mañana Jueves a las 10h en la sala de Grados de BBAA: presentación del proyecto Frutales a la deriva.
Se trata de un proyecto Docente/Educativo interdisciplinar en el que está implicado profesorado de Magisterio, Bellas Artes, Hostelería, y al que se espera también participen alumnado, PAS/AZP, etc.
Tiene como finalidad el diseño del espacio ubicado entre los centros mencionados para su utilización por parte de toda la comunidad. La propuesta contempla la creación de un “huerto de frutales” con la intención de recuperar ese paisaje que todos tenemos en la memoria y que nos sirve de acicate para la actuación en el lugar.
La primera idea surge en torno a la noción de pasear como una actividad artística; posteriormente, con la incorporación de otras sensibilidades aparecen conceptos propios de la pedagogía, sociología, gastronomía, ecología… “degustar el paisaje”.
A partir de los años 60 el andar/pasear se convierte en una práctica presente en muchas de las metodologías de actuación artísticas, por ejemplo, lo que se denominaría Land Art que utilizaba, entre otras, la experiencia del andar como una práctica artística. En nuestro caso se contempla como una primera fase del vagabundeo: el paseo y la deriva como modelo y marco de expresión y herramienta de conocimiento.
Un deambular seleccionando el material susceptible de convertirse en arte. Un viaje en el que buscamos algo sin saber exactamente qué es; un viaje que se proyecta desde el interior del pensamiento y que concluye en la materialización de una idea, que a su vez tiene la vocación de ser exteriorizada y comunicada a los demás. En otras palabras: una acción que implica una reflexión, un “pensar” desde el interior que se completa hacia el exterior al comunicarlo a los demás.
Nos encontramos en un mundo complejo con muchos problemas medioambientales y de todo tipo que no sabemos muy bien cómo resolver. Las ciudades han crecido, son lugares cada vez menos transitables, sus habitantes son asediados por múltiples señales: visuales, acústicas, … Incluso nuestra propia actividad cada día es más difícil y compleja.
Teniendo en cuenta estas cuestiones, la intervención en un espacio natural integrado en el Campus ha de servir, para la actuación educativa en valores que conectan la educación ambiental y la participación ciudadana de los usuarios/as del lugar, y de todos aquellos que estén de paso.
Además, la educación ambiental abarca desde la información hasta la participación activa. Esta participación conlleva la sensibilización, concienciación, compromiso y acción. La participación ambiental ha sido definida como el proceso de implicación directa de las personas en el conocimiento, la valoración, la prevención y la corrección de cuestiones ambientales, que implica, a su vez, la toma de decisiones de quienes participan en ella.
Por lo tanto, somos conscientes de la importancia de informar, consultar, decidir juntos y actuar juntos y entre todos apoyar los intereses comunitarios de quienes conformamos la comunidad universitaria del Campus.
Se trata de un proyecto participativo para desarrollar con estudiantes, profesorado y otro personal de la comunidad universitaria, que se realizará en diferentes fases a lo largo de varios años; con el objetivo de que constituya un soporte vivencial, en contacto con la naturaleza más próxima, adquiera la percepción de algo vivo, una experiencia que lo entronque con una realidad temporal diferenciada.
Objetivos generales.
La creación de un “huerto de frutales” en el Campus se ha de considerar como un proyecto en el que confluyen personas interesadas de diferentes ámbitos, y en el que el trabajo en colaboración y un enfoque interdisciplinar son unas características esenciales.
·Utilizar esta iniciativa para generar procesos participativos alrededor de la misma.
·Impulsar la utilización de este espacio como recurso docente para materias de los tres centros educativos.
·Implicar a la comunidad universitaria (Magisterio, Hostelería, BBAA…) en un proyecto ilusionante.
·Fomentar valores sociales, de conciencia y medioambientales.
a traves de la implicación en el proyecto.
·Impulsar la relación y el trabajo en equipo a través del trabajo y la observación de la naturaleza.
·Capacitar sobre el seguimiento y cuidados de los frutales desde el concepto de agricultura del “no hacer”(mínima poda, no laboreo, no abonos químicos, no pesticidas).
Frutales a la deriva.
Proyecto interdisciplinar y colaborativo de arte, naturaleza y educación.
Metodología.
Fundamentada en la información y la participación activa (profesorado, PAS, alumnado, limpieza, mantenimiento, …), en la que la toma de conciencia de aprender del entorno que nos rodea supone que la puesta en marcha y desarrollo de esta iniciativa se aborda con agrado y responsabilidad, porque quienes participan se sienten gestores de su propio conocimiento.
Las diferentes fases en el desarrollo del proyecto (situar el centro, buscar el norte geográfico, altitud, latitud, longitud, determinar la hora solar, trazar la espiral logarítmica, iniciar la plantación propiamente dicha, organizar el trabajo, …) no dejan de ser estrategias orientadas para estimular la capacidad de trabajar en equipo y la comprensión sobre el terreno de aspectos que de otra manera serían más difíciles de entender. La intervención en el espacio físico del terreno propicia desarrollar otro tipo de estrategias de enseñanza/aprendizaje que se irán diseñando y construyendo entre todos.
Organización y diseño de la plantación.
La idea es establecer un diálogo armónico con el entorno natural tratando de potenciarlo antes que alterarlo de manera arbitraria, dando una respuesta óptima en función de las características sociológicas, climáticas, …etc.
La relación entre el sol y la tierra también marcará la pauta de nuestro devenir temporal, desde los cambios de estaciones a lo largo del año hasta la sucesión del día y la noche.
En cuanto a la idea de centro, el centro puede actuar como “mojón”: por un lado señala y marca el territorio y por otro, como inicio de la planificación; al igual que la concha marina (que según parece crece a partir de un sólo punto).
La ubicación precisa del centro nos puede llevar a determinar además de la altitud, los ángulos de longitud y latitud, que guardarían una estrecha conexión con el sistema de relaciones geométricas entre el sol y la tierra.
Nos interesa esta idea de centro como punto inicial desde el que planificar la plantación. Una agrupación de frutales distribuidos en función de un diseño preestablecido.
Grupo de trabajo impulsor.
La implementación del proyecto se concibe a partir de la coordinación inicial del grupo de trabajo creado a partir del profesorado implicado en el proyecto.
Este grupo que lo conforman los profesores y profesoras abajo firmantes constituyen el grupo impulsor que se ha comprometido a llevar la iniciativa adelante y animar a la participación de otras personas en las diferentes fases de desarrollo del proyecto que se planifiquen. Hacemos partícipes también a los directores/a de los respectivos centros. Todo ello deberá estar refrendado por el Vicerrector de Campus como máxima autoridad de lo que acontece en el terreno.
Reflexión final.
Éste sería un proyecto integrador y participativo para desarrollar fundamentalmente con profesorado, grupos de estudiantes y otro personal de los distintos centros, en el que la colaboración puede realizarse desde la pertenencia a un grupo ligado a una asignatura, o a nivel individual por expreso deseo de participar en la iniciativa.
El proyecto daría lugar a la formación de un soporte vivencial. La utlización de los árboles frutales como material artístico no ha de condicionar los objetivos del proyecto, por lo que las exploraciones no están limitadas a un tipo único de material ni de planteamiento, ya que podemos utilizar el texto literario, la sociología, la fotografía, el dibujo….
Apenas nos hemos aproximado al tema en este esbozo y nos hemos dado cuenta de que existe poca información sobre las derivas relacionadas con el medio natural. El abandono al que está sometido el campo y el poco interés por extraer conocimiento de este medio, hacen necesario que dirijamos nuestra atención a su estudio para obtener mapas, tanto conceptuales como emocionales, relacionados con las vivencias de las personas y sus transformaciones. Sentir el espacio (físico, sensorial, psíquico, …) en dimensiones con las que la persona interacciona con el ambiente, estableciendo un diálogo con la naturaleza. En este contexto el proyecto se puede convertir en una vivencia/experiencia novedosa que nutra al que la realiza en un intercambio recíproco.
En la fase final, esta reciprocidad adquiere un carácter lúdico en el que se materializan las intuiciones con una reflexión teórica en la cual se organiza el discurso narrativo del trabajo y se puede mostrar a los demás a través de exposiciones, publicaciones, etc.
A 23 de septiembre de 2013 se unen a la presente los profesores Lola Fernandez, Aintzane Cámara, Txemi Santamarina, Inigo López de Guereñu, Juan Gómez Ruiz, Jose M
a Herrera y Antonio Garbayo.
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