante actualidad por su controversia y sobre el que la profesora de la UPV/EHU quiso aportar un poco de luz "desde de la ciencia y no desde la ideología".

Mertxe de Renobales Scheifler (Bilbao, 1948) es licenciada en Ciencias Químicas (Universidad de Bilbao, 1975) y doctora en Bioquímica (Universidad de Nevada, Reno, 1979). Durante trece años trabajó como investigadora y profesora en diversas universidades norteamericanas. Al regresar al País Vasco, y tras dos años como encargada de la sección de Biotecnología en la Fundación Inasmet, se incorporó a la Facultad de Farmacia de la UPV/EHU como catedrática de Bioquímica.

¿Qué es un organismo transgénico?
La definición legal de la Directiva 2001/18, que no científica, dice que un "organismo genéticamente modificado es aquel cuyo material genético ha sido modificado de una manera que no se produce naturalmente utilizando alguna de las siguiente técnicas: ingeniería genética, microinyección, microencapsulación, o fusión de protoplastos". La definición legal sugiere que sólo esas plantas están modificadas genéticamente, mientras que las demás no lo están, e inmediatamente deducimos que las demás "son naturales", y que sus genomas no están modificados. La definición legal nos induce a un serio error.

¿Quiere decir que estas modificaciones también se producen de forma ‘natural'?
Sí. Las mutaciones ocurren espontáneamente en la naturaleza por diferentes mecanismos a un ritmo lento . La mejora genética –vegetal, animal o microbiana-, se basa en la diversidad génica existente en una población de esos individuos debida a variaciones (mutaciones) en el ADN. Recientemente también se han desarrollado técnicas para acelerar su aparición. En el caso de las plantas, algunas de las técnicas de mejora genética más frecuentemente utilizadas son: cruzamientos clásicos entre plantas sexualmente compatibles, mutagénesis inducida por radiación con productos radioactivos o por tratamiento con productos químicos mutagénicos, cruzamiento interespecífico con rescate del embrión, o aumento del número de cromosomas. Las técnicas de edición del genoma son las más recientes, pero todavía no se ha autorizado la comercialización de ninguna planta comestible modificada con ella.

Empecemos por la primera, el cruzamiento entre plantas sexualmente compatibles.
Es la técnica básica. Los genomas de las dos plantas se combinan al azar, de manera que cada una de las nuevas plantas tiene un conjunto de genes diferente. Las cultivamos en el invernadero y seleccionamos la que nos interesa.

¿Y la mutagénesis inducida?
Es quizá la más desconocida y sorprendente. Se pueden introducir muchas mutaciones en el genoma de una planta (de una semilla por ejemplo) tratándola con productos químicos mutagénicos o por irradiación como en la radioterapia. A mediados del siglo XX, la FAO y la Agencia Internacional de Energía Atómica pusieron a punto el programa ‘Nuclear Techniques in Food and Agriculture' para acelerar la aparición de mutaciones potencialmente útiles en plantas de interés alimentario, industrial y ornamental: arroz, centeno, trigo de panificación, maíz, otros cereales, legumbres, cultivos de interés industrial, hortalizas, oleaginosas, ornamentales, y otras varias como los pomelos rosas. En la base de datos ‘Mutant Variety Databas', a día de hoy, se recogen 3.222 variedades de más de 150 especies vegetales mejoradas por esta tecnología.

Entonces, ¿cómo se hace una planta transgénica?
Conceptualmente es sencillo. Identificamos un gen de un determinado organismo (una bacteria, por ejemplo) que puede conferir a un cultivo una propiedad interesante. Utilizando técnicas habituales de biología molecular e ingeniería genética, aislamos el gen, lo preparamos para que sea funcional en el cultivo que nos interesa y hacemos múltiples copias de dicho gen. A continuación, introducimos cada una de estas copias en las células de la planta que queremos modificar y seleccionamos las células que han incorporado nuestro gen, no todas lo hacen. Después, mediante técnicas habituales de cultivo in vitro, desarrollamos las plantas a partir de cada célula, y las cultivamos en el invernadero. A lo largo de muchas generaciones seleccionamos la planta que tiene todas las características que nos interesan. Esa es nuestra planta transgénica.

Así que la mejora genética en el mundo vegetal ha sido continua.
Sí, desde que los seres humanos se hicieron agricultores, siempre han hecho lo que estaba en su mano para mejorar lo que cultivaban, sobre todo para producir más en el mismo terreno, con menos esfuerzo, etc . No podemos olvidar que toda mejora genética, por cualquier técnica, produce modificaciones en el genoma de la planta mejorada. Por eso, la definición legal es una muy mala definición. Por supuesto, no es una definición científica porque todas las plantas mejoradas están modificadas genéticamente con respecto a las plantas silvestres de las que provienen. Recientemente se ha comparado el genoma de la soja cultivada no transgénica con el de la soja silvestre y se han encontrado en la cultivada 425 genes que no aparecen en la silvestre, y 186.177 mutaciones que afectan a más de 800 genes.

«Son los cultivos más estudiados de la historia, sin ninguna duda»

Hablemos de los controles de las plantas transgénicas…
Al tratarse de plantas destinadas al consumo humano y animal, lo primero que nos debe preocupar es la calidad nutricional de estos cultivos transgénicos. En todos los países en los que se comercializan los cultivos transgénicos es obligatorio realizar una rigurosa evaluación antes de que se autorice su comercialización, tanto desde el punto de vista de la salud de los consumidores como desde el punto de vista de su impacto medioambiental. Son los cultivos más estudiados de la historia, sin ninguna duda. Sorprendentemente, en ningún país existe la obligación de evaluar los cultivos convencionales no transgénicos desde ningún punto de vista. La entidad que desarrolla la semilla no transgénica se asegura de que crecerá bien y dará una buena productividad y, en muchos casos, también la patenta. En los últimos 40 años se han comercializado cultivos no transgénicos que han resultado tóxicos y se han tenido que retirar del mercado después de haber causado numerosos problemas.

¿Es cierto que algunos cultivos transgénicos han resultado mejores, nutricionalmente, que los no transgénicos?
Hay unos cuantos ejemplos entre las plantas comercializadas o próximas a su comercialización , bien porque el cultivo transgénico tiene significativamente menor concentración de compuestos tóxicos que el convencional o porque el transgénico acumula considerablemente mayores cantidades de vitaminas necesarias para la salud.

¿Puede comentarnos alguno?
El maíz resistente a insectos, como el que se puede cultivar en Europa y se cultiva en España, ha resultado tener una concentración de fumonisinas muy inferior a las que tienen habitualmente el maíz convencional y el ecológico, por lo que es mucho mejor para la salud de los consumidores. La patata Innate, recientemente autorizada en EEUU, produce mucha menor cantidad de acrilamida al freír. Este compuesto cancerígeno aparece habitualmente en todo tipo de frituras y horneados. O el trigo apto para celíacos (sin gliadinas), desarrollado por el doctor Barro y su equipo del Instituto de Agricultura Sostenible, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Córdoba, que está en pruebas de campo en EEUU y su explotación se ha vendido a una empresa estadounidense debido al rechazo europeo a los cultivos transgénicos. ¡Si algún día llega a autorizarse en Europa, tendremos que pagar más por un cultivo desarrollado con dinero público!

Con frecuencia se dice que no hay suficientes datos para afirmar que los cultivos transgénicos son seguros para la salud.
¿Cuántos datos son ‘suficientes'? En la literatura científica podemos encontrar cientos de estudios. La Unión Europea ha dedicado importantes recursos económicos al estudio de los diferentes aspectos de salud y medioambientales de los cultivos transgénicos desde 1985. La conclusión a la que llega esta publicación es: "…las evidencias cada vez mayores indican que la biotecnología no entraña más riesgos que las tecnologías convencionales".

¿Cuál es la situación en el mundo?
En 2014, 28 países plantaron cultivos transgénicos en un total de 181,5 millones de hectáreas. EEUU, Brasil, Canadá, Argentina e India cultivaron el 90% de la superficie dedicada en todo el mundo a cultivos transgénicos. EEUU, en concreto, representa el 50% de la superficie cultivada. Aproximadamente 18 millones de agricultores los cultivaron en todo el mundo, de los que alrededor de 17 millones tienen menos de 1,5 hectáreas de terreno.

¿Y en la Unión Europea?
En la UE está autorizado el cultivo del maíz resistente a insectos (MON 810) y la patata AMFLORA (de la multinacional alemana BASF). Además, se pueden importar, pero no cultivar, algodón, colza, remolacha y maíz (tolerante a herbicidas) para alimentación humana y animal, haciendo un total de unas 45 variedades diferentes.

«Tienen un rendimiento superior a los convencionales y facilitan la agricultura de conservación»

¿Pueden los cultivos transgénicos contribuir a disminuir el impacto ambiental de la agricultura?
Los cultivos transgénicos, en general, tienen un rendimiento 21% superior a los convencionales, ahorrando superficie cultivada que se puede destinar para otros usos y sin necesidad de roturar otros hábitats naturales, reducen el uso de plaguicidas en un 36,9% en comparación con los cultivos convencionales, con lo que se reduce el coste de producción, y el agricultor obtiene una ganancia total de un 68% más que el convencional. Además, los cultivos tolerantes a herbicidas reducen el laboreo de la tierra antes de la siembra, es decir, facilitan la agricultura de conservación. Como resultado, se reduce la erosión de la capa fértil del suelo, la evaporación y la emisión de gases de efecto invernadero. El aumento del uso poco responsable del herbicida glifosato está causando la aparición de malas hierbas resistentes. El problema se puede resolver aplicando técnicas agronómicas conocidas como la rotación de cultivos y el uso de otros herbicidas, aunque es verdad que estos otros son más agresivos para el medio ambiente que el glifosato. No es fácil atajar este problema (que tampoco es exclusivo de los cultivos transgénicos resistentes a glifosato), pero tampoco es imposible. Este es un resumen muy breve.

A pesar de estas explicaciones científicas, los cultivos transgénicos infunden miedo a muchas personas.
Sí. Para muchas personas el mismo nombre "genéticamente modificado" no les tranquiliza lo más mínimo. En unos casos por desconocimiento de que las no transgénicas también están modificadas genéticamente, se asume que las no transgénicas son "naturales" como ya hemos dicho.  En la universidad, precisamente, debemos poner en práctica el consejo de Marie Curie y hacer un esfuerzo por conocer aquello que, en principio, nos puede infundir miedo, porque el miedo nos paraliza y no nos deja avanzar. Examinemos los datos científicos, los posibles riesgos y también los beneficios, no sólo en aspectos científico-técnicos sino también socio-económicos , y tomemos decisiones con los datos en la mano. Atrevámonos a pensar críticamente sin aceptar como ciertas aparentes ‘verdades' que por mucho que se repitan siguen sin serlo, porque pensar es mejor que no pensar. Los cultivos transgénicos no son una panacea para nada y se deben utilizar allá donde y cuando sean la mejor solución disponible. Hagamos caso al doctor José Graziano da Silva, director general de la FAO cuando afirma que "debemos explorar opciones tales como la agro-ecología, la agricultura climáticamente inteligente y, también, la biotecnología y el uso de organismos modificados genéticamente. Necesitamos explorar estas alternativas utilizando un enfoque incluyente basado en la ciencia y en las evidencias, no en ideologías".

 

Fotografía: Mikel Mtz de Trespuentes - UPV/EHU