(27/01/1960-11/07/2015)
Retrato trasversal de un pintor y profesor universitario.
Perfil humano, artístico y académico.
Cuando me propusieron que escribiera un texto sobre Juliantxo Irujo para subir al blog RizomArtea, me planteé escribir un escrito que fuera cercano, indagando sobre todo aquello que pude compartir con él, respecto a su experiencia pictórica, docente e investigadora. Tras finalizarlo, comprobé que el texto había adquirido un desarrollo más amplio y opté por publicarlo en tres partes: I Perfil Humano, II Perfil Artístico y III Perfil Académico.
Juliantxo, pintor, catedrático de pintura por la UPV/EHU participó de manera activa en la estructuración de la facultad de BB.AA. como Vicedecano de la misma, a principios de los años 90 y de manera singular, organizó los intercambios “Erasmus” con las demás facultades y Escuelas de BB.AA. europeas. En su trabajo ha mostrado el modo en que la práctica artística experimental, la docente y la investigación universitaria, se pueden conjugar y nutrir, contribuyendo de manera importante al desarrollo de una línea de investigación basada en una semiótica experimental aplicada a la práctica artística y docente.
Perfil Humano
Juliantxo era una persona a la que, primero conocí como compañero en la Facultad de BB.AA. y, más tarde como miembro de su equipo de investigación. He tratado de poner en relieve sus cualidades más relevantes, fundamentadas en su saber hacer artístico, con la práctica pictórica desarrollada y en su experiencia docente, con los años impartiendo clases e investigando en la UPV/EHU desde 1984. En aquellos años, él pertenecía al Departamento de Pintura, donde impartía la asignatura tecnologías pictóricas y yo, al de Dibujo, donde sigo impartiendo docencia en materias vinculadas con las técnicas gráficas. Probablemente, fuese este vínculo tecnológico el que facilitó, en los inicios, nuestra colaboración y después, pasado el tiempo, trabajando en equipo, nos hicimos amigos y conjuntamente desarrollamos iniciativas académicas y artísticas en nuestra facultad.
Fue una persona con tres vocaciones que construyó día a día; la pintura, la docencia y la investigación universitaria. Para comprender mejor su modo de proceder, considero que hay que tener presente en Juliantxo dos cualidades; la actitud y la comprensión de sí mismo. Sabemos que la actitud es un factor clave para alcanzar la satisfacción en el trabajo; lo mismo que el conocimiento de uno mismo y dispuso de la inteligencia e intuición necesaria para avanzar, llevando adelante sus proyectos de investigación y expandiéndolos en el ámbito que mejor conocía, la docencia. Le interesaba divulgar el arte tanto en el campo de la pintura, como en el de la docencia y la investigación.
Considero que Juliantxo no se aferraba a ser solitario e inmutable. Tenía por una parte, su trabajo artístico como pintor en su estudio y por otra, su labor docente e investigadora. Estaba plenamente involucrado en esta tarea y la compartía generosamente con el profesorado de su equipo y con sus estudiantes. Según las necesidades, solía invitar a participar como becarios en los proyectos a alumnado de doctorado con el fin de favorecer su progreso profesional.
También, en otro contexto, apoyó de manera comprometida la permanencia como profesores de dos compañeros de Facultad y, como para resolver aquel problema se le requería ante un tribunal de justicia ordinario en calidad de profesor catedrático, no dudó en presentarse para exponer y defender que la materia que esos profesores impartían era correcta.
Estuvo también comprometido en el debate previo a la implantación del plan Bolonia, dado que conocía bien la realidad de nuestra Facultad. Aquel episodio lo vivió con intensidad, sopesando pormenorizadamente todos los aspectos y priorizando la calidad de la enseñanza pública y los intereses del alumnado, quizá con el propósito de encontrar un sentido más elevado a su trabajo. Sabemos, los que estuvimos a su lado, que tuvo que superar con argumentos convincentes opiniones en contra y que las encajó, reconociendo sin acritud el punto de vista del otro. Así pues, las críticas las aprovechó tal vez, pensando que cuánto más cerca se está de la realidad, menor será la decepción y el desengaño.
Para Juliantxo, compaginar la práctica pictórica con la docencia era algo natural, pues tenía un interés vocacional por ambas. Sin embargo, conocía por dentro la profesión y sabía que, algunos colegas sintiéndose más artistas, podían tener cierta frustración por el hecho de impartir clases; aunque a él le resultaban ventajosas, pues le permitía, al prepararlas, aprender con los estudiantes, remitiéndose a buscar referentes pictóricos para analizarlos con el fin de que sacaran el mejor aprovechamiento posible, llevándolos después a sus cuadros.
Dejó escrito a modo de reflexión algunas frases:
“Me he dedicado toda mi vida a pintar y a enseñar a pintar”.
“Reivindicar los valores de la pintura como fuente de aprendizaje y no tanto como espectáculo artístico”.
“El arte nos hermana con nuestros antepasados, a través del arte nos han transmitido su humanidad y con ellos aprendemos a contemplar la vida afinando todos nuestros sentidos, con inteligencia, imaginación y empatía”.
“Formaré parte de las nubes, configurando formas en movimiento y caricias para los sentidos”.
“Quería, inmerso en la sociedad de las mil imágenes por segundo, defender una actividad reposada que implica detenerse a observar con calma la realidad circundante”.
“He partido de la idea de que uno de los mejores caminos para comprender una obra de arte es, atender a los mecanismos creativos y a las variables significantes que ha empleado el artista”.
“Y, por encima de todo, he querido defender los valores humanos, la capacidad de empatizar con el prójimo, en especial con el débil y no olvidar jamás, que el objetivo prioritario de la acción política debería ser eliminar la injusticia y la miseria en el mundo”.