“Dentro, fuera, arriba y abajo, izquierda y derecha, a un lado y al otro… todas conforman el cuerpo de baile en la estela de la primera bailarina, el espacio inmediato, y su oscuro partenaire, la caída libre”]. Según sus afines, este es el fragmento más completo de cuantos se conservan de su desmenuzada e inquieta teoría, que nunca llegó a explicar del todo, entre otras cosas porque solo hablaba de ella en plataformas no especialmente espaciosas pero sí definidas, con “ancho de metro veinte y largo a medida”. Como sabemos, ELLA se marchó un buen día. Sus afines aseguran que llevó su teoría hasta sus últimas consecuencias. Ergo, “se echó completamente a un lado”. Poco después resultó que había un club en el segundo piso del número quince de la calle Gimnasio que llevaba su nombre, dedicado en cuerpo y cuerpo^x [“el alma no existe, se trata del cuerpo elevado a la enésima potencia”] a la recopilación, montaje y estudio de su teoría, lo cual no era tarea fácil: en sus momentos más afortunados, la teoría se les había aparecido como quien recoge pedazos de vidrio gastado en una playa, pero no escasearon aquellos días terribles donde la teoría se resistió a ofrecerse en otra forma que no fuera la del pan flotando triste y desmenuzado en el estanque de los patos del parque. Un afín me comentó que había asistido a una de sus reuniones. En un amplio salón disponían diversas plataformas espacialmente definidas. “Como era invierno, las habían definido aún más: incluyeron edredones”. Se hizo lectura de un preciado hallazgo. Con diecisiete años, ELLA, al parecer, tuvo un novio, que duró lo suficiente como para que el chico guardara en un bote de cristal el mensaje con el cual ELLA le dejó. Escrito en un trozo de papel de regalo, decía: “lo siento, me caí”.
Deje una respuesta